En ocasión del Día Internacional contra la Homofobia, el lunes 17 de mayo de 2010 se organizó en la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires una sesión especial en la que fueron invitadas personas comprometidas con diversos temas sociales a ocupar una banca en el recinto.
La sesión fue presidida por las presidentas de las Comisiones de Mujer, Infancia, Adolescencia y Juventud, y de Derechos Humanos, Diana Maffía y Gabriela Alegre, respectivamente. Cada invitada/o dispuso de algunos minutos para hablar de su experiencia como grupo y expresar sus demandas al poder legislativo.
A continuación,
las palabras que pronunciara el lic. Alejandro Viedma:
En primer lugar, desde la organización Puerta Abierta, integrante de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT), queremos agradecer la invitación a esta Sesión Simbólica.
Consideramos pertinente nuestra participación puesto que siendo un equipo de profesionales de la salud mental, trabajamos básicamente con lo simbólico: a través de nuestra escucha somos receptores de los discursos de nuestros pacientes y de las vivencias que comparten los concurrentes a los grupos de reflexión para lesbianas y gays que coordinamos. De tal modo, no solo estas personas se subjetivizan e historizan vía palabra, sino que nos transmiten cuáles son los efectos de las palabras de terceros en sus vidas, en sus cotidianidades y en sus cuerpos.
Desde nuestra experiencia, sostenemos que
aún en el 2010 muchos de los sujetos LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans) presentan problemas psíquicos y físicos producto de la discriminación que sufren en los distintos espacios que ocupan y por los cuales transitan, ya que las opiniones de muchos individuos en nuestro país siguen siendo peyorativas y/o a modo de insultos respecto de las orientaciones sexuales e identidades de género contranormativas.
En este sentido, la lic. Graciela Balestra, directora de Puerta Abierta, habla de una hipótesis: las personas LGBT principalmente las que están dentro del placard) se enferman más –que no es lo mismo que decir “son (más) enfermas”- que las heterosexuales. Es por ello que en los últimos años estamos llevando adelante una investigación cuyos primeros datos arrojados corroboran dicha suposición.
Creemos que
la violencia simbólica que se imparte en lo socio cultural contra los sujetos LGBT es una de las principales causantes de su malestar. En los últimos meses en relación a la modificación de la ley de matrimonio y aunque los medios de comunicación estén más “gay-friendly”, o al menos se refieran al tema de una forma políticamente correcta, también oímos declaraciones -por parte de invitados o conductores de algunos programas de tv- que denigran a las personas LGBT, ejemplo de ello son las comparaciones de las parejas del mismo sexo que desean casarse, con animales o con el incesto o con las poli relaciones.
Como terapeutas continuamos escuchando las dificultades de cada sujeto para vivir libremente su "gaycidad". Muchos de los sujetos LGBT hacen del consultorio de su psicólogo/a el único espacio en donde su sexualidad es decible, de hecho muchos analizantes aún no compartieron con nadie de su entorno su sexualidad, lo cual se da sobre todo en los rangos etáreos más vulnerables, constituidos por los más jóvenes y los adultos mayores, y muchos siguen internalizando la homofobia silenciando, mintiendo, escondiéndose, aislándose, por experimentar miedo y vergüenza.
En nuestra experiencia clínica se ilumina un punto, y es que sólo como excepción recibimos algún caso de un consultante que tenga conflictos internos específicamente por su homosexualidad (sobre todo al comienzo de su proceso del coming out) y quiera cambiarla -cosa imposible porque no hay nada en esta orientación sexual para corregir, curar o revertir-, por lo tanto
nuestro primer reclamo y pedido que expresamos al poder legislativo de la Ciudad Autónoma de Bs. As. es que repudiemos y demandemos colectivamente a los que ofrecen terapias conversivas/reparativas. Sí en la absoluta mayoría de los casos, los conflictos emergen cuando las personas LGBT tienen que expresar en lo social su modo singular de sexualidad, pues se enfrentan con la presión y la amenaza del afuera para que vivan “enclosetados” o "placarizados", lo que con el tiempo les resulta insoportable.
Algo obvio pero no por eso menos verdadero es que las personas lesbianas, gays, bisexuales y trans no presentarían homofobia internalizada, no internalizarían la homofobia sin la existencia previa de la homofobia social. Mientras no combatamos la homofobia social no romperemos con el circuito de introyección y reproducción de la homofobia.
Por eso la segunda de las demandas que traemos es que el contenido de los mensajes vertidos desde los medios de comunicación sea controlado adecuadamente. Consideramos que la libertad de expresión no significa decir cualquier cosa ni ofender, herir, juzgar al otro desde un lugar de superioridad que posiciona al sujeto LGBT como objeto o como un ser diferente, enfermo o degenerado, por no tener una sexualidad hegemónica.
Además, otra demanda y estrategia fundamental sugerida por nosotros, es
que se trabaje la homofobia desde la base, desde la educación, desde los primeros años de los niños en las escuelas, porque desde allí se cimientan los prejuicios. Entonces,
si no se respeta la diversidad en general y no se implementa correctamente el concepto de diversidad sexual en particular (primeramente en las instituciones educativas y luego en las demás instituciones sociales como por ejemplo las del área laboral), nunca se podrá modificar y erradicar la desigualdad de derechos y oportunidades.
Para finalizar, en ocasión del Día Internacional contra la homo/lesbo/bi/transfobia yo, Alejandro Viedma, renuevo mi compromiso con estos temas sociales tratando de promover salud, sin olvidar que se cumple y celebramos hoy un vigésimo aniversario, ya que se ha instituido el 17 de mayo como "Día de Lucha Contra la Discriminación por Orientación Sexual o Identidad de Género", coincidiendo con la fecha en que la Organización Mundial de la Salud (OMS) suprimió la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales del DSMlV, en el año 1990, y además recordando el mismo hito pero por parte de la Asociación de Psiquiatras Americana (APA), que tuvo lugar en el año 1973.