Juan González tiene 42 años. “Siempre me gustaron los chicos”, reconoce. Y eso le costó que desde pequeño le dijeran mariquita, maricón, entre algunos otros (des)calificativos. Hoy sabe que padeció de un bullying extremo, algo que antes se tomaba como algo propio de los chicos y adolescentes. A los 22 se enamoró de la mujer que fue su esposa y con quien tuvo tres hijos. “Supo toda mi historia, me amó y yo la amé. Juntos formamos una hermosa familia”, dice. “Pero uno es lo que es…”, agrega.
En ese “ser lo que uno es” lo llevó a separarse de su mujer y a vivir su homosexualidad. El recorrido no fue fácil. Pero la experiencia que comparte con Boquitas pintadas es una historia de amor y comprensión. Cuando les contó a sus hijos que era gay, ellos les dijeron que ya lo sabían. Pidieron tiempo. “Te amamos, te respetamos, pero no es fácil, muchos cambios en poco tiempo”, dijeron.
Hoy Juan tiene su pareja y, a la vez, una hermosa relación con sus hijos. Se dispuso a contar su historia porque cuenta que gracias a Boquitas Pintadas conoció virtualmente al Lic. Alejandro Viedma, que es “un gran obrero de su profesión”, como lo describe. “Y, en estos tiempos, gente buena onda y HUMANA es lo mejor”.
El cuenta que vive lejos de Buenos Aires -prefiere decir sólo el interior. “Me imagino contando mi historia de vida en el grupo de reflexión para varones gay que Alejandro coordina en la ONG Puerta Abierta. Como decía antes, no estoy en Buenos Aires y elijo contar mi testimonio en este blog. Veo que muchos lectores tienen en cuenta historias verdaderas y la mía puede aportar algo para que todos podamos seguir evolucionando”.
Esta es la primera de varias entregas en las cuales con distintos especialistas abordaremos la temática de las homoparentalidades y cómo hablarla con los niños, niñas y adolescentes.
“Soy Juan, gay y papá de tres hermosos hijos”
Por Juan Alberto González
Me llamo Juan, soy del interior del país y, como aquí no existe un grupo como el que modera Alejandro en Buenos Aires, que ayuda a que la gente se acepte y sea lo que sea, quisiera compartir parte de mi verdadera historia con ustedes.
Tengo 42 años, tuve una historia de vida muy dura. ¡Cómo a muchos nos toca vivir seguramente! Se sumó a todos los conflictos y situaciones traumáticas el tema de mi sexualidad. Siempre me gustaron los chicos, esto me pasó desde el jardín y corrobora lo que muchos hombres gay sostienen.
Crecí en mi entorno social y familiar con el mote y temores de: “MARIQUITA”, “MARICON” y otros más duros aún.
Tuve mis primeras experiencias homosexuales un tanto traumáticas y desagradables.
Me enamoré a los 22 de una mujer que supo toda mi historia, me amó y yo la amé. Juntos formamos una hermosa familia, pero uno es lo que es…
Sé que el amor es incondicional y muchas veces a esa paz y a esa felicidad uno las puede encontrar en una persona sin distinción de sexos, le puede pasar a cualquier hombre o mujer y en estos tiempos se ve mucho.
Tengo tres hermosos y maravillosos hijos, hoy ya adolescentes.
Estoy viviendo y asumiendo mi sexualidad, mi identidad desde lo más profundo de mi ser, preparándome física y emocionalmente.
Con mis hijos a lo largo de su vida fui marcando mi postura frente a temas como la homosexualidad, el travestismo, lo “diferente”, la discriminación y el sufrimiento de estas personas dentro de las cuales yo estaba también, puesto que padecí un bullying extremo, se podría decir que en mi adolescencia conocí lo que es el flagelo del bullying en mi propio cuerpo y en mi propia mente.
Un día, la pregunta llegó en medio de una crisis matrimonial de esas continuadas antes de mi separación: “¿Papá, sos bisexual, gay?”. Eso me dijo uno de mis hijos. Yo estaba en pleno tratamiento psicoanalítico y la respuesta fue sincera: “Sí, me gustan los hombres”. Fue como se dice en terapia: “Poner en palabras lo que circulaba en el aire”. Y eso que circula enferma, contamina las relaciones, provoca malestares a cada integrante de la familia.
Luego fue hablar con mis otros hijos. Les aclaré que nadie engañó a nadie, que eran fruto de una hermosa historia de amor. Su respuesta fue: “Papá, ya sabíamos que eras gay”.
Desde mi separación conocí hombres gays de doble vida, tapados, que me dijeron: “Sos loco, ¿cómo les vas a decir a tus hijos que sos gay?, yo nunca se los contaré a mis hijos ni a mi mujer”.
A mí mi cuerpo me dijo: BASTA, no podés seguir así, cada uno con su vida. Mi ser entero me pidió coherencia entre discurso y vida y así actué, nada fácil pero con la fortaleza y convicción de que todos nos merecemos vivir bien y gozar de salud física y mental; y creyéndome eso para mí también lo estoy logrando.
Hubo llantos. Uno de mis chicos me dijo: “Danos tiempo…te amamos, te respetamos, pero no es fácil, muchos cambios en poco tiempo…”.
Pasará por la cabeza y el corazón de cada uno procesar estas historias. Hoy puedo decirles a mis tres hijos que los amo y ellos me siguen respondiendo: “Nosotros también”.
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5 comentarios:
Ale, me encantó la historia. Creo que el tema da que hablar.
Besos!!! Gracias totales!!
Vero
Queridos Amigos del Grupo de Reflexión y querido coordinador
Antes que nada quiero agradecerles a TODOS por lo que me han ayudado desde que ingrese, desde lo personal quiero decirles que me han aportado para ver muchas cosas que tenía dentro y que me eran difícil sacar, fundamentalmente el entender a los demás desde el interior de mi mismo, eso me ha ayudado para comprender la nueva relación que estoy encarando, a muchos de ustedes que tienen experiencias diferentes, en fin, sin ustedes aunque no lo crean no lo hubiese logrado. Por eso es que, como es parte de mi vida les doy las gracias a todos. Nuevamente GRACIAS, GRACIAS Alejandro
Abrazos fraternales
Carlos
Alejandro, llegué a tu blog buscando grupos ...... Dejo mi mensaje: Quiero desearles a todos la realizaciòn de aquellos proyectos que todavia tenemos en los cajoncitos y no nos animamos .......
Abrazo de un marplatense.
Querido Ale!
Hermosas palabras te dedican! gracias por compartirnos un año mas....lo mejor para lo que se viene!
Felicidades!
Alberto
Ale querido,me resultó muy bien leer este posteo.
Feliz: a cuántas personas ayudas//te!!!
Parece mentira cuánto pasó desde que charlamos la primera vez.
Ahora en camino de recibirme.
Muchísimas gracias por tu ayuda.
Un gran abrazo, Rober
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