Generalidades sobre género

Aspectos básicos, propuestas y definiciones de género.

POR ALEJANDRO VIEDMA Publicado por AGMagazine el 22-08-2010

Introducción

Siempre que aludamos a cuestiones de género, tendremos que remarcar y al mismo tiempo denunciar la opresión y la subordinación de las mujeres en una sociedad patriarcal y machista, que por consiguiente no brega por la ecuanimidad, por la igualdad y por la justicia para la totalidad de los seres humanos.

A partir de la primacía del varón sobre la mujer se montarán exclusiones por sexo y violencia de género, y por ende se seguirá naturalizando el poder de lo masculino en detrimento de lo femenino, discriminación -visible mediante agresiones físicas e insultos, y solapada a través de sonrisas- acentuada con el agregado de otras variables en juego, entre varias: la orientación sexual, la pertenencia étnica, la edad, la clase.

Según refiere Ana María Fernández, “No es ya la violencia explícita del golpe físico que somete por terror, sino la violencia simbólica que inscribe a las mujeres en enlaces contractuales y subjetivos donde se violenta tanto la economía como el sentido de su trabajo productivo, se violenta su posibilidad de nominarse y se las exilia de su cuerpo erótico, apretándolas en un paradigma de goce místico, que –en verdad—nunca ha dejado de aburrirlas”1.

Tanto se ha solidificado el mito de la mujer como pasiva (eróticamente hablando) y carente de control de su sexualidad, que hubo un abrochamiento a la idea de la necesidad de un varón empoderado, poseedor del saber y deseante, por lo tanto sujeto, complemento de su objeto, objeto que debe permanecer en la privacidad.

Lo contrario ha ido ganando terreno en los últimos tiempos, donde el rol de la mujer fue modificándose para ella mostrarse como es: un ser humano, un ser sexuado, un ser activo en sus decisiones respecto de su cuerpo y sus placeres, una persona autónoma con su erotismo, un ser público y por todo lo anteriormente enumerado, también un sujeto deseante.

De todos modos, aún hay mucho camino por recorrer, mucho género para cortar en pos de la equiparación en cuanto a derechos y oportunidades de las mujeres y los hombres, porque no es sencillo resistir a la violencia física, a la violencia simbólica o a la violencia moral, a la hegemonía falocéntrica, al autoritarismo en la conyugalidad, que posiciona a la mujer como suplemento de goce ilimitado.

Algunas definiciones de género

“Género se refiere a la gama de roles, relaciones, características de la personalidad, actitudes, comportamientos, valores, poder relativo e influencia, socialmente construidos, que la sociedad asigna a ambos sexos de manera diferenciada. Mientras el sexo biológico está determinado por características genéticas y anatómicas, el género es una identidad adquirida y aprendida que varía ampliamente intra e interculturalmente. El género es relacional ya que no se refiere exclusivamente a las mujeres o a los hombres, si no a las relaciones entre ambos”2.

“En las ciencias sociales, los estudios de género son el área de conocimiento sobre la desigualdad entre hombres y mujeres, que tiene su punto de partida en los roles sexuales que se asignan de forma diferenciada a hombres y mujeres a través de la socialización de género. En numerosas ciencias como la sociología, la psicología o la antropología, el género es una construcción simbólica que alude al conjunto de atributos socioculturales asignados a las personas a partir del sexo biológico que convierten la diferencia sexual en una desigualdad social entre hombres y mujeres”3.

“El género se conceptualizó como el conjunto de ideas, representaciones, prácticas y prescripciones sociales que una cultura desarrolla desde la diferencia anatómica entre mujeres y hombres, para simbolizar y construir socialmente lo que es “propio” de los hombres (lo masculino) y “propio” de las mujeres (lo femenino)”4.

“Cuando decimos que las diferencias de género son culturales, nos referimos a que, como el sujeto no existe sino en sociedad, las particularidades biológicas de cada sexo han adquirido una nueva naturaleza, pues independientemente de su operación en el nivel fisiológico, aquéllas tienen lugar en cuerpos socializados en los que opera simultáneamente una incorporación de lo social, los sujetos y las sociedades, que construyen permanentemente significados acerca de sus condiciones vitales, dependiendo de los valores culturales específicos en que se desenvuelven”5.

“Si tomáramos la distinción establecida por Freud entre “diversidad” y “diferencia”, la primera como conjunto de atributos mediante las cuales el niño pequeño define “masculino-femenino” al margen o previamente al reconocimiento de la distinción sexual en sentido estricto (las niñas usan arito, los varones no; las niñas llevan el pelo largo, los varones corto… etc. ), y la diferencia en términos de presencia o ausencia del atributo fálico –que tal vez hoy podríamos repensar, dado el conocimiento precoz y las variación valorativa de la cultura post-patriarcal como atributo genital, que remite a la real diferencia y no se sostiene sólo en la portación de pene- es evidente que lo que Freud considera como siendo del orden de la diversidad, debe ser considerado hoy como del orden del género. El matiz diferencial está dado, en el nivel conceptual, porque esta diversidad, aún cuando tome variaciones singulares, está marcada fuertemente por la cultura, y en particular por aquello que Castoriadis ha concebido como siendo del orden del “instituyente-instituido”6.

“…comprender que la gramática es un instrumento y no una ley. Supongamos que tengo ante mí una muchacha de modales masculinos. Un ente humano vulgar dirá de ella: “Esa muchacha parece un varón”. Otro ente humano vulgar, ya más cercano a la conciencia de que hablar equivale a decir, dirá de ella: “Esa muchacha es un varón”. Otro aún, igualmente consciente de los deberes de la expresión, pero más animado por el afecto a la concisión, que es la lujuria del pensamiento, dirá de ella: “Ese varón”. Yo diré: “Esa varón”, violando la más elemental de las reglas de la gramática, que exige que haya concordancia de género y número, entre la voz sustantiva y la adjetiva. Y habré dicho bien; habré hablado en absoluto, fotográficamente, más allá de lo vulgar, de la norma y de la cotidianidad. No habré hablado: habré dicho. (…) Que obedezca a la gramática quien no sepa pensar lo que siente”7.

Cómo combatir el sexismo y la violencia de género

Para luchar en contra de la naturalización del sexismo y la violencia de género es preciso la introducción de ciertas acciones en forma conjunta.

Cuando nos refiramos a los conceptos de identidad y ciudadanía sabremos que tendremos que apuntar a la intervención y sensibilización social, y uno de los modos de llevarlas a cabo será con el acompañamiento de programas educativos con contenidos y enfoques multidisciplinarios (de ciencias sociales, psicología, historia, biología, antropología, etc., y también de paradigmas religiosos) que promuevan la igualdad entre varones y mujeres, programas dirigidos a desterrar la discriminación por género, haciendo entender que tanto la masculinidad como la feminidad son construcciones subjetivas y sociales y desde allí se podrán analizar las especificidades de las relaciones entre los géneros.

De tal manera convertiremos al género en una de las llaves principales para entrar en la comprensión e interpretación del mundo del cual formamos parte y arribaremos a la estructura y organización cultural tanto a nivel global como regional, en nuestro caso específico, la nación Argentina.

Simultáneamente, habrá que fomentar la apertura de espacios de crítica y discusiones de los discursos sobre desarrollos que inciden en los proyectos y planes de los organismos privados y públicos. El intercambio y la reflexión se izarán como herramientas de nuestra cotidianidad en el proceso de la reconstrucción de la sociedad que queremos mejorar.

Por lo precedentemente puntuado, será capital cuestionar la presencia exclusiva de divisiones binarias, para iluminar cómo estas siguen dando letra al poder discursivo.

Con respecto a los medios masivos de comunicación, es fundamental analizar la fabricación de preconceptos y estereotipos sexistas que se reproducen en los discursos simbólicos, caso contrario no se cuestionará la asimetría dada por los sentimientos negativos creados hacia las mujeres.

Referencias:
1 Fernández, A. M.: “Violencia y conyugalidad: una relación necesaria” en Giberti, E.; Fernández, A. M.: La mujer y la violencia invisible, Ed. Sudamericana – Fundación Banco Patricios, Buenos Aires, 1992, pp. 150-151.
2 www.ciudadpolitica.com : http://www.ciudadpolitica.org/modules/wordbook/entry.php?entryID=5707&PHPSESSID=a512ba20a0c4132f37f8fa9352054dc4
3 http://es.wikipedia.org/wiki/Genero
4 Lamas, M.: “Diferencias de sexo, género y diferencia sexual” en Cuicuilco Nueva Época, vol. 7, Nº 18, Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), México, 2000, p.2.
5 Granados Cosme, J. A.: “Orden sexual y alteridad. La homofobia masculina en el espejo” en Nueva Antropología, vol. XVlll, Nº 61, México, setiembre 2000, p. 80.
6 Bleichmar, S.: “La atribución de identidad sexual y sus complejidades” en Revista Actualidad Psicológica, Año XXIX, Nº 320, Buenos Aires, junio 2004, p. 2.
7 Pessoa, F:: “El libro del desasosiego”, Emecé editores, Argentina, 2000, p. 116.