Por: lic. Alejandro Viedma*
Publicado el 05 de febrero de 2010 en la revista virtual para la diversidad sexual y de género de Hispanoamérica Knot, Anudando las diferencias, número 5.
“El cuerpo para el psicoanálisis es algo a construir por
identificación con un Otro, identificación fundante, primaria
para Freud, que luego Lacan retoma en su conceptualización
del estadío del espejo. Es, además, un territorio erógeno, una
superficie de otro orden de lo netamente biológico, orgánico.
Como a los humanos el lenguaje nos precede, el cuerpo es significante.
Es un lugar que aloja y manifiesta, expresa síntomas
cuando no hay tramitación vía palabra”. Alejandro Viedma.
Introducción
En este escrito intentaré recorrer algunos de los puntos que estoy empezando a ordenar, ciertas cuestiones sobre las especificidades en la clínica con lesbianas y gays, es decir, qué particularidades son repetitivas en los discursos e historias de vidas de estos sujetos, repeticiones que pueden aflorar a causa del malestar de nuestra cultura contemporánea, a pesar de que desde la clínica psicoanalítica siempre apuntamos al caso por caso, a las dificultades singulares que se nos presentan a los terapeutas en cada demanda de análisis.
A modo de adelanto, comparto con los lectores que lo primero encontrado en todos los relatos de estos pacientes fue: la recepción (de la transmisión), la internalización y la reproducción del mandato “no se lo digas a nadie” (mandato/consigna que lesbianas y gays en los últimos tiempos desafían y traspasan), por lo cual los que rodean a estas personas se dividen en dos grandes subgrupos, en dos campos distintos que abarcan “los que saben” y “los que no saben” de su orientación sexual y expresión de género.
La tríada circulación-interiorización-reproducción del imperativo de ocultar la “elección” de objeto homosexual desencadena acciones que empujan al sujeto gay o a la sujeto lesbiana a “enclosetarse”, a armar su propio ropero y meterse en el mismo, transformándose ese hecho en procesos singulares que arrojan semejanzas pero también, por la variable de género atravesando, diferencias entre lesbianas y gays[i].
Lo inagotable del coming out of the closet
El coming out of the closet (expresión inglesa que designa el acto de una persona homosexual de revelar la orientación sexual a las personas cercanas) es un proceso, indicado en el uso del gerundio del verbo “saliendo”. Es un proceso porque la salida del armario no es de una vez y para siempre. Como todo proceso abarca etapas en su recorrido, ya que para salir del placard son precisos varios pasos previos y los primeros justamente guiaron al sujeto a ingresar en ese espacio imaginario.
El que está dentro del clóset es una persona que tuvo la necesidad de tapizarse, de cubrirse, de revocarse, de auto exiliarse, de aislarse al modo de llevar consigo un walkman (¡qué antiguo soy!) gigante cuyos auriculares abrigan todo su cuerpo y su interior, y lo defienden de ciertos ataques externos.
¿Cuál es el principio del principio, el comienzo de este proceso de empezar a almacenar, a guardar cosas en la alacena, en los aparadores? Es un acto solitario, acto amoroso por no deshonrar al otro, por sentir un deshonor si se lo “traicionara”.
Así, empieza un dilema entre las propias lealtades y las posibles traiciones propinadas al otro. De hecho, si tenemos en cuenta que el término en inglés para nombrar a una persona heterosexual es straight, el cual significa transparente, recto, leal, honesto, ¿sería el gay tapado un individuo desleal, deshonesto, quien esconde algo? Se instala la duda entre hacerle caso a la legitimidad de la propia verdad que lo viste como íntegro o el fraude hacia los demás. El sujeto empieza a mentir y luego a enredarse con esos inventos por miedo a que lo salpiquen insultos o por las fantasías que surgen del temor a aterrorizar a la horda que lo rodea, a posicionarla en el lugar de víctima.
Relacionando lo precedente con ciertos párrafos de Pierre Rey, que volcó en su gran novela Una temporada con Lacan, transcribo: “Un mentiroso dice: “Miento.”
Al decir “miento” dice la verdad.
Y si la dice ya no miente. En estas condiciones sigue mintiendo, pero si miente es porque dice la verdad confesando ser un mentiroso.
Por consiguiente, diciendo la verdad cuando reconoce mentir, vuelve a ser mentiroso al asegurar que miente.
Conclusión: se puede mentir porque se dice la verdad, y a la inversa, decir la verdad cuando se miente”[ii].
“… toda mentira no es más que el punto focal del lugar donde la verdad se manifiesta…”[iii].
Entonces, se comienza a construir un mundo propio dentro de una burbuja, que más que tener la capacidad de disolverse fácil y rápidamente, va transformándose en una armadura que hasta puede llegar a oxidarse con el paso del tiempo, a fusionarse con otros aspectos de la subjetividad y así producir efectos malignos, dañinos intra muros.
Efectos subjetivos del clóset, la angustia
Para cualquier persona, el estar en el clóset trae aparejado ciertas consecuencias. En algunas ocasiones se hacen presente síntomas por la homofobia (primero presente en todos los lazos afectivos y sociales y luego internalizada), síntomas que son modos de evitación de la “condición angustiante”, en términos freudianos.
Como señala Rey, “La creación nunca se debe a una felicidad. Es el resultado de una carencia. Es el contrapeso de una angustia (…)”[iv].
La angustia es un afecto siempre constatable en lesbianas y gays por los miedos (por ej., al rechazo) que experimentan dichos analizantes. Angustia que a veces se encuentra en un callejón sin salida porque el sujeto se enmaraña en silencios y ocultamientos laberínticos, a causa de la exposición impune de contenidos homofóbicos en las interacciones cotidianas, por ejemplo en las escuelas, los trabajos, los medios de comunicación, etc.
José Arturo Granados Cosme opina que “Hay evidencias empíricas acerca de mayores índices de intento de suicidio, angustia y depresión en los homosexuales, en comparación con la población heterosexual (Stronski y Remafedi, 1998). Con este conjunto de riesgos se configura un perfil de daños a la salud mental de los homosexuales que tiene en la homofobia su determinante cultural más profunda (…)[v]”.
Aquella burbuja que ha sido evanescente porque explotó al chocarse contra la primera pared heteronormativa, paradójicamente también fue deviniendo en callo en la estructura del sujeto que se enmascara, porque ese vivir en el placard actúa a modo de objeto contra fobígeno ante la angustia. Continúo con Rey:
“(…) el embrión de poder que yo ejercía era lo que me hacía adoptar la máscara que imaginaba era lo adecuado al ejercicio de ese poder: no dejar traslucir nada de las emociones, no exhibir los estados de ánimo, no decir nada para sentirse protegido del Otro por la desazón que en él, como un espejo opaco, provoca el silencio, no evocar nunca el objeto de nuestro deseo para conservar una posibilidad de que se cumpla, dar vuelta en torno a las cosas, disimular (…).
Utilizar los dos viejos escudos de la represión, el supuesto pudor, esa máscara que sella los labios ante las rebeliones y remite al torbellino de palabras que se pudren por no pronunciarse nunca, y la irrisión, flanqueada por los estereotipos que dependen de ella…[vi]”.
Para la sujeto lesbiana o el sujeto gay que está en el clóset, la angustia, al decir de Freud, tendría la función de señal de alarma por el peligro ante algo, peligro por una inminente pérdida de amor, por la posibilidad de desalojo, de exilio proveniente del Otro.
Jacques Lacan, en el seminario X, nos dice que la angustia emerge cuando aparece algo en ese lugar (en el espejo) donde no se debería ver, donde debería haber una opacidad, cuando se produce lo visible en un punto opaco. Otra definición de la angustia sería: lo que no tiene palabra.
El espacio imaginario luego deviene real. Ese objeto armario convivirá con la persona gay o lesbiana hasta que lo pueda “donar” a un otro, tiempo en el cual se perturba el silencio. Allí algo logra aflojarse, cuestión que puedo escuchar cada vez que un paciente viene a su terapia a hablar de lo que sintió después de contarle a alguien sobre su orientación sexual: alivio, por quitarse “un peso de encima”.
Abriendo las puertas
La salida del armario de una persona significa la revelación de su elección de objeto homosexual, o sea, el asumirse como lesbiana, gay, o como otra categoría estigmatizada (bisexual, transexual) frente a un círculo de otros cercanos.
De esta manera, el coming out of the closet es un hecho de lenguaje, hay algo que es necesario ser dicho, pero ¡ojo! El analista deberá tener en cuenta cómo está “armado” su paciente, cuál es su estructura clínica y cómo es su contexto (familiar, laboral, de redes, etc), de otro modo posiblemente esté cayendo, el profesional, en el error de empujar al analizante a un acting, por dirigir otro imperativo, opuesto al primero, y poco cuidadoso, que sería: “decilo”.
Me refiero además a que, como terapeuta, uno no se debe olvidar que cada proceso es singular, que cada individuo tiene su tiempo lógico y no sólo cronológico: “La palabra, como nos lo prueban los bebés octogenarios o los ancianos de veinte años con los que todos tratamos todos los días, nada tiene que ver con la edad, sino con la aptitud de un individuo que por fin se hace libre, autónomo en su pensamiento, es decir, sujeto de sí mismo, y no de las circunstancias exteriores de su trabajo, de un discurso o del dinero que recibe, para amar, decidir, asumir[vii]”.
Cito nuevamente: “Ahora bien, es un hecho que ninguna superación, ningún salto se produce sin el sufrimiento[viii]”. Esta oración puedo relacionarla con que lo que se diga en la salida del clóset no es sin costos (no obstante estar totalmente adentro de aquel acarrea más consecuencias negativas), y siempre es necesaria la elaboración del suceso en un tiempo posterior.
¿Se transfiere, en la salida del placard, la angustia al otro? El coming out de alguien produce en los demás angustia porque eso que debería haber permanecido velado (que el sujeto siga “tapado”, que no hable sobre su orientación homosexual) salió a la luz. Muchas veces para la familia o los amigos de una persona lesbiana o gay, la revelación de la homosexualidad de esta última es algo inesperado, se produce la angustia porque justamente para aquellos se trata de algo loco que irrumpe. Por tal motivo, en muchos de los seres cercanos a la lesbiana o al gay posteriormente opera la desmentida, el no querer saber nada de ello, a pesar de que ya se lo conoció.
Conclusión
Siempre habrá algo del orden de lo inabordable del todo en el proceso de la salida del ropero. Casi sin pausa, uno sale, entra otro. El hijo habla, el padre silencia. Los militantes gritan, la sociedad vocifera: “¿por qué no se lo guardan?, ¿qué necesidad tienen de contarlo?, ¡eso tiene que permanecer en su privacidad!”.
Y también, casi sin pausa, ciertos sujetos continúan cumpliendo el imperativo de mentir, de esconder, de silenciar, por lo cual sus cuerpos siguen sintomatizando. Porque lo que no pasa por la palabra, se aloja en el soma.
Por razones de género, al varón heterosexual se le permite manifestar su objeto de deseo, se lo autoriza a silbar a la dama que transita por la vereda y se lo habilita para que cuente sus amoríos con cuanta mujer respire, sea dicho hombre casado, soltero, viudo o divorciado.
Para la mujer lesbiana o el varón gay se alza una proscripción, la de la libertad de expresar un vínculo afectivo sexual con alguien de su mismo sexo o género, en el mejor de los casos, si es que previamente tal sujeto se autorizó a sí mismo para poder vivir ese, su amor.
Es por tal motivo que muchas veces el consultorio es el espacio exclusivo para que una relación homosexual pueda ser contada y actualizada. Como lugar complementario, un grupo de pares se transforma en un círculo ideal para que un ser pueda sentirse escuchado, comprendido y sostenido por otros semejantes que no apuntan a herir con juicios valorativos negativos, que no lo colocan como un blanco móvil para la violencia.
Espacios funcionales como grandes vestidores preparados para contener a los distintos placares para que puedan complementarse, descubrirse, identificarse, asumirse y respetarse. Eso que en la heterosexualidad se produce a la intemperie y con visibilidad sin velo, en la homosexualidad contemporánea sólo puede producirse en áreas protegidas, a resguardo, como un rito sagrado de adultos que se reconocen a sí mismos y a sus pares como iguales en lo diverso.
Lugares y redes para que el clóset deje de ser un síntoma en sí mismo, regiones preparadas para que los que hablen sean los propios protagonistas y no sus cuerpos productores de síntomas, somas verborrágicos de dolores.
Publicado el 05 de febrero de 2010 en la revista virtual para la diversidad sexual y de género de Hispanoamérica Knot, Anudando las diferencias, número 5.
“El cuerpo para el psicoanálisis es algo a construir por
identificación con un Otro, identificación fundante, primaria
para Freud, que luego Lacan retoma en su conceptualización
del estadío del espejo. Es, además, un territorio erógeno, una
superficie de otro orden de lo netamente biológico, orgánico.
Como a los humanos el lenguaje nos precede, el cuerpo es significante.
Es un lugar que aloja y manifiesta, expresa síntomas
cuando no hay tramitación vía palabra”. Alejandro Viedma.
Introducción
En este escrito intentaré recorrer algunos de los puntos que estoy empezando a ordenar, ciertas cuestiones sobre las especificidades en la clínica con lesbianas y gays, es decir, qué particularidades son repetitivas en los discursos e historias de vidas de estos sujetos, repeticiones que pueden aflorar a causa del malestar de nuestra cultura contemporánea, a pesar de que desde la clínica psicoanalítica siempre apuntamos al caso por caso, a las dificultades singulares que se nos presentan a los terapeutas en cada demanda de análisis.
A modo de adelanto, comparto con los lectores que lo primero encontrado en todos los relatos de estos pacientes fue: la recepción (de la transmisión), la internalización y la reproducción del mandato “no se lo digas a nadie” (mandato/consigna que lesbianas y gays en los últimos tiempos desafían y traspasan), por lo cual los que rodean a estas personas se dividen en dos grandes subgrupos, en dos campos distintos que abarcan “los que saben” y “los que no saben” de su orientación sexual y expresión de género.
La tríada circulación-interiorización-reproducción del imperativo de ocultar la “elección” de objeto homosexual desencadena acciones que empujan al sujeto gay o a la sujeto lesbiana a “enclosetarse”, a armar su propio ropero y meterse en el mismo, transformándose ese hecho en procesos singulares que arrojan semejanzas pero también, por la variable de género atravesando, diferencias entre lesbianas y gays[i].
Lo inagotable del coming out of the closet
El coming out of the closet (expresión inglesa que designa el acto de una persona homosexual de revelar la orientación sexual a las personas cercanas) es un proceso, indicado en el uso del gerundio del verbo “saliendo”. Es un proceso porque la salida del armario no es de una vez y para siempre. Como todo proceso abarca etapas en su recorrido, ya que para salir del placard son precisos varios pasos previos y los primeros justamente guiaron al sujeto a ingresar en ese espacio imaginario.
El que está dentro del clóset es una persona que tuvo la necesidad de tapizarse, de cubrirse, de revocarse, de auto exiliarse, de aislarse al modo de llevar consigo un walkman (¡qué antiguo soy!) gigante cuyos auriculares abrigan todo su cuerpo y su interior, y lo defienden de ciertos ataques externos.
¿Cuál es el principio del principio, el comienzo de este proceso de empezar a almacenar, a guardar cosas en la alacena, en los aparadores? Es un acto solitario, acto amoroso por no deshonrar al otro, por sentir un deshonor si se lo “traicionara”.
Así, empieza un dilema entre las propias lealtades y las posibles traiciones propinadas al otro. De hecho, si tenemos en cuenta que el término en inglés para nombrar a una persona heterosexual es straight, el cual significa transparente, recto, leal, honesto, ¿sería el gay tapado un individuo desleal, deshonesto, quien esconde algo? Se instala la duda entre hacerle caso a la legitimidad de la propia verdad que lo viste como íntegro o el fraude hacia los demás. El sujeto empieza a mentir y luego a enredarse con esos inventos por miedo a que lo salpiquen insultos o por las fantasías que surgen del temor a aterrorizar a la horda que lo rodea, a posicionarla en el lugar de víctima.
Relacionando lo precedente con ciertos párrafos de Pierre Rey, que volcó en su gran novela Una temporada con Lacan, transcribo: “Un mentiroso dice: “Miento.”
Al decir “miento” dice la verdad.
Y si la dice ya no miente. En estas condiciones sigue mintiendo, pero si miente es porque dice la verdad confesando ser un mentiroso.
Por consiguiente, diciendo la verdad cuando reconoce mentir, vuelve a ser mentiroso al asegurar que miente.
Conclusión: se puede mentir porque se dice la verdad, y a la inversa, decir la verdad cuando se miente”[ii].
“… toda mentira no es más que el punto focal del lugar donde la verdad se manifiesta…”[iii].
Entonces, se comienza a construir un mundo propio dentro de una burbuja, que más que tener la capacidad de disolverse fácil y rápidamente, va transformándose en una armadura que hasta puede llegar a oxidarse con el paso del tiempo, a fusionarse con otros aspectos de la subjetividad y así producir efectos malignos, dañinos intra muros.
Efectos subjetivos del clóset, la angustia
Para cualquier persona, el estar en el clóset trae aparejado ciertas consecuencias. En algunas ocasiones se hacen presente síntomas por la homofobia (primero presente en todos los lazos afectivos y sociales y luego internalizada), síntomas que son modos de evitación de la “condición angustiante”, en términos freudianos.
Como señala Rey, “La creación nunca se debe a una felicidad. Es el resultado de una carencia. Es el contrapeso de una angustia (…)”[iv].
La angustia es un afecto siempre constatable en lesbianas y gays por los miedos (por ej., al rechazo) que experimentan dichos analizantes. Angustia que a veces se encuentra en un callejón sin salida porque el sujeto se enmaraña en silencios y ocultamientos laberínticos, a causa de la exposición impune de contenidos homofóbicos en las interacciones cotidianas, por ejemplo en las escuelas, los trabajos, los medios de comunicación, etc.
José Arturo Granados Cosme opina que “Hay evidencias empíricas acerca de mayores índices de intento de suicidio, angustia y depresión en los homosexuales, en comparación con la población heterosexual (Stronski y Remafedi, 1998). Con este conjunto de riesgos se configura un perfil de daños a la salud mental de los homosexuales que tiene en la homofobia su determinante cultural más profunda (…)[v]”.
Aquella burbuja que ha sido evanescente porque explotó al chocarse contra la primera pared heteronormativa, paradójicamente también fue deviniendo en callo en la estructura del sujeto que se enmascara, porque ese vivir en el placard actúa a modo de objeto contra fobígeno ante la angustia. Continúo con Rey:
“(…) el embrión de poder que yo ejercía era lo que me hacía adoptar la máscara que imaginaba era lo adecuado al ejercicio de ese poder: no dejar traslucir nada de las emociones, no exhibir los estados de ánimo, no decir nada para sentirse protegido del Otro por la desazón que en él, como un espejo opaco, provoca el silencio, no evocar nunca el objeto de nuestro deseo para conservar una posibilidad de que se cumpla, dar vuelta en torno a las cosas, disimular (…).
Utilizar los dos viejos escudos de la represión, el supuesto pudor, esa máscara que sella los labios ante las rebeliones y remite al torbellino de palabras que se pudren por no pronunciarse nunca, y la irrisión, flanqueada por los estereotipos que dependen de ella…[vi]”.
Para la sujeto lesbiana o el sujeto gay que está en el clóset, la angustia, al decir de Freud, tendría la función de señal de alarma por el peligro ante algo, peligro por una inminente pérdida de amor, por la posibilidad de desalojo, de exilio proveniente del Otro.
Jacques Lacan, en el seminario X, nos dice que la angustia emerge cuando aparece algo en ese lugar (en el espejo) donde no se debería ver, donde debería haber una opacidad, cuando se produce lo visible en un punto opaco. Otra definición de la angustia sería: lo que no tiene palabra.
El espacio imaginario luego deviene real. Ese objeto armario convivirá con la persona gay o lesbiana hasta que lo pueda “donar” a un otro, tiempo en el cual se perturba el silencio. Allí algo logra aflojarse, cuestión que puedo escuchar cada vez que un paciente viene a su terapia a hablar de lo que sintió después de contarle a alguien sobre su orientación sexual: alivio, por quitarse “un peso de encima”.
Abriendo las puertas
La salida del armario de una persona significa la revelación de su elección de objeto homosexual, o sea, el asumirse como lesbiana, gay, o como otra categoría estigmatizada (bisexual, transexual) frente a un círculo de otros cercanos.
De esta manera, el coming out of the closet es un hecho de lenguaje, hay algo que es necesario ser dicho, pero ¡ojo! El analista deberá tener en cuenta cómo está “armado” su paciente, cuál es su estructura clínica y cómo es su contexto (familiar, laboral, de redes, etc), de otro modo posiblemente esté cayendo, el profesional, en el error de empujar al analizante a un acting, por dirigir otro imperativo, opuesto al primero, y poco cuidadoso, que sería: “decilo”.
Me refiero además a que, como terapeuta, uno no se debe olvidar que cada proceso es singular, que cada individuo tiene su tiempo lógico y no sólo cronológico: “La palabra, como nos lo prueban los bebés octogenarios o los ancianos de veinte años con los que todos tratamos todos los días, nada tiene que ver con la edad, sino con la aptitud de un individuo que por fin se hace libre, autónomo en su pensamiento, es decir, sujeto de sí mismo, y no de las circunstancias exteriores de su trabajo, de un discurso o del dinero que recibe, para amar, decidir, asumir[vii]”.
Cito nuevamente: “Ahora bien, es un hecho que ninguna superación, ningún salto se produce sin el sufrimiento[viii]”. Esta oración puedo relacionarla con que lo que se diga en la salida del clóset no es sin costos (no obstante estar totalmente adentro de aquel acarrea más consecuencias negativas), y siempre es necesaria la elaboración del suceso en un tiempo posterior.
¿Se transfiere, en la salida del placard, la angustia al otro? El coming out de alguien produce en los demás angustia porque eso que debería haber permanecido velado (que el sujeto siga “tapado”, que no hable sobre su orientación homosexual) salió a la luz. Muchas veces para la familia o los amigos de una persona lesbiana o gay, la revelación de la homosexualidad de esta última es algo inesperado, se produce la angustia porque justamente para aquellos se trata de algo loco que irrumpe. Por tal motivo, en muchos de los seres cercanos a la lesbiana o al gay posteriormente opera la desmentida, el no querer saber nada de ello, a pesar de que ya se lo conoció.
Conclusión
Siempre habrá algo del orden de lo inabordable del todo en el proceso de la salida del ropero. Casi sin pausa, uno sale, entra otro. El hijo habla, el padre silencia. Los militantes gritan, la sociedad vocifera: “¿por qué no se lo guardan?, ¿qué necesidad tienen de contarlo?, ¡eso tiene que permanecer en su privacidad!”.
Y también, casi sin pausa, ciertos sujetos continúan cumpliendo el imperativo de mentir, de esconder, de silenciar, por lo cual sus cuerpos siguen sintomatizando. Porque lo que no pasa por la palabra, se aloja en el soma.
Por razones de género, al varón heterosexual se le permite manifestar su objeto de deseo, se lo autoriza a silbar a la dama que transita por la vereda y se lo habilita para que cuente sus amoríos con cuanta mujer respire, sea dicho hombre casado, soltero, viudo o divorciado.
Para la mujer lesbiana o el varón gay se alza una proscripción, la de la libertad de expresar un vínculo afectivo sexual con alguien de su mismo sexo o género, en el mejor de los casos, si es que previamente tal sujeto se autorizó a sí mismo para poder vivir ese, su amor.
Es por tal motivo que muchas veces el consultorio es el espacio exclusivo para que una relación homosexual pueda ser contada y actualizada. Como lugar complementario, un grupo de pares se transforma en un círculo ideal para que un ser pueda sentirse escuchado, comprendido y sostenido por otros semejantes que no apuntan a herir con juicios valorativos negativos, que no lo colocan como un blanco móvil para la violencia.
Espacios funcionales como grandes vestidores preparados para contener a los distintos placares para que puedan complementarse, descubrirse, identificarse, asumirse y respetarse. Eso que en la heterosexualidad se produce a la intemperie y con visibilidad sin velo, en la homosexualidad contemporánea sólo puede producirse en áreas protegidas, a resguardo, como un rito sagrado de adultos que se reconocen a sí mismos y a sus pares como iguales en lo diverso.
Lugares y redes para que el clóset deje de ser un síntoma en sí mismo, regiones preparadas para que los que hablen sean los propios protagonistas y no sus cuerpos productores de síntomas, somas verborrágicos de dolores.
Bibliografía:
*Freud, Sigmund, “Inhibición, síntoma y angustia”, en Obras completas, Vol. XX, impreso en los Talleres Gráficos Color Efe, Bs. As., 1996, Amorrortu editores.
* Granados Cosme, J.A., “Orden sexual y alteridad. La homofobia masculina en el espejo” en Nueva Antropología, Vol. XVIII Nº61, septiembre 2002.
*Lacan, Jacques, “La Angustia”, Seminario 10, 1962—1963, Versión íntegra.
*Rey, Pierre, “Una temporada con Lacan”, Cuarta edición (Argentina): agosto de 1997, Ed. Planeta.
*Viedma, Alejandro, http://www.alejandroviedma08.blogspot.com/
Notas
[i] Una de esas diferencias la puede constituir el hecho de que una pareja lésbica pasa más desapercibida que otra conformada por dos varones, ya que entre chicas no está desaprobada la demostración de afecto en lugares públicos, no así entre varones, por lo que esas mujeres caminando de la mano pueden ser consideradas “mejores amigas”, sin levantar demasiada sospecha de una relación amorosa.
[ii] Rey, 1997: 139.
[iii] Ibidem.
[iv] Ibidem, p. 19.
[v] Granados Cosme, 2002: 95.
[vi] Rey, 1997: 132.
[vii] Ibidem, p. 181.
[viii] Ibidem, p. 92.
[ii] Rey, 1997: 139.
[iii] Ibidem.
[iv] Ibidem, p. 19.
[v] Granados Cosme, 2002: 95.
[vi] Rey, 1997: 132.
[vii] Ibidem, p. 181.
[viii] Ibidem, p. 92.
35 comentarios:
Hola Ale: muy bueno el artículo, creo que de los de tu producción es el que más me gustó hasta ahora.
Ayer vi la película “La vida de los otros”, trata sobre la Alemania antes de la caída del muro. Los artistas y todos los que pensaban distinto al gobierno eran proclives al suicidio; no podían expresar lo que sentían por miedo a ser condenados. La tasa de suicidio era secreta y considerada un costo necesario para el bien del país.
Siento que lo más terrible de nuestra sociedad es que todo el discurso, forma de ser y parámetros son “heterocéntricos”. Por lo cual, por más que salgas del closet, todo transcurre con esos parámetros y el diferente es simplemente apoyatura por lo contrario. Siendo esto un pensamiento personal habiendo salido del placard, se ve, como vos decís, que se sale de a poco, que algunas partes mías siguen adentro y peleadas con el “heterocentrismo” de nuestra sociedad.
Seguí produciendo cosas tan buenas para nuestra comunidad, que ayudan a pensar y bajar la angustia.
Te quiero mucho amigo y colega.
Besos.
José Luis.
Hola, querido Ale! He leído el artículo. Me parece muy descriptivo del proceso que experimentamos. Muy interesante eso de preguntarse por el principio del principio, por esos primeros pasos que nos llevaron a ingresar en ese espacio imaginario del closet; el profundizar ese silencio (en uno de sus aspectos al menos) como un acto de amor hacia otro u otros que nos desearon diferente a lo que somos. Tal vez hasta podría subrayar que eso mismo se desarrolla en silencio incluso para el propio sujeto. Un silencio para los otros que a veces se hizo silencio para uno mismo. Otro punto que podría complementarse es aquel párrafo de la mentira y la verdad: digo la verdad cuando digo que miento. Puede ser útil la mención de la resolución de las paradojas de Russell y en este sentido, el grupo de homosexuales donde un homosexual puede hablar de su objeto de atracción sin ser censurado, puede ser pensado como una relación de segundo orden donde decir la verdad acerca de que miento se vuelve transparente y recto. Buenísimo el artículo. Besos.
Robert, desde Mendoza.
Ale, leí tu escrito y quiero decirte algunas cuestiones que me parecen o llamaron mi atención...
En cuanto a reflexiones, me puse a pensar que cada sujeto construye su vida a partir de una ficción, todos hemos construido a partir de la carencia, no importa la orientación sexual, como dices ahí, pero es ficción, y es a partir de la interacción con otros cuando eso se legitima como verdadero o falso. ¿Qué diferencia al gay/lesbiana que miente sobre su orientación del hombre hetero casado con una amante y tal vez una familia paralela? O al obsesivo que siempre quiso ser músico pero estudió Medicina, y lo sintomatiza en alguna práctica extraña... Me parece que tiene que ver con que la ficción que construimos todos, la hacemos sobre la base de imaginarios e ideales de otros (padres, amigos, religión, escuela, Estado, etc.).
Para mi al gay/lesb se le juega algo posterior y distinto y es que no logra comulgar con los ideales que le vienen del Otro, como propios, y ahí en ese desencuentro tiene las mismas opciones que tienen todos cuando esto pasa: o se rinde ante ellos y los simula como propios, o se escinde en sus relaciones con otros entre los que saben y los que no (como dices), o se forja un camino causado por nuevos ideales (el arte, la militancia, etc.).
Para mi en el placard (fantasma) estamos todos, creo que no es exclusiva la salida del placard de la comunidad homosexual...
Y cuando nuestro placard en algún momento es develado, cuando el otro amenaza con entrar o con sacar algo que uno no sabe que estaba o no quería mostrar, esto deja una sensación de perplejidad.
Para todos salir del placard requiere una apuesta, por eso a veces es más angustiante salir que quedarse adentro. Tu artículo lo marca muy bien, me gusta el tema de la sorpresa, de la angustia traspasada al otro, las citas de Rey...
Me parece muy interesante todo, me pone a pensar un montón... Espero que sea el primero de muchos intercambios!!!!!! Dime luego qué vas pensando...
Cuando quieras, un cafecito! Besos.
Lic. Ángela C.
Hola Ale! Estuve leyendo atte tu escrito y está muy bueno. Coincido en todo lo que decís, nuestros procesos y visibilizaciones son tan rupturistas con el orden establecido, que hasta la forma de denominarnos, lingüísticamente hablando, es confusa, parcial y discriminatoria; la oposición en inglés straight-gay es increíble, casi como decir que toda persona "gay" tendría que ser divertida o alegre, según la traducción del inglés...!!!???
Te cuento algo de mi proceso de coming out que reafirma lo que escribiste: yo salí del armario lingüísticamente a los 20/21 años, pero no pude llevarlo a la práctica en forma íntegra, auténtica y sin culpa, hasta los 37/38 años... Y aún estando en pareja, se manifestaron situaciones fluctuantes entre el estar afuera/dentro del armario... Es un proceso largo, duro, difícil, doloroso pero sanador, reconstituyente y pacificador para uno y sus diferentes entornos.
Gracias porque participar del grupo de reflexión que coordinas es una de las pocas buenas cosas que me ha pasado últimamente! Gracias por permitirme y permitirnos entre los asistentes, a través del humor y la solidaridad, exponer y tratar temas delicados...
Gracias a vos y a los compañeros (amigos de la vida, pares de género) por la contención y el afecto! Espero poder devolverles todo lo que me brindan! Quiero que sepan que los voy a necesitar mucho en el 2010 y espero poder ser recíproco ahora y siempre! Tuve mucha suerte en encontrarlos! Un gracias muy especial para vos, Alejandro: sos tan excelente profesional como persona!
Un abrazo,
Alberto L.
Querido Ale:
Desde que leí tu frase “el tabú en acto”, la cual expresaste en un reportaje que te hicieron hace un tiempo en la revista de Crítica, me rompiste la cabeza. Creo que tenés que profundizar ese concepto, que es capital, porque hablar del closet es hablar del tabú, ya que la homosexualidad surge del origen de la palabra que nos define y los sentimientos que anidan eso. Desde lo simbólico, la homosexualidad sigue siendo un tabú. Entonces, me parece que tu frase condensa un montón de elementos que la hacen sumamente poderosa. A mí me impresiona la construcción de discursos que están fundamentados en el tabú, posturas fundamentalistas que calan y se mantienen en un nivel pre consciente o consciente en la sociedad, para que muchas personas queden horrorizadas. Con tu escrito hacés una filigrana sostenida por esa frase.
Respecto a la salida del closet para lesbianas y gays, la posibilidad de su expansión será a partir de conectarse con el vértigo, vértigo que se presenta desde la pregunta: ¿cuál será la reacción del Otro? Y también algo que vos ya habías esbozado en otro de tus artículos: ¿qué está diciendo un sujeto cuando dice que es gay? A partir de ahí, uno puede pensar en varios interrogantes que son subyacentes a dicha salida: ¿cómo lo digo?, ¿desde dónde?, ¿desde el lugar de encuentro con el Otro?, ¿desde la provocación? Es decir, básicamente y ahora desde la posición del analista, como señalas bien, indagar desde qué lugar de la subjetividad de cada sujeto se singulariza ese decir.
Creo que el closet introyecta la angustia, porque se trata de una castración que no es habilitante, ya que el ingreso a la cultura para las lesbianas y los gays es como que se da con la instalación de un alambre de púas.
Me encanta que subrayes cuestiones en tus producciones que no leo en otros autores, como por ejemplo que consideres al placard como un acto de cuidado, un acto amoroso; en esa oración marcás el eje vibratorio de tu texto pues esta instancia emocional no está iluminada y vos le das un marco a un decir que no está naturalizado.
Por otro lado, leo a muchos psicoanalistas con un lenguaje meramente técnico, para técnicos, y vos te parás desde un lugar del psicoanálisis que abre y desde la poética de tu tinta.
Lo que irrumpe para el Otro en la salida del armario del ser cercano que se destapa es loco porque proviene de algo estigmatizado, y loco también porque se lo recibe “inesperadamente”, porque se convoca, en ese instante, al sin sentido.
Qué bueno eso de poner al closet como lugar adaptativo, como señal de alarma ante el peligro, que no es cualquier cosa; a veces el placard es un espacio que uno arma para sobrevivir, ejemplo de ello son los casos extremos, como los crímenes de odio. Si el closet es un mecanismo de defensa para la supervivencia del sujeto, el problema es cuando no está ese placard, porque la exposición al peligro puede ser trágica. Y si se llegó y aún se sigue llegando a estos niveles, hay una responsabilidad social, un elemento de conciencia global operando, del espacio comunitario cómplice, no inocente, que va mucho más allá de lo intrapsíquico o individual de cada lesbiana o cada gay.
Por último, tu visión del closet es una construcción que apunta a la salud, a un elemento de protección válido. Entre los discursos contrarios, los que dicen que el gay no se tiene que mostrar, hablar, besar en público y los que apoyan en forma totalitaria la exposición sin detenerse en lo singular, vos proponés una línea intermedia ligada a lo tierno, a la conexión genuina con el otro, al respeto de uno y los demás.
Tal vez es por eso, estimado Ale, que me encanta cómo escribís vos, más que cuando citás a otros.
Un cariño grande,
Fernando C.
Hola súper colega:
Veo que pusiste al closet como defensa, también del lado de la angustia. Yo veo el closet sí como defensa, para evitar la angustia por traicionar
o defraudar, como decís. Creo que el closet puede funcionar también como impedimento (ya del lado del síntoma), o como inhibición. Me parece que la angustia aparece primero ya ante el rechazo del Otro, a partir de ahí viene el placard. Un acting out podría darse, por ejemplo, si el analista no respetara esos pasos previos, tiempos de cada sujeto a los cuales te referís; como que al proceso del closet hay que duelarlo también. Con respecto a las devoluciones de tus lectores, yo quedaría escindido en mil pedazos, buenísimas, tus escritos despiertan un montón de cosas Ale!
Besos, espero nos veamos pronto.
Diego S.
Querido Ale,
Me encantó el artículo!! Me pareció muy bueno y vi sintetizado en él tanta maduración en tu trabajo y tus lecturas!!
Porfis juntémonos a vernos si tenés un rato. Tengo muchas ganas!!
Abrazote!!
Facundo.
Bueno Alejandro, he leído el artículo, bastante acabado por cierto.
Sobre criterios u opiniones no creo poder ayudar... Quizás sobre impresiones.
Me desconcierta un poco el uso de "sujeto gay", "sujeto lesbiana". Eso es porque no abundan en mi consultorio tales sujetos.
La descripción de "la angustia" es un tanto exponencial, como si estuvieras hablando a gente que nada sabe sobre ella (en su concepto teórico), y a la vez marcando un concepto fuertemente. Por lo demás, casi resuelta sin tanta descripción.
Fijate si el closet es siempre un closet, en un momento aparece la figura de la alacena, y la cosa cambiaría. No se inglés, pero hay en la palabra "closet" algo que también remite a "cerrado", además de placard (como en la película).
Por último, creo que sobre el final del trabajo hay material para desarrollar.
Me ha dado vuelta en la cabeza todo el tiempo, en la lectura de tu texto, la elección sexual de cada sujeto. La elección femenino/masculino, que se desliza en la clínica para histéricos hombres, neuróticas (obsesivas) mujeres... Hay casi una puntuación clínica, en el texto, como si fueran sujetos fóbicos.
Bueno, es todo lo que puedo comentarte en lo que es un texto que, como ya te dije, está bastante acabado. Me gustó. Suerte.
Lic. Nicolás C.
Querido Ale, estuve leyendo tu artículo y me parece que como siempre en tus escritos hay varias cuestiones a repensar y debatir sobre este tema del closet, su salida y las consecuencias de la permanencia en él.
Muy buenas las citas del libro de Pierre Rey. Central y muy buena tu referencia al Seminario X La angustia, de Lacan.
Por otra parte, sentí nuevamente esta capacidad que tenés de que las cosas puedan fluir, tu actitud tanto cuando te leo como cuando converso con vos personalmente es siempre ajustada en tus palabras, respetuosa, cálida también en tu silencio y en tu mirada. Cuando esto yo lo encuentro en el otro me siento cuidado y querido. Gracias por tu escucha y tu cuidado. Cada vez que volví para casa luego de participar de uno de tus grupos, me sentí muy aliviado, como si algo oculto pudiera salir a la luz.
Cuando puedas nos tomamos un café. Abrazo,
Dr Jorge T.
Hola Ale!
Leí tu texto, te paso mi opinión no como psicólogo y sí por lo que viví en algún momento.
El tema me parece interesante. El artículo me pareció bueno, sin embargo, supongo que por mi falta de uso de cierta terminología y algunas citas, me pareció un poco confuso.
Personalmente me quedé un poco intrigado o esperando más información en cuanto a la definición de las etapas que nombras para la salida del closet, quizás porque esperaba poder identificarme más con lo que leía.
También en función de mi experiencia con el grupo, por ahí sería interesante que amplíes un poco más en cómo puede ayudar.
Me gustó mucho la nota a tus colegas sobre el “decilo”, la visión sobre “mentir” y me pegó lo de vivir enmascarado (por experiencia…).
Un abrazo y nos vemos el jueves.
Sebastián M.
Ale
Muchas gracias por este material.
Como tu ya sabes, tengo muchos años de terapia y hay cosas que leo sin problema, pero cuando ya se va a lo más técnico se me complica un poco.
Sin embargo en la última parte del escrito cambiaste la forma, lo hiciste más coloquial.
Bueno, te mando un beso grande.
Roberto C.
Hola Ale! Cómo estás? Leí tu escrito, muy bueno! Si bien había conceptos (palabras específicas) que no conocía, las vas explicando en el relato, pero se nota que lo escribe un profesional. Para mi es entendible porque, como dije, se va explicando con la lectura. Besos,
Lorena L.
Ale,
Acerca de tu artículo, me pareció muy bueno, claro, fácil de leer y atrayente. Hay varias citas de autores, pero son entendibles.
Me gustó una frase tuya sobre el origen de la construcción del placard: "acto amoroso por no deshonrar al otro". Me parece que sí, que hay allí un acto de amor hacia los otros. Pero ese amor choca pronto con el amor a mi propia libertad.
Bueno Ale, suerte. A cualquier gay que lea este artículo lo hará reflexionar, le hará muy bien.
Abrazo,
GusG.
Hola Ale,
Acabo de leer tu texto. Como siempre, muy interesante todo lo que produces (vos decís que estás orgulloso de lo que lees de algunos de nosotros, pero nosotros estamos muy muy orgullosos de nuestro coordinator!).
Por el momento, sólo se me ocurre decir que yo nunca tuve registro de estar angustiado por la cuestión gay. Tal vez porque primero pensé que lo mío era una fase 'absolutamente normal, ya se pasará', y cuando decidí que no iba a ser así, fue una mezcla de alivio y alegría, ayudado por el hecho de rápidamente encontrar un grupo de pertenencia (que no era de lo mejorcito en muchos aspectos, pero para ayudar a asumirme, mandado a hacer, vio?).
Pero, como bien decís, todo tiene un costo. Si bien no tengo registro de angustia, sí lo tengo de somatizar. Mucho. Al día de hoy tengo que tener las alergias y las contracturas bien domesticadas porque si me descuido... Al ataque!
También es cierto que casi cinco años de terapia vinieron muy muy bien.
Cariñitos!
Daniel R.
Ale;
Cómo estás? Pude leer tu texto, te voy a ser sincero como siempre. En el cole siempre odié Filosofía, etc. y por este motivo mi opinión no es un buen referente.
El artículo tiene 5 partes, la 1°, 4° y 5° me parecieron muy copadas y accesibles, siento que en ellas expresas muchas situaciones que me son conocidas.
La 2° y 3° me costaron, sé que es por mis limitaciones, son más técnicas y supongo que por eso me costó entender el hilo conductor.
Besos,
Rafael.
Hola Ale: leí tu escrito, la verdad impresionante. Se me cruzaron un montón de cosas por la cabeza, un montón de preguntas tanto para la persona que está dentro del ropero como para las personas que lo rodean; la pregunta que más me da vueltas es ¿cómo creen que lo ven los otros? (ya que esconde tanto, porque para mi está escondiendo su ser, su esencia), y para las personas que lo rodean ¿cómo lo ven?, porque estoy seguro de que hay un montón, digamos “anormalidades”, es decir, de prejuicios que equiparan, por ej., al gay con el perverso, con el pedófilo. Bueno, otro día te comento las otras, pero la verdad impresionante como siempre.
Pablo P.
Hola Ale, acá te mando lo que fui anotando mientras iba leyendo el artículo, después fui viendo que cosas que apunté las decías después de alguna forma, igual me parece copado mandártelas, quizás con otras palabras se aclaran malos entendidos o se da otra vuelta de tuerca.
Ocultar la homosexualidad por amor al otro, por no mostrarle lo que no quiere saber; yo me siento muy ligado a esto porque ese gay se encuentra en una relación de poder desventajosa, como una forma de seguir viviendo en ese medio, ya que muchas veces no se está preparado para salir de ahí.
Cuando te referís a las semejanzas entre los procesos de enclosetamiento entre gays y lesbianas hablas de género y haces una llamada sobre la invisibilidad del amor lésbico en la vía pública, aceptación por parte de la sociedad, cosa que no se da para los gays, acá se me confunde género con sexo.
Los pasos varios que mencionas en la salida del coming out of the closet, me hace acordar al proceso de duelo, y esos pasos previos como reconocer la desmentida.
Lo del walkman es cierto que te deschava la edad, jeje, pero me parece bárbara la metáfora, el no tener un otro que acepte mi sentir y lo avale, como el estadio del espejo lacaniano, nos lleva a que entremos en un estado de autismo, autoerotismo, desconexión con el mundo tan adverso.
Cuando hablas de esa especie de paradoja/dilema en donde se juegan las propias lealtades vs. traiciones al otro, es genial, es muy loco, qué poca consideración por el propio derecho a sentir y desear lo propio. La mentira de ver a la horda como víctima.
Las citas que haces de Rey… no conozco al autor, pero parece interesante, generan ganas de leerlo. Lo que se me arma es la idea de un síntoma, el closet como un síntoma, de estar entre la espada y la pared, una mentira que habla de una verdad oculta, que lo ligo con esto que decís de donar el armario.
El closet como una estructura cada vez más rígida, una armadura oxidada, es genial, algo de lo cual cada vez es más difícil salir. Que produce efectos malignos, dañinos, ¿alude a enfermos?, ¿o a una mala intención?
Lo de tener en cuenta la singularidad del paciente, su situación particular para ver si está o no y hasta qué punto, en condiciones de salir del closet, me parece re importante, esto que decís de no dirigir otro imperativo: "decilo".
No entiendo la relación entre lo inabordable del coming out y el hecho de que uno sale y entra otro, a mi me suena a dos cosas distintas, lo de lo inabordable me suena a un proceso que no termina nunca, cosa que te he escuchado decir; y lo que uno entra y sale el otro me hace pensar en lo que pones sobre los que lo saben y los que no, y el hecho de que contarlo genera (por lo general, hay gente que en su discurso uno escucha que no tiene rechazo sobre la homosexualidad, pero por algo uno entra en el closet, ¿no?) en el otro un replanteo, un ver qué me pasa con esto, y quizás un conflicto, la necesidad de un reacomodamiento de su sentir, su pensar y su actuar. Y quizás la puesta en escena del tabú familiar/social. Esto que pones que la sociedad no quiere saber, el que lo hagan en el ámbito privado.
Y esto que pones de no evocar el objeto de nuestro deseo para conservar la posibilidad de que se cumpla, me parece beautiful, el miedo, el querer conservar una esperanza, ¿auto mentirnos?, ¿esperar a un otro, imaginar que en algún momento aparecerá un otro que coincida con este deseo, un príncipe azul? Vivir encascarado, muerto (como escribías en un artículo anterior), sin brillo.
El closet como defensa ante la angustia de la pérdida de amor, desalojo, soledad. Por la falta de un otro que funcione como espejo y que diga “sí, está bien, es bárbaro que sientas eso”, el permiso. A mi esto me ha llevado a no mostrar lo que siento.
Genial Ale, muy rico, gracias por compartirlo, espero mis palabras te sirvan de algo. Abrazo grande.
MAXI.
Hola Ale, me tomé un tiempo para leer el artículo que escribiste, como siempre me pareció muy interesante y me disparó varias reflexiones sobre mi historia personal.
Cuando hacés la pregunta ¿Cuál es el principio del principio, el comienzo de este proceso de empezar a almacenar, a guardar cosas en la alacena, en los aparadores? Me puse a reflexionar sobre la misma…
Cuando tenía 12 años, ya me gustaban mis compañeritos de escuela y tenía algunos juegos sexuales con un amigo que era un tanto afeminado; por ser afeminado este chico era bastante discriminado por los varones. Pienso que nunca me gustó que me trataran igual que a este chico, por lo cual me coloqué en la vereda de enfrente y traté, por todos los medios, de que mis amigos y compañeros supieran que yo “no era como él”, tanto es así que terminé por dejar de tratarme con este chico, a pesar de que la pasaba muy bien con él…
Ésta es la primera vez que empecé a “meter en el armario” lo que sentía; si hubiese sido una chica, quizás hubiésemos estado a los besos y de la mano por ahí. Pero lo que me resulta más interesante es que no sólo comencé a meter en el armario lo que sentía, sino que comencé a imitar el accionar de las personas que no aceptaban al “maricón”, por suerte nunca fui agresivo, sino seguramente hubiese llegado hasta a agredirlo verbal o físicamente, pero lo cierto es que traté de no mezclarme con “esa gente”.
Con el tiempo comencé a elaborar y emitir un discurso de aceptación, que iba de la mano de la propia aceptación de mi preferencia sexual. Esta aceptación no fue nada fácil, puesto que tenía culpa de decepcionar a mi entorno, como bien lo expresás en tu texto, y eso me producía una profunda angustia (recuerdo que en ese momento, finales de la secundaria, yo me consideraba todavía católico y en más de una oportunidad me encontré llorando mientras rezaba y me preguntaba ¿por qué me tenía que pasar eso a mí?).
Sobre el final de tu artículo, mencionás la importancia del grupo de pares, esto fue (y es) clave para mí, puesto que comencé a relajarme y la angustia comenzó a desaparecer cuando conocí a un chico, a los 22 años, con el cuál tuve mi primera relación sexual. Él me escuchó, me invitó a salir a bailar con sus amigos, me insistió para que saliera, que conociera gente, etc. Fue el comienzo de mi coming out.
Luego de tomarme un tiempo para reflexionar sobre “el tema” (homosexualidad), le dije a mi madre que no me estaba sintiendo muy bien y que tenía ganas de ir a un psicólogo, averigüé y fui a una psicóloga que me recomendaron; luego de las primeras dos sesiones ella me hizo una devolución y me dijo que mi homosexualidad no era, o no debía ser, un problema en mi vida, que mi problema era las relaciones que yo establecía, como mis familiares y amigos cercanos… Recuerdo que en ese momento pensé “si no vamos a hablar sobre mi homosexualidad, ¿para qué estoy acá?”, y bueno, luego de pensarlo durante la semana, me dí cuenta que si la homosexualidad no era un problema, entonces no tenía sentido seguir yendo a terapia, por lo que en la tercera sesión le dije a mi terapeuta que no iba a continuar con la terapia…
En esa misma semana tomé la decisión de decírselo a mi amigo más cercano y empezar a abrirme a mi entorno, recuerdo que me movilizó mucho el darme cuenta que era un mentiroso, un falso; porque mi amigo me contaba todo lo que le pasaba y yo no le contaba nada de mí.
Como era de esperar, mi amigo me aceptó y me dio ánimo para que conociera gente y que saliera, etc. Lo mismo con todos los que siguieron después (salvo uno).
Ahora pienso ¿hasta dónde me encuentro fuera del closet?, porque me doy cuenta que prefiero seguir tratándome con gente gay o lesbiana, y me cuesta mucho entablar amistad con personas heterosexuales; quizás sobreviva el temor a la burla, el insulto o el menosprecio…
Sigo...
Y también pienso hasta dónde está bien seguir planteando al ser humano en las casillas gay/hetero/bisexual, y si estas casillas no hacen más que confundir al individuo común y corriente; cada una de estas categorías trae aparejada una serie de imágenes colectivas en las que uno mismo se posiciona al asumirse, o “meterse” en una de ellas. Una de las cosas que más me costó es “despojarme” de las imágenes que me había construido, creyéndome heterosexual, y armarme imágenes sobre mi presente homosexual; quizás si no planteáramos a los seres en esta tricotomía, sino como seres sexuados que pueden oscilar entre una u otra relación con seres del mismo o distinto género, sin que esas relaciones lo definan al sujeto como gay/hetero/bisexual, sería menos angustiosa la vida. Esto se relaciona con los límites de la visión dicotómica de género varón/mujer, que plantean Lohana, Marlene o Mauro Cabral…
Para terminar, te cuento que hace un par de años escuché en algún lado a un médico, candidato al premio nobel, que decía que el ser humano evolucionaba naturalmente hacia la bisexualidad. Creo que en un futuro la lucha no será por la aceptación e igualdad ante la ley de las personas más allá del género o la orientación sexual, sino por la destrucción social de estos dos postulados, espero estar vivo para verlo…
Nos vemos en la semana.
Un abrazo,
Marco F.
Ale;
El artículo me parece magnífico porque haces una descripción maravillosa de la problemática del asumirse, si bien no conozco muy a fondo a las lesbianas en este tema, nosotros somos el fiel reflejo de lo que vos expones, de hecho yo tomé este tema para la charla en el grupo de reflexión porque creo que en todos es el momento más importante por el que transitamos en nuestro camino homosexual.
Creo, como bien lo describís, que muchos piensan que es más fácil ocultarlo y silenciarlo el mayor tiempo posible, para evitar, ese momento, lo que no perciben, quizás es el daño interno que se producen, las noches de insomnio, de cómo encarar el tema, los trastornos físicos que pueden tener y todo lo que sabemos.
Es verdad que cada persona es un proceso singular, y como a muchos les pasó, que por no tener una ayuda terapéutica especializada que lo oriente de acuerdo a su personalidad en esa salida del closet, o un grupo como el nuestro en donde uno recoge las experiencias de otras personas, lo hacen a su manera y a veces lo manifiestan de una forma que si no produce el efecto esperado, el encierro va a ser más agudo que antes de salir y, como bien decís, puede llegar a un suicidio, las estadísticas lo confirman.
Me encantó ya que haces un análisis perfecto de los distintos estereotipos de personas
y de la gran problemática de salir del closet y ser uno mismo; siempre es preferible sufrir, pero ser uno mismo, que sufrir mintiéndose a si mismo y a los demás.
Un abrazote,
Héctor M.
HOLA ALEJANDRO:
EXCELENTE TU ESTUDIO SOBRE GAYS Y LESBIANAS.
BESOS
ENRIQUE
Ale, tu relato muy interesante, como siempre da mucho para pensar y debatir. Lo que me gusta cuando leo algo escrito por vos, es que en tus palabras puedo percibir la pasión que sentís por tu trabajo, y eso está buenísimo. Además me encantó tu homenaje a los años 80', "un walkman"???, ¿sabías que en España se lo conocía como "tocapaseo"? Ale, un abrazo y nos vemos el miércoles. Alejandro :)
Querido Ale!!!
Leí tu artículo, me sonó súper profundo y para un nivel de psicólogos y/o docentes en adelante.
Besos
Fede V.
Alejandro;
Este próx fin de semana voy a dedicarle su tiempo a tu texto.
Te agradezco que compartas con nosotras tus reflexiones, también te agradezco tus intervenciones en el seminario que fueron siempre abriendo a nuevas preguntas, lo cual para mí ha sido de importancia. Se notaba cuando no estabas presente.
Gracias también por la compañía, y como te dije recién: la presencia y las preguntas-
Cariños
Mirtha B.
Hola Alejandro,
En cuanto a tu trabajo, me parece que es un tema muy interesante de pensar. Desde el psicoanálisis lo más importante es ver la relación del sujeto al falo y no tanto su orientación sexual. Además no todo pasa por la relación poner palabra-liberación. Te recomiendo, si aún no lo leíste, el seminario 4 de Lacan.
Un cariño.
Carola O.
Hola Alejandro.
Lo que puedo decirte es que me pareció muy real la conclusión y creo que asi es en la práctica, en mi humilde entender. Te felicito y adelante, a seguir escribiendo.
Te mando un abrazo grande.
José
¡EXCELENTE!
Creo que te voy a tener muy en cuenta a la hora de escribir mi tesis, jaja.
Un beso y seguí escribiendo como lo haces.
ALEJANDRO:
LA VERDAD ES DIFÍCIL PONER EN PALABRAS ESCRITAS TODO LO QUE TENGO PARA DECIRTE. POR EMPEZAR “GRACIAS”… GRACIAS POR TODO LO QUE ME AYUDASTE A LO LARGO DE ESTE LARGO TIEMPO… GRACIAS POR APUNTALARME Y PERMITIRME CONSTRUIR TODO ESTO QUE HOY SOY… EL ESPACIO TERAPÉUTICO, VOS LO SABÉS, FUE EL PELDAÑO QUE DÍA A DÍA ME PERMITIÓ ESCALAR MÁS ALTO Y MÁS SEGURA DE MÍ MISMA. SOS UN EXCELENTE PROFESIONAL, PERO POR SOBRE TODO UNA EXCELENTE Y HERMOSÍSIMA PERSONA!!! AGRADEZCO INFINITAMENTE HABERTE CONOCIDO Y ADEMÁS SOS EL HOMBRE QUE MÁS ME ACOMPAÑÓ Y ME BANCÓ!!!
ALE… DESEO LO MEJOR PARA TU VIDA, TE DESEO CON TODO MI CORAZÓN LA MAYOR DE LAS FELICIDADES Y QUE TODOS TUS DESEOS SE HAGAN REALIDAD! GRACIAS, GRACIAS POR TU HONESTIDAD, POR TUS PAÑUELOS PARA MIS LÁGRIMAS Y TODOS ESOS SIMPLES GESTOS QUE PARA MÍ SIGUEN SIENDO INMENSOS, INFINITAMENTE LLENOS DE CARIÑO… SIEMPRE TUVISTE UN PODER SOBRE MÍ: EL PODER DE QUE TUS PALABRAS DEJARAN HUELLAS IMBORRABLES Y ECOS EN MI ALMA… ASÍ RESUENAN EN MÍ HASTA EL DÍA DE HOY!
LO MEJOR PARA VOS, DE NUEVO GRACIAS POR SER TODO ESO QUE LOS PACIENTES NO DEBEMOS DECIR, NI PENSAR: MI CONFESOR, MI OREJA, MI VOZ INTERIOR, MI GUÍA, MI MAESTRO, MI DE TODO UN POCO… Y MI TERAPEUTA.
DE: FERNANDA (TU PACIENTE…)
Gracias Ale querido, voy a tomar en cuenta lo que escribiste en tu texto.
Como siempre hacés que incorpore más cosas y preguntas. GRACIAS AMIGO!!!!!!!!!!
besote grande
marcelo
Hola Ale
La pasamos muy bien en el grupo.
La carta de tu paciente es hermosa, tiene que ver con el propio analista, todo lo que se "construyó" en tranferencia, para que se desplace a la vida misma, ahora están los frutos.
Es muy gratificante recibir estas devoluciones.
Besos Die
Hola Alejandro! Muchisimas gracias por subir ese articulo a tu Blog, la verdad sumamente interesante.....pareciera que ciertos dolores y situaciones se repitieran en casi todos no? te mando un gran abrazo y felicitaciones , como te dije antes , sos un lujo de Psicologo.-
muchas gracias por la nota y seguire pasando muy probablemente ya que me parese muy interesante las cosas que hay.
saludos, agus =)
Estimado licenciado, me late explicarle que llegué a su página de casualidad y me sucedió algo parecido a cuando me enamoré la 1ª vez, me deslumbró, me fascinó, no pude dejar de leerla, visitarla en mi cotidianidad. Su escritura tiene algo especial, que no puede ser de otra manera que ud lo sea también, no lo conozco pero sus escritos hablan de una persona profesional que no deja de ser un humano dulce, cuidadoso, poético, directo, serio y con humor al mismo tiempo. Además me cuelgo leyendo los mjes que sus visitantes le dejan y opino como ellos. Qué lindas cosas le escriben. Hay gente que lo conoce y gente que no, pero todos le dejan palabras hijitas de sus palabras, de sus producciones tan importantes para tanta gente. Me da la sensación de que ud puede conjugar su profesión y la militancia en la diversidad sin caer en riesgos, por ahí le decían que admiraban su pasión por su trabajo, yo percibo que tiene pasiones varias… Le mando un cariño afectuoso, ya seguiré comentando sus post. Soy de la provincia de Bs As y me llamo Zulema. Hahhh Casi me olvidaba de preguntarle o aconsejarle, disculpe mi atrevimiento pero ¿cuándo va a lanzar un libro de su autoría? Yo sería una de las primeras en comprarlo.
Hola Alejandro,
Tu artículo se inscribió en la edición No. 05 de Knot, el material nos pareció excelente, un buen tema tratado profesionalmente. Usando tus mismas palabras cuando me lo enviaste, “quedó redondito”. Constatamos que es un honor tenerte entre nuestras páginas.
Gracias por anudarte a Knot.
Saludos,
John Ever Ortiz
Director General Knot.
Hola Ale:
Leí tu blog y me encantó lo último que escribiste, no cabe duda que te admiro sobre manera y valoro muchísimo tu amistad. Eres un PROFESIONAL y se percibe el amor a tu vocación en cada reflexión y pensamiento que plasmas.
Me encantaría que algún día mi familia se detuviera a pensar un poco en todas esas situaciones, en cómo DUELE mantenerse DENTRO de un caparazón para, irónicamente, EVITAR EL DOLOR DE SER RECHAZAD@.
EXCELENTE como siempre amigo!
Mi admiración y respeto sinceros.
No he podido evitarlo Ale, he leído un par de veces más tu artículo y cada vez descubro más la riqueza de tus apreciaciones.
Evidentemente el nivel de reflexión es impresionante, pues tienes una facilidad para describir procesos que pasan desapercibidos para el común de la gente, claro es que tu experiencia da frutos con tal sabiduría. No sabes en verdad cómo me gustaría conocerte personalmente, confío que algún día podamos charlar y disfrutar de tan ameno encuentro... porque eso sí, no faltará la carcajada ni la profundidad en un intercambio de ideas y sentires.
Me queda claro que al formar parte de la MINORíA, quienes estamos vulnerables a la agresión del OTRO (la MASA e INMENSA MAYORÍA) no podemos prescindir de un acompañamiento durante ese proceso de salir del clóset. Sin embargo, resulta imperativo también buscar mecanismos de concientización para mover el resto de las conciencias, es decir, también el homófobo necesita ayuda. Entiendo que para aceptar la ayuda hay que "reconocer" que se está emproblemado... vaya tarea titánica! La suciedad, digo, zoociedad... como diría mi querida Mafalda, está urgida de AYUDA, apoyo emocional para dejar atrás esquemas que laceran y destruyen al OTRO. Ahí también resulta interesante dimensionar y apreciar el origen de la agresión, no crees?... qué te parece abordar esa parte del problema?, me encantará saber tu opinión amigo!
Te mando un fuerte abrazo y toda mi admiración y cariño!
Me dará un gusto enorme leerte de nuevo y hacer extensivas mis felicitaciones a todos tus lectores ya que tienen un muy buen gusto y sentido crítico.
Besos para todos! y muchos abrazos ché! =)
Marina de México.
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