por ALEJANDRO VIEDMA Preguntas y consideraciones alrededor de las no imágenes de las familias homoparentales argentinas en los medios de comunicación locales.
Publicado por AGMagazine el 21-09-2009
Una gran noticia hemos recibido el pasado 9 de setiembre de nuestros hermanos uruguayos: el Senado del país vecino sancionó la ley que autoriza a las parejas -cualquiera sea el género de las personas que la conforman- bajo “unión concubinaria” a solicitar la adopción de una niña o un niño.
He leído y visto un resumen positivo en los medios de comunicación argentinos, si bien con diferencias en cómo tratan el suceso vanguardista para Latinoamérica, y casualmente la noche anterior a enterarme de aquella noticia había empezado a escribir estas líneas sobre la invisibilización en los medios de comunicación nacionales de las familias homoparentales autóctonas.
¿Hay acaso caras visibles de parejas de mujeres u hombres con su(s) hijo(s) en nuestros canales de televisión? ¿Se editan en los diarios y en las revistas fotografías sin cuidar el anonimato de los involucrados de estas familias? De hecho, las pocas que se conocen en la gráfica, son fotos importadas. Sólo a modo de excepción vemos una imagen de madres lesbianas compatriotas con su niño/a. ¿Será justamente para proteger a los miembros de esa familia? ¿Será peligroso mostrarlos? ¿Para quién(es)? He aquí mis primeros interrogantes en construcción...
Por otra parte, en el caso de que en la Argentina se apruebe la ley de adopción para parejas homosexuales, ¿qué dirá la familia típica argenta mirando la tv? O sea, cuando el público general mira en los noticieros por ejemplo los informes que retratan un hecho de adopción por parte de un matrimonio heterosexual o de una persona soltera, se refieren a "los hijos del corazón"=hecho amoroso=acto de amor=emoción en los televidentes. Pero cuando esto sea una realidad legalizada para las lesbianas y los gays argentinos, ¿se hablará también de "hijos del corazón" o de “pobres pibes”?, y ¿se seguirá usando el término "degenerados" para referirse a esos padres o se los considerará seres responsables como tantos otros adoptantes?
Además, ¿qué diferencias surgirán frente a las imágenes de dos madres o de dos padres?; porque creo que inquieta mucho más el caso de una pareja conformada por dos varones, pues aún continúa el prejuicio, entre otras ideas erróneas que circulan, de abusos que podrían cometer los gays adultos hacia los niños.
En el imaginario social las mujeres son las personas a las que se les adjudica un instinto maternal natural, por lo cual me parece que es más aceptable la imagen de una pareja lésbica con niños, incluso pareciera que una persona que no haya nacido biológicamente mujer pero tenga una identidad de género femenina, sería mejor recibida por la sociedad en su rol de madre.
Como escribió Eva Giberti, refiriéndose a la transexual Mariela Muñoz, en un número especial de setiembre de 1993 de la revista Actualidad Psicológica:
“… lo que resulta explícito es la intervención quirúrgica que remite a una ablación de sus genitales masculinos. ¿Qué podría sentir y pensar la comunidad frente a quien decide desprenderse de algo tan valorizado, idealizado, sacralizado por una cultura patriarcal? (…) Difícilmente contaría con la simpatía hacia quien elige no-tener, desprenderse de algo que se supone sistemáticamente envidiado, tanto en lo anatómico cuanto en las simbólicas que puedan acompañarlo, instituirlo, definirlo, sostenerlo…”. Continúa: “… Quizás los mitos e idealizaciones respecto de lo materno –también paradigmáticos de las sociedades patriarcales- hayan logrado mayor vigencia que el espanto que la castración produce. O sea, que mitos e idealizaciones acerca de la maternidad hayan resultado más relevantes para la comunidad encuestada que el desprendimiento voluntario de los genitales que identificaban como sujeto masculino a Mariela Muñoz. Como si fuera posible olvidarse, perdonarle, omitir su locura aberrante e incomprensible (así caracterizada por quienes no lograban imaginar la posibilidad de una amputación de esa índole) en aras de una maternidad espectacularmente mostrada y defendida por su protagonista. Es decir, la maternidad (amor a los hijos), todo lo explica, todo lo justifica; aunque provenga de un varón…”.
Entonces, siempre correremos el riesgo de biologizar la cuestión, riesgo en el que caeremos si no consideramos que el género y las funciones de maternidad y paternidad se construyen más allá del sustrato biológico.
Pensaba en estas cuestiones de la prensa porque estamos cansados de leer, escuchar y repetir que estas familias son una realidad, que no son nuevas, pero en nuestro país no se las difunde. La frase "lo que no se nombra no existe" bien podría homologarse a "lo que no se muestra no existe", por lo menos para la masividad, y por algo no se visibiliza a estas familias, no se trata de un hecho inocente mantenerlas en el anonimato.
¿Qué hay que esconder? ¿Cuál y para quién(es) es el riesgo de difundir imágenes, fotos, videos, palabras, testimonios de estos grupos familiares que se fundirían en la aclamada –pero muchas veces no aceptada- diversidad?
Que parejas lésbicas o gays puedan criar a sus hijos no es tomado como un hecho positivo en el imaginario de la gente, pese a los titulares y encuestas a favor que aparecen en los diarios y portales online. También tendrá que ver con las subjetividades de los periodistas, editores y difusores de información, sujetos que no dejan de ser catalizadores de las representaciones sociales de la homoparentalidad y, sobre todo, de las leyes a dictarse que puedan proteger a todos los integrantes de estas familias.
En el mejor de los casos, he escuchado la frase “que dos varones o dos mujeres tengan hijos es preferible a que estos niños estén en la calle o en orfanatos”, tal vez ¿consideraciones que apuntan a evitar un mal mayor?
Si nadie nace sabiendo ser padre, menos aún esto sucede con las familias homoparentales, que no tienen espejos de pares, de modelos positivos para aprender en el recorrido de la crianza de sus hijos/as. La ausencia de modelos distintos a la familia tradicional podría actuar como barrera para los sujetos gays y lesbianas que tienen el proyecto de ser padres/madres.
Leo Bersani en ¿El recto es una tumba?, editado por Edelp en 1999 en Córdoba, dice: “…como Stuart Hall sostiene, una representación es algo distinto de un mero reflejo: “Esto implica el trabajo activo de selección y presentación, de estructuración y configuración: no simplemente la transmisión de un sentido ya existente, sino la labor más activa de hacer que las cosas signifiquen”. La televisión no hace la familia, pero le da cierto sentido a la familia. O sea, ella hace una fuerte distinción entre la familia como unidad biológica y la familia como entidad cultural, y lo hace al enseñarnos los atributos y las actitudes a través de los cuales las personas que pensaban estar ya en el interior de una verdadera familia recién comienzan a sentirse como miembros de una. El gran poder de los medios, y especialmente de la televisión, es, como Watney escribe, “su capacidad de manufacturar la subjetividad misma” e imponer así una forma a la identidad. El “gran público” es a la vez una construcción ideológica y una prescripción moral. Además, la definición de la familia como identidad es, esencialmente, un proceso de exclusión, y el producto cultural no tiene ninguna obligación de coincidir exactamente con su referente natural”.
De tal manera, observar y oír en televisión a autóctonas familias homoparentales posibilitará a los televidentes considerar tangible a ese lazo afectivo, saber que hay una posibilidad real de paternidad por ejemplo para dos varones. También puede encender el deseo de lesbianas y gays de ser padres, darse cuenta que su sueño puede realizarse y a partir de allí decidirse a llevarlo adelante, acto obstaculizado si no se emiten imágenes de una pareja homosexual constituida y duradera en el tiempo con sus hijos.
Si bien sabemos que la diversidad adquirirá su verdadero significado mientras se acepte la diversidad del otro, a dicha diversidad debe conocérsela, vérsela, escuchársela y no obturarla o esconderla.
Publicado por AGMagazine el 21-09-2009
Una gran noticia hemos recibido el pasado 9 de setiembre de nuestros hermanos uruguayos: el Senado del país vecino sancionó la ley que autoriza a las parejas -cualquiera sea el género de las personas que la conforman- bajo “unión concubinaria” a solicitar la adopción de una niña o un niño.
He leído y visto un resumen positivo en los medios de comunicación argentinos, si bien con diferencias en cómo tratan el suceso vanguardista para Latinoamérica, y casualmente la noche anterior a enterarme de aquella noticia había empezado a escribir estas líneas sobre la invisibilización en los medios de comunicación nacionales de las familias homoparentales autóctonas.
¿Hay acaso caras visibles de parejas de mujeres u hombres con su(s) hijo(s) en nuestros canales de televisión? ¿Se editan en los diarios y en las revistas fotografías sin cuidar el anonimato de los involucrados de estas familias? De hecho, las pocas que se conocen en la gráfica, son fotos importadas. Sólo a modo de excepción vemos una imagen de madres lesbianas compatriotas con su niño/a. ¿Será justamente para proteger a los miembros de esa familia? ¿Será peligroso mostrarlos? ¿Para quién(es)? He aquí mis primeros interrogantes en construcción...
Por otra parte, en el caso de que en la Argentina se apruebe la ley de adopción para parejas homosexuales, ¿qué dirá la familia típica argenta mirando la tv? O sea, cuando el público general mira en los noticieros por ejemplo los informes que retratan un hecho de adopción por parte de un matrimonio heterosexual o de una persona soltera, se refieren a "los hijos del corazón"=hecho amoroso=acto de amor=emoción en los televidentes. Pero cuando esto sea una realidad legalizada para las lesbianas y los gays argentinos, ¿se hablará también de "hijos del corazón" o de “pobres pibes”?, y ¿se seguirá usando el término "degenerados" para referirse a esos padres o se los considerará seres responsables como tantos otros adoptantes?
Además, ¿qué diferencias surgirán frente a las imágenes de dos madres o de dos padres?; porque creo que inquieta mucho más el caso de una pareja conformada por dos varones, pues aún continúa el prejuicio, entre otras ideas erróneas que circulan, de abusos que podrían cometer los gays adultos hacia los niños.
En el imaginario social las mujeres son las personas a las que se les adjudica un instinto maternal natural, por lo cual me parece que es más aceptable la imagen de una pareja lésbica con niños, incluso pareciera que una persona que no haya nacido biológicamente mujer pero tenga una identidad de género femenina, sería mejor recibida por la sociedad en su rol de madre.
Como escribió Eva Giberti, refiriéndose a la transexual Mariela Muñoz, en un número especial de setiembre de 1993 de la revista Actualidad Psicológica:
“… lo que resulta explícito es la intervención quirúrgica que remite a una ablación de sus genitales masculinos. ¿Qué podría sentir y pensar la comunidad frente a quien decide desprenderse de algo tan valorizado, idealizado, sacralizado por una cultura patriarcal? (…) Difícilmente contaría con la simpatía hacia quien elige no-tener, desprenderse de algo que se supone sistemáticamente envidiado, tanto en lo anatómico cuanto en las simbólicas que puedan acompañarlo, instituirlo, definirlo, sostenerlo…”. Continúa: “… Quizás los mitos e idealizaciones respecto de lo materno –también paradigmáticos de las sociedades patriarcales- hayan logrado mayor vigencia que el espanto que la castración produce. O sea, que mitos e idealizaciones acerca de la maternidad hayan resultado más relevantes para la comunidad encuestada que el desprendimiento voluntario de los genitales que identificaban como sujeto masculino a Mariela Muñoz. Como si fuera posible olvidarse, perdonarle, omitir su locura aberrante e incomprensible (así caracterizada por quienes no lograban imaginar la posibilidad de una amputación de esa índole) en aras de una maternidad espectacularmente mostrada y defendida por su protagonista. Es decir, la maternidad (amor a los hijos), todo lo explica, todo lo justifica; aunque provenga de un varón…”.
Entonces, siempre correremos el riesgo de biologizar la cuestión, riesgo en el que caeremos si no consideramos que el género y las funciones de maternidad y paternidad se construyen más allá del sustrato biológico.
Pensaba en estas cuestiones de la prensa porque estamos cansados de leer, escuchar y repetir que estas familias son una realidad, que no son nuevas, pero en nuestro país no se las difunde. La frase "lo que no se nombra no existe" bien podría homologarse a "lo que no se muestra no existe", por lo menos para la masividad, y por algo no se visibiliza a estas familias, no se trata de un hecho inocente mantenerlas en el anonimato.
¿Qué hay que esconder? ¿Cuál y para quién(es) es el riesgo de difundir imágenes, fotos, videos, palabras, testimonios de estos grupos familiares que se fundirían en la aclamada –pero muchas veces no aceptada- diversidad?
Que parejas lésbicas o gays puedan criar a sus hijos no es tomado como un hecho positivo en el imaginario de la gente, pese a los titulares y encuestas a favor que aparecen en los diarios y portales online. También tendrá que ver con las subjetividades de los periodistas, editores y difusores de información, sujetos que no dejan de ser catalizadores de las representaciones sociales de la homoparentalidad y, sobre todo, de las leyes a dictarse que puedan proteger a todos los integrantes de estas familias.
En el mejor de los casos, he escuchado la frase “que dos varones o dos mujeres tengan hijos es preferible a que estos niños estén en la calle o en orfanatos”, tal vez ¿consideraciones que apuntan a evitar un mal mayor?
Si nadie nace sabiendo ser padre, menos aún esto sucede con las familias homoparentales, que no tienen espejos de pares, de modelos positivos para aprender en el recorrido de la crianza de sus hijos/as. La ausencia de modelos distintos a la familia tradicional podría actuar como barrera para los sujetos gays y lesbianas que tienen el proyecto de ser padres/madres.
Leo Bersani en ¿El recto es una tumba?, editado por Edelp en 1999 en Córdoba, dice: “…como Stuart Hall sostiene, una representación es algo distinto de un mero reflejo: “Esto implica el trabajo activo de selección y presentación, de estructuración y configuración: no simplemente la transmisión de un sentido ya existente, sino la labor más activa de hacer que las cosas signifiquen”. La televisión no hace la familia, pero le da cierto sentido a la familia. O sea, ella hace una fuerte distinción entre la familia como unidad biológica y la familia como entidad cultural, y lo hace al enseñarnos los atributos y las actitudes a través de los cuales las personas que pensaban estar ya en el interior de una verdadera familia recién comienzan a sentirse como miembros de una. El gran poder de los medios, y especialmente de la televisión, es, como Watney escribe, “su capacidad de manufacturar la subjetividad misma” e imponer así una forma a la identidad. El “gran público” es a la vez una construcción ideológica y una prescripción moral. Además, la definición de la familia como identidad es, esencialmente, un proceso de exclusión, y el producto cultural no tiene ninguna obligación de coincidir exactamente con su referente natural”.
De tal manera, observar y oír en televisión a autóctonas familias homoparentales posibilitará a los televidentes considerar tangible a ese lazo afectivo, saber que hay una posibilidad real de paternidad por ejemplo para dos varones. También puede encender el deseo de lesbianas y gays de ser padres, darse cuenta que su sueño puede realizarse y a partir de allí decidirse a llevarlo adelante, acto obstaculizado si no se emiten imágenes de una pareja homosexual constituida y duradera en el tiempo con sus hijos.
Si bien sabemos que la diversidad adquirirá su verdadero significado mientras se acepte la diversidad del otro, a dicha diversidad debe conocérsela, vérsela, escuchársela y no obturarla o esconderla.
Para finalizar, creo que no obstante no se refleja en los medios argentinos a compatriotas lesbianas o gays madres o padres, se están llevando a cabo acciones concretas de parte de militantes y algunos políticos que buscan que el hecho vanguardista ocurrido en Uruguay tenga un efecto dominó en nuestra nación y en los demás países latinoamericanos, sobre todo en pos de los derechos del niño a tener una familia y los de los padres a afianzar su deseo de felicidad realizado, cuestiones que se plasmarán en la calidad de vida, en la salud de todos los integrantes de estas familias.
18 comentarios:
Ale, como siempre admiro tu capacidad para escribir, para que una idea disparadora te deslice metonímicamente a una cadena de ideas significantes, en el sentido de Bersani, en tu texto. Creo que el tema de la homoparentalidad no está en los medios por varias razones, algunas que tienen que ver con el devenir de los derechos de los gays y las lesbianas en nuestro país y la débil instalación de lo gay-lésbico en los lugares de visibilidad (universidad, asociaciones de profesionales, sindicatos), justamente porque todavía el temor a la discriminación y sus consecuencias es grande, no olvidemos que muchos de los lugares por donde circulamos académicamente, profesionalmente siguen siendo homofóbicos, lo gay sigue instalado en lo social siempre desde el mismo lugar, aceptado mientras no se hable, soportado siempre y cuando no se legalice. Pensaba en relación a esto que escribís, la cantidad de niños que habrán sido criados por su madre y su "prima" o "pariente lejano", cuando en realidad eran parejas constituidas. El tema sigue siendo lo vincular en tanto legal, mientras que no esté oficializado no molesta, ocurre pero no molesta. Tiene que ver con algo de nuestra manera de ser, lo que molesta o perturba lo social puede estar pero mejor si no se ve, la pobreza que no aparezca, las travestis a Palermo, lejos de la vista de los moralinos que después las consumen, los cartoneros con el uniforme de Macri, una pobreza con visibilidad Nike. Mariela fue el paradigma de la reacción de la gente con el corrimiento del telón de tanta mentira, villera crió a siete o más pibes, era reconocida por los mismos como la mejor madre, aparecía en todos los programas, trataron de hacerla mierda y no pudieron, ella contestaba siempre lo mismo, lo suyo fue un acto de amor, en la villa a los chicos los crían entre todos porque no está la familia tradicional y a veces los que están son la prima travesti o el tío puto, y muchas veces lo hacen muy bien, mal que les pese a la burguesía pacata. Pero los que pueden hacerse visibles no son los de los barrios obreros, son los de los videos a los que también por alguna razón se les permite más visibilidad, para nuestro entramado social es más soportable el gay universitario de Recoleta que el puto de Lanús si quisiera adoptar. Son solo algunas ideas que se encadenaron a partir de tu texto… A veces siento si mi imposibilidad de hacer más visible o permitirme hacer más visible mi elección sexual y entonces plantearme otros deseos ligados a esta elección, no tiene que ver con ese gran prejuicio social, con una especie de homofobia interna... Te mando un beso y un gran abrazo,
Jorge T.
Muy buena tu mirada Ale. No por nada, yo antes de conocer al grupo de reflexión que coordinas, ni sabía que existían familias homoparentales en este país. Y hablando de modelos y espejos, me pregunto ¿en qué espejos identificatorios se habrá moldeado Mariela Muñoz, siendo que su rol maternal supera a muchas familias tradicionales? ¿Tendrá que ver la misma madre que ella tuvo? Siendo así, ¿habría diferencia entre madre trans, hetero, lesbiana, más allá de la mirada social? Tu escrito, como siempre, da para pensar. Besos.
Die.
Ale: me parecieron muy interesantes las preguntas y el énfasis que hacés en una afectividad posible. Comparto la idea de que las imágenes autóctonas de familias homoparentales en los "medios" pueden permitir que quienes habitamos "márgenes" podamos comenzar a imaginar lo que parecía imposible desde la legalidad. Hay un nuevo tono en tu escrito que me encanta, es más sereno y al mismo tiempo más profundo. Gracias por compartirlo!! Te mando un gran abrazo.
Fernando C.
Pensando en esta ‘invisibilidad/silencio’ siempre me lleva a décadas atrás y a la situación en aquella época de los ‘hijos del divorcio’. También en aquella época se intentaba silenciar lo que hoy en día es una realidad (si no lo imperante). Cada vez que escucho a alguien decir que no le importa la homoparentalidad en sí, pero ‘pobres los chicos, imaginate lo que van a pasar en la escuela, en el club, los van a señalar con el dedo…’, pienso que a esta historia ya la escuché.
También creo que el tratamiento en los medios es crucial; y pienso que un paso intermedio es la ficción. Si la ficción mostrara más familias homoparentales creo que generaría mayor aceptación y aceleraría la posibilidad de que familias reales sean más visibles.
Mientras tanto, quedará en cada caso efectivo el navegar esas aguas entre proteger a nuestros hijos del ‘dedo acusador’ sin por eso esconderse dentro de otro closet.
Como siempre, Ale, muy buen artículo. Imposible no quedarse pensando en los temas que proponés después de leerte.
Daniel R
Ale:
Como siempre es un gusto leer tus artículos, y poder charlarlos contigo e intercambiar ideas.
Un abrazo.
Roberto C
Gracias Ale por tus interesantes envíos y que tengas una linda primavera en tu vida!!!
Beso!
Carlitos
La apertura mental de los argentinos se circunscribe a poner a personajes bien afeminados en algún programa de TV y nada más (Diego Ramos en los Pells, Fabián Gianola, etc.). De fondo, las pacatas familias argentinas ni siquiera soportan tener un hijo puto. Estamos lejos de llegar a tener una ley que permita la adopción de parejas homosexuales.
Ah! Las fotos no representan a los argentinos… Parecen más de una pareja gay sueca, que una pareja gay argentina… Acá la mayoría tiene pelo oscuro y son morochos. Por qué simular lo que no somos???
Rafael
Ale, me parece que tus preguntas son re piolas! Y me encanta cómo vas armando el texto. Agregaría quizás algo sobre que atendemos a estas familias en Puerta. Me gusta el titular en pregunta ¿Dónde están...?, como te había sugerido. Buen cierre también con algo bueno, como que no se refleja en los medios, pero que se están haciendo cosas concretas. Además, dejar las preguntas abiertas tiene su efecto!!! Por otra parte, como hablamos en el grupo de reflexión hace dos jueves, me quedé pensando en la foto que publicó Clarín para colorear la noticia de la aprobación de la ley de adopción para las parejas en unión concubinaria en Uruguay… La foto era de dos tipos bailando en un boliche con un fondo de luz roja… Como que la foto no era compatible con el título, con la función paterna. Creo que es algo tendencioso: hay una cuestión de mala intención, de mostrar solamente la joda de los gays, lo sexual, la oscuridad, la perversión, la joda…
Un abrazo!
Frann.
Ale!
Gracias por el artículo.
Nos vemos el jueves.
Guille
Hola Alejandro, todo bien?
El artículo me pareció muy interesante, la manera de plantear tus ideas, las cuales comparto en mayoría, después de todo nuestra sociedad de por si es muy egoista y mientras no la ataye algo pasan de largo hasta q les comienza a molestar quien está a su costado y reacciona como los caballos pateando el tablero.
x otro lado tengo mucho interés de poder asistir a las charlas del grupo de reflexión, podrías darme la información de cómo hacer posible mi asistencia? Te lo agradecería mucho. Gracias y que estés bien.
Estimado Alejandro:
Tus artículos están cada vez más certeros y agudos.
Me encantan!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Un cariño,
Carlos K
Bravo Uruguay! Vanguardia latinoamericana de la libertad individual.
Muy bueno el artículo. Esperemos recibir estos vientos de cambio en los países vecinos, la pregunta es cuándo…?
Estimado Alex: leí hace meses tu blog y me resultó por demás interesante, así que ahora que soy fiel seguidora desde México de tus comentarios tan atinados, te dirijo unas líneas para felicitarte y reiterarte mi admiración por la noble labor que realizas al ejercer tan dignamente tu profesión.
Soy madre lesbiana de 4 querubines, de un estado de esta bella República Mexicana, donde por cierto lo MOCHO (le llamamos así al ser cerrado y sumamente fanático de la religión) es característico de sus habitantes. Así que te has de imaginar la de prejuicios y comentarios en contra pues decidí asumir mi homosexualidad y ser HONESTA finalmente a mis 32 años y luego de un matrimonio de varios años.
Hoy por hoy ya estoy divorciada y mantengo una relación sumamente estable y maravillosa con una mujer, mi mujer!.
Su hija sabe que ella es lesbiana, sabe que me ama y sabe que mantenemos una relación. Me llevo súper bien con ella y creo que en un futuro no muy lejano será más sencillo acoplarse a una nueva familia. Mis nenes también la conocen ya.
Obviamente nuestro principal temor radica en que cuando la familia del papá se entere de que los niños ya conviven de manera cotidiana con ELLA empezarán a poner obstáculos o a meter cizaña.
Sé de la presión social que implica para los niños ser parte de una familia homoparental, pero nuestra prioridad son y serán siempre los nenes!
Te cuento todo esto porque como verás en nuestro México querido sigue estando latente, como en muchos países de Latinoamérica, la homofobia pero en especial el RECHAZO tajante a que formemos familias y EDUQUEMOS en la tolerancia y el respeto a la diversidad.
Aún nos falta muuuucho por recorrer pero confío en que nuestros hijos serán los más beneficiados pues tendrán un mundo un poco más justo y respetuoso.
Bueno, ya me desahogué y te di un antecedente de nuestra historia, espero tener noticias tuyas pronto, te escribiré en forma privada.
Un abrazo y cuídate!
Marina.
Hola, acabo de encontrar este blog.
Me parece GENIAL lo que haces. Soy gay, estudio psicología, estoy en pareja y quisiera tener hijos (formar una pareja homoparental obvio). Estoy en tercer año de mi carrera y me va bien, en unos años tendría que hacer mi tesis, posiblemente sobre este tema, que me parece espectacular.
Un beso, seguí escribiendo que lo haces excelentemente, y ahora tienes un nuevo lector.
:)
Acabo de encontrar el blog de Ale y la verdad me encanto, ya lo agregue a mis favoritos, cai aca buscando info sobre la homoparentalidad en Argentina. Desde hace ya un buen tiempo vengo considerando la opcion de la maternidad subrrogada, esa idea entro en mi cuando una amiga muy querida paso muy malos momentos tratando de ser mama. finalmente mientras estaba tomando hormonas para mejorar la calidad de sus ovulos, llego a su vida la pequeña Emma, de tan solo 1 semana de vida. La homoparentalidad me parece genial, se me hace q es mas facil para las mujeres q para los hombres… no? Quizaas algun dia tenga la oportunidad de ayudar a alguna pareja, no lo se… Soy bisexual y mama de dos hermosos varones. Si alguien gusta ponerse en contacto conmigo, haganlo al face, soy Alejandra Von. En el face soy fan de AG Magazine. Excelente Blog! Seguire leyendo.
Ale que buena la nota para que se conozca sobre este tema y para que las Familias Homoparentales tengan un lugar donde la palabra tiene lugar, lo que no es poco. Abrazo, Jorge Mario.
EXCELENTE LA NOTA Y EL EXITO TUYO SERA EL EXITO DE TODOS.
ENRIQUE
Alejandro, primero felicitarte por tu trabajo, entiendo como principios fundamentales, la igualdad y libertad de las personas, y entiendo que tu trabajo tiene este fin.
Soy alumno de Psicología y elegi como tesis las familias homoparentales.
en mi busqueda de informacion di con tu blog, me serviria poder recibir informacion de cuando haces conferencias o seminarios para seguir trabajando sobre dicho abordaje.
Me sabrias decir si existe en la Argentina un trabajo de campo? encontre uno muy interesante de la Universidad de Sevilla, pero como decis en tu articulo, donde estan las familias homorarentales argentinas??
saludos.
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