Columna en AGMagazine.info: El lic. Viedma hace una crítica del contenido de un texto utilizado en la Enseñanza media – Secundaria que toma la homosexualidad como una falla, una anormalidad.
Unos meses atrás me llegó el siguiente mail por parte de Martín Peretti Scioli, director de AGMagazine.info: “Recibimos un correo de un lector apuntándonos un texto de un manual para enseñanza media con una explicación de homosexualidad que deja bastante que desear... Te lo paso a vos ya que sos el especialista y por si querés hacer algún artículo con eso”.
Aceptando la invitación a comentar dicho material, primeramente copio el extracto que me fue enviado…
ADOLESCENCIA Y SALUD / Enseñanza media – Secundaria / Edición Maipúe
Enero de 2007 -
Liliana Elisabeth Mosso
María Marta Penjerek
¿Homosexualidad o Heterosexualidad?
Depende de cómo se transite el complejo de Edipo y de cómo se realicen estas identificaciones, hablaremos de una identidad sexual heterosexual u homosexual.
Si el varón logra identificarse con el padre elije como pareja a alguien ‘’como su madre’’. Con la mujer sucede a la inversa, hablaremos de una salida edipica normal que concluye en una identidad sexual heterosexual. Si algo falla en este proceso, las identificaciones serán inversas y se buscara a alguien del mismo sexo como objeto de amor y deseo. En este caso hablaremos de identidad homosexual. Es decir, si durante su tránsito por el complejo de Edipo (3-5 años) el niño varón se identificó más con su madre y no la tuvo como objeto de deseo, sino en vez de fantasear casarse con ella, imita sus actividades y las revive en la adolescencia. Esta situación es difícil de procesar, por lo tanto elegirá a alguien de su mismo sexo, por eso la conducta homosexual. Pero si logra identificarse con el padre, tomara actividades masculinas y buscara como objeto de deseo a alguien del sexo contrario, tendrá una salida heterosexual. De todas formas, durante la adolescencia se suele pasar por periodos en los que ciertas conductas se confunden con homosexualidad y son transitorias.
¡Atención!
En muchas ocasiones los adolescentes tienen conductas homosexuales, y no por ello tienen una inclinación definida. Es decir: pueden aparecer amistades casi exclusivas con chicos de su mismo sexo es difícil determinar a esta edad si se trata de una conducta ocasional o de una orientación de tipo homosexual que comienza a manifestarse.
Lo imprescindible es deshacerse de los prejuicios e intentar ver al otro como lo que es, un ser humano que realiza sus propias elecciones, respetables como las de cualquier otro. Acompañarlo, no transmitir ansiedad o prejuicios al respecto y hacer el intento de vencer algunas barreras tales como la creencia de que las personas homosexuales son seres promiscuos o abusadores. Esta elección es el resultado de un proceso que ha tenido lugar en su historia de vida.
Ahora, sin pretender armar un artículo científico, intentaré transmitirles lo que me brota, como una suerte de punteo, como la transcripción de algunas de mis ideas en voz alta…
Desinformando a los que adolecen
El primer pensamiento que se me impuso al encontrarme con esos párrafos fue: “Qué mal que se sigan enseñando concepciones tan esquemáticas y reduccionistas, que aún se repitan cuestiones que no celebran la diversidad sexual, y ante todo que se trate de un texto incluido en un manual preparado para que lo lean adolescentes”. Es una pena que textos de este calibre continúen vigente en la enseñanza media. La falta de información es llamativa y muchas veces grave, pero transmitir de un modo tan básico, lineal, rígido y prejuicioso cuestiones que tienen que ver con la sexualidad humana –nada lineal sino muy compleja-, también lo es.
Además, es doblemente nocivo si se tiene en cuenta que, como decía, los receptores son adolescentes, quienes son los que presentan la mayor vulnerabilidad y fragilidad emocional, y están en un proceso de muchos cambios, entre ellos, el de definir su orientación sexual. Parece que se trata de confundir o tranquilizar, en vez de brindar información para que cada sujeto pueda elegir cómo vivir su vida de acuerdo a su propio deseo, deseo siempre singular.
Se entiende, si se continúa considerando como normal la heterosexualidad, el porqué muchos hablan de patología o “falla” al referirse a la homosexualidad, y si es “transitoria” la situación, se trata de una “confusión” o de una “amistad fuerte”… La patologización "implícita" de la homosexualidad por oposición a la normalidad heterosexual, no concuerda con la Ley 26657 de Salud Mental, la cual en su capítulo 2, artículo tercero dice explícitamente: “En ningún caso puede hacerse diagnóstico en el campo de la salud mental sobre la base exclusiva de elección o identidad sexual”. Entonces, ¿por qué las autoras, en las identificaciones que mencionan, lo plantean en términos de falla, de defecto, de merma... De qué? ¿De heteronormatividad?
Propongo pensar tal vez lo confusional como algo más inherente a los observadores que a los propios observados, que generalmente viven la confusión a partir de la contradicción entre el mandato, el deber ser, la homofobia y el auténtico ser, el auténtico deseo. Son los docentes (y los padres) los que tienden a confundirse y a no entender qué le pasa al/a alumno/a-hijo/a y lo/a toman como anormal o sobreactúan la adaptación a la realidad homosexual de sus alumnos/niños crecidos.
Revisando al Freud variante
Sin hacer un análisis profundo de este manual, yo creo que el psicoanálisis también tiene que hacerse cargo de las coordenadas vertidas, sobre todo los discípulos freudianos.
Por otro lado, recordemos que Freud, a fines de 1800 y a principios de 1900 estaba atravesado por la subjetividad de su época, por la Viena de antaño y en esos momentos primaba la idea de familia tradicional y muchas de sus primeras ideas fueron confusas o transicionales en el medio de sus desarrollos. Es en Tres ensayos sobre una teoría sexual (1905) en donde y en líneas generales Sigmund Freud describe un desarrollo de la sexualidad humana normativa hallando su “objetivo natural” en el deseo post edípico que en cuanto a lo genital está centrado en una persona del sexo opuesto (allí se intuye una salida normal del Complejo de Edipo), pero por otro lado y contradictoriamente también Freud expone lo irrelevante del objeto y pone como característica fundamental del mismo su labilidad. Por mi parte, siempre me he preguntado si –entre varios factores- es la identificación con la madre o el padre la que determina la orientación sexual (y la identidad de género) o por el contrario, la orientación determinaría la identificación con padre o madre…
Más adelante, en la “Carta a una madre americana”, de 1935, el padre del psicoanálisis expresaba: “La homosexualidad no es, desde luego, una ventaja, pero tampoco es nada de lo que uno deba avergonzarse, un vicio o una degradación, ni puede clasificarse como una enfermedad; nosotros la consideramos como una variante de la función sexual (…). Es una gran injusticia perseguir la homosexualidad como un crimen, y es también una crueldad.”
Por otra parte, tampoco adhiero a que se siga hablando de elección, porque mucha gente piensa y manifiesta: “si eligen eso, que se aguanten las consecuencias”, y así también, dentro de las instituciones educativas (particularmente de las religiosas) se justifica -solapadamente o no- la discriminación y la violencia hacia las personas LGBT, y de ahí a que se naturalice la conducta del bullying (abuso, hostigamiento, intimidación, maltrato, agresión, acoso, o persecución psicológica y/o física que ejerce un alumno contra otro), hay un solo paso. Freud siempre habló de elección de objeto, pero esa elección no es consciente, sino dada dentro de un proceso con sus complejidades intrínsecas en donde se pone en juego lo hereditario (lo biológico o genético) más lo adquirido (construido): lo vivencial de cada ser en su contexto particular, las identificaciones, lo cultural, los primeros años de crianza que van moldeando la psiquis, etc. En definitiva y en este punto, sostengo la existencia de un determinismo inconsciente, que nos condiciona a todos los humanos en todas nuestras elecciones. Es en ese sentido que puede decirse lo contrario a lo que habitualmente se cree: la orientación sexual y la identidad de género de cada sujeto lo escogen al mismo.
Silvia Bleichmar, ya en este siglo que estamos viviendo, plantea la necesidad de rever ciertas premisas teóricas básicas del psicoanálisis, entre ellas, el complejo de Edipo en cuanto a los modos de subjetividad propios de otros siglos y, como yo mencionaba, diferentes a los actuales. Por lo precedentemente escrito es que repetidamente sugiero leer a Bleichmar, quien se metió con estas cuestiones, con el Edipo mismo, con esa estructura y no considera como enfermedad a una orientación sexual distinta a la hetero.
Volviendo al texto de estas mujeres, el mismo es además un claro ejemplo de cómo se confunde la orientación sexual con la identidad de género. Este material está desactualizado, por ende no es conveniente que siguiese en catálogo o en circulación.
¿En qué quedamos?
De mi lectura del texto de este manual se me confirma que se insiste en hacer ecuaciones cerradas de definiciones limitadas y limitantes: si la salida normal del complejo de Edipo es la heterosexualidad, la homosexualidad constituye algo invertido. Si un varón se identifica con su madre es “una situación difícil de procesar”… ¿Para quién/es? ¿Para el varoncito o para sus padres y docentes cuando, por ejemplo, el primero no despliega “actividades masculinas”? Si las autoras y la editorial hubieran impreso sólo el último párrafo (salvo el hecho de repetir que la homosexualidad es una elección), estaría casi correcto, pero toda la primera parte justifica implícita o explícitamente la homofobia y, en este contexto escolar, el bullying.
El párrafo final de Mosso y Penjerek contradice todo lo que hasta allí ellas habían redactado. Hubiesen empezado por sus palabras finales, ya que comparto que “lo imprescindible es deshacerse de los prejuicios e intentar ver al otro como lo que es, un ser humano…respetable…”. Y “Acompañarlo, no transmitir ansiedad … y hacer el intento de vencer algunas barreras tales como…” las creencias erróneas acerca de las lesbianas y los gays. Lo complejo de esa frase final es que en contrapunto con lo que la antecede la vuelve “esquizofrenizante”.
En este texto se alude a una teoría y desde allí se sentencian definiciones, pero la realidad demuestra que solamente uno sabe lo que siente y lo que uno siente es lo que es. Nadie elige ser gay, lesbiana, bisexual o trans (ni hetero) pero sí, al leer manuales como este, al principio se anhela no serlo. Afortunadamente muchos tuvieron y tienen la suerte de dar con un terapeuta ético o con algún ser cercano comprensivo que les permita aceptarse de la forma más sana posible.
Los tabúes en acto
Es evidente que me alarmó la presencia de este material, porque con la misma se continuaría alimentando a la maquinaria perversa que hace que en innumerables lugares (de nuestro país y el mundo), muchos seres humanos sientan que constituyen una “rareza”, algo “antinatural”, por gustar de alguien de su mismo sexo, y entonces ante la mirada de los que condenan rápidamente no encuentran otra salida que la del suicidio (como ocurre con adolescentes y jóvenes que son empujados a matarse al no soportar más las amenazas, los insultos, las humillaciones y la burla de sus pares, y el desamparo de los adultos que los rodean y no pueden o no saben mostrarles que hay otras alternativas) o la emigración-exilio de sus pueblos o ciudades. También hay otros efectos producto de la divulgación de la información como la que contiene este manual, ya que hay consecuencias menos estruendosas que el suicidio, o que permanecen en la intimidad de cada uno/a, pero que no dejan de tener mucha relevancia. Me refiero a que este tipo de transmisión por educadores podría afectar la salud, la sexualidad y el modo en que cada adolescente la vive/vivirá, como por ejemplo al ocultarse, al silenciar y por ende somatizar.
He aquí algunas de las consecuencias de una cultura en gran parte heterosexista, que segrega todo lo que no comulgue con el modelo patriarcal y machista de lo que se supone es “ser un varón” o “ser una mujer”.
Afortunadamente, sabemos que hay mucho por hacer, las leyes conquistadas que promueven la igualdad son indispensables (y deben cumplirse, como no sucede con la Ley de Educación Sexual Integral) como también lo es que éstas estén acompañadas de nuevas visiones en torno a la igualdad de género, pero es un deber hacer mucha docencia –de la buena- para que cambie la mirada que prejuzga y discrimina, todavía hoy y en el futuro, al menos cercano.
Los docentes son los representantes de un supuesto saber (y algunos de ellos pretenden desde ese lugar de poder ser modelo o portavoz de tipos de discursos tendenciosos) y si son éstos quienes tienen actitudes homofóbicas y discriminatorias, cómo podemos no esperar reacciones miedosas de los adolescentes cuando se les manifiesta una orientación homo (o bi), o bien cuando tienen que compartir el aula o la vida con personas con tal orientación sexual. Otro punto fundamental a tener en cuenta en esta problemática es que hay muchos maestros, profesores y directivos de escuelas/colegios que no se capacitan/actualizan constantemente, que se quedaron en el tiempo del tabú. Esa es una de las principales causas del estancamiento de la educación, cuya consecuencia es el impedimento de la evolución en el pensamiento colectivo de la sociedad y viceversa.
Dentro de la psicología moderna también hay lugar para el crecimiento y las mejoras porque aún gran parte de ella se sigue apoyando sobre bases estáticas y retrógradas, y ciertos puntos de la primera teoría freudiana está necesitando unos retoques, o quizá esté pidiendo la jubilación, para dar paso a una teoría más liberal, universal y flexible sobre la sexualidad humana.