Este es un post de Martín Dutelli, un colaborador de Boquitas pintadas, que ayuda a pensar la relevancia de ciertas películas en construcción de la identidad sexual. Dice Martín: “La realidad que refleja el cine de temática gay puede ser hablada, puede verbalizarse, y a partir de ahí es desde donde se construye la salud. Cuando se sabe y se comprende lo que pasa, y el valor de los protagonistas acompaña, el vacío se transforma en contención, ya que esas imágenes son cómplices de lo que uno siente y desea”.
Un repaso íntimo de películas como Fama, El beso de la mujer araña, Maurice, Mi vida en rosa en este texto inspirado en el amor.
Otro modo (cinematográfico)
Por Martín Dutelli
Como dijo un compañero en el grupo de reflexión para varones gay al cual asisto en Puerta Abierta hace varios años y que coordina el Lic. Alejandro Viedma: “A mí el cine me educó, me habilitó”. Las películas nos educan y es ciertamente así, como los libros también nos abren el panorama.
Recuerdo que uno de los primeros libros que leí “con orientación homosexual” fue La brasa en la mano, de Oscar Hermes Villordo. Me lo tragué en silencio, sin decir palabra, a escondidas. Guardaba el libro debajo de mi colchón, esperando que no fuese encontrado.
Ahora haciendo un flash back, rememoro que cuando era casi un púber descubrí en la película Fama el personaje gay, como un pobre chico que la sociedad apuntaba con el dedo acusador, y me sentí identificado. Yo me fui convocado al silencio: la marcha iba por dentro, cada vez que había alguna pauta, alguna imagen que tuviera que ver con lo que todavía estaba dentro del clóset, se me prendía una alarma roja en la cabeza, haciendo ruidos desaforados.
Recuerdo también en mi temprana adolescencia cuando fui a ver la película El beso de la mujer araña con mi madre, con “imágenes escandalosas”, puro deleite para el ojo gay. Escenas en las que Raúl Julia y William Hurt tienen una especie de coito, empezando por un beso apasionado entre dos varones. Uno de ellos gay y el otro heterosexual, pero que sucumbió a los brazos del sexo en una oscura cárcel, permitiéndose el afecto del otro ser.
La procesión seguía por dentro. Pronto ví películas como Maurice (miles de veces); era un placer observar cómo dos hombres se tocaban, se besaban y acariciaban. Iban descubriendo su sexualidad y, a través del tiempo, fueron formando cada uno una manera de amar diferente. No obstante, siempre lo mismo: afloraba en mí una pulsión de ir a ver Maurice y al unísono seguía mintiendo en mi casa, que iba a ver otra película.
En este momento me pregunto: ¿Cómo nos fueron marcando las épocas? Creo que el cine se convierte en un espejo de lo que está sucediendo en la sociedad, es decir, el cine refleja, como un espejo, lo que la sociedad va viviendo, elaborando; es como si la sociedad entera fuera al consultorio de un psicólogo y le dijera: “Nos pasa esto, esto y esto, ¿qué podemos hacer?”.
Y el mismo analista, que también es parte de la misma cultura, nos contestara que frente a eso, sólo podemos transitarlo, elaborarlo, actuarlo, salir de la jaula de las locas, afrontar la ley del deseo, tener sexo como el sexo de los ángeles, amar extrañamente, saber todo sobre mi madre, ser gente como uno, intentar la mejor manera de caminar, conocer otro amor y más, mucho más… Luego abrir los ojos, y ver que todo esto no es más que otro modo. Pero que también tenemos permiso para vivirlo. Hacerlo carne, concretar.
Cambios en la sociedad
En algún momento, antes, después o durante, aparecieron (a mediados de los 80) las películas argentinas Adiós Roberto y Otra historia de amor. La primera trataba el tema con un poco de culpa del lado del protagonista. En aquellos años vemos cómo la sociedad fue cambiando, porque en la segunda, los protagonistas se permiten el encuentro.
Y ni hablar de los espectaculares avances de los últimos años, concretados en la igualdad de derechos, principalmente con la ley de Matrimonio Igualitario y la ley de Identidad de género. Estos avances recientes me conectan con que semanas atrás ví Mi vida en rosa. La película es franco-belga-británica, del año 1997. Nos plantea la vida de un niño, Ludovic, que se siente niña y en cada ocasión que puede, se viste de mujer.
Con vestidos de su hermana. Él o ella, entabla una relación con el hijo del jefe de su padre. Que es también compañerito de colegio, Jerôme. Ludovic le asegura todo el tiempo a su familia que Jerôme y ella se van a casar. Lo que pasó después fue que los descubrieron jugando al casamiento y ahí empezó la guerra entre familias. La poca tolerancia a lo diferente. Empezamos a ver cómo maltrataban a ese/a niño/niña que sólo quería ser ella.
Tanto su familia como el resto de la sociedad, sobre todo en el colegio, le armaron escándalos, echándole la culpa a la niña simplemente por querer ser ella. Es una hermosa película que trata la discriminación, la homo o transfobia, la ignorancia, pero también en algún momento se entabla la aceptación, porque mientras se anide el amor, se podrá triunfar en lo que se ES y ya no sólo soñar con lo que unx podría ser.
“Y así seguimos andando
curtidos de soledad,
y en nosotros nuestros muertos
pa’ que naide quede atrás”
- Extracto de Los hermanos, de Atahualpa Yupanqui -
Considero que somos la esperanza de nuestros antepasados, y las películas son como el documento digno de lealtad frente a lo que acontece.
En cuanto a la identidad sexual, es de destacarse que esta realidad que refleja el cine LGBT puede ser hablada, puede verbalizarse, y a partir de ahí es desde donde se construye la salud. Cuando se sabe y se comprende lo que pasa, y el valor de los protagonistas acompaña, el vacío se transforma en contención, ya que esas imágenes son cómplices de lo que uno siente y desea.
Concluyo, siguiendo estos lineamientos, que hoy ya es momento de abrir la puerta, para que quede la Puerta Abierta y podamos salir del clóset, con o sin celuloide.
Pero enteros.
(*) Escribí el presente artículo y lo hice con mucho amor para Alejando Viedma. Me inspiré desde de que nos comentara que en este mes de junio viajaba a Israel a dar un par de charlas e iba a disertar en la Primera Conferencia Internacional LGBT del Festival de Cine de Tel Aviv.
Link permanente: http://blogs.lanacion.com.ar/boquitas-pintadas/arte-y-cultura/peliculas-gays-que-ayudan-a-construir-la-identidad-sexual/
I
just had a flashback, recalling that when I was entering puberty, I saw the
movie Fame, which featured a young gay man.
He was portrayed as a poor kid to whom society pointed an accusing
finger. I identified with him. I chose silence, the road I was taking was inside me, and each
time I saw an image, any hint of what was still inside the closet, a red alarm
would go off inside my head, with an accompanying deafening noise.
I
also recall that in my adolescence I went to see The Kiss of the
Spider Woman with my mom, with its “scandalous scenes”, a total delight for gay
eyes. Scenes in which Raul Julia and
William Hurt have a kind of sexual encounter, beginning with a passionate kiss between two men. One of them is gay but not the other, who
nonetheless who fell into the arms of sex in a dark prison cell, allowing
himself the affection of another being.
The
procession continued inside of me. I soon saw movies like Maurice (thousands of
times); it was a pleasure to watch two men touching,
kissing, caressing each other. They
slowly discovered their sexuality, and after some time they each found a unique
way to demonstrate their love. But for me, it was still the same story: a
desire to go see Maurice time and time again, while lying at home about seeing
a different movie.
Today
I ask myself: How do different periods in our lives influence us? In this
sense, I think the movies are a mirror of what takes place in
our society at the time, that is to say, movies reflect, like a mirror, what our society is
living, going through; it is as though the whole of society was going to a
psychologist and saying: "We are gong through this and that, what shall we
do?". And the analyst, who belongs to the same culture,
responds that it is up to us to work it out, get through it, get out of the
"cage aux folles",
face the law of desire, have sex like the angels, love strangely, know everything there is to know about our moms,
about ourselves, try the best way to walk, know another
love, and much much more... Then, we open our eyes and see that this is
nothing more than another way. But that we
have permission to live it. To make it
real.
At
some point in time, before, during or after, in the mid 80's, came the argentine movies “Adiós
Roberto” and “Otra historia de Amor”.
The first one approached the subject with some guilt on the part of the main
character. We can see how our society
was changing during those years, because in the second instance, the characters
allow themselves an encounter.
With the
help of these films as guideposts, I say then, today is the day to throw the
doors wide open,
so that they remain “Puerta Abierta”, "Open Door". So that we can come out of the closet, with
or without celluloid. With or without paper.
But as complete beings.
Another way (cinematographic)*, by Martín Dutelli
During my adolescence,
without realizing, I was building my sexual identity.
"I was educated by the movies, they helped
me along the way", said one of my friends in a support group I have
attended for several years. The group is
for gay men and is moderated by Lic. Alejandro Viedma. The
movies indeed educate us, even as books also expand our horizons.
One
of the first books I read “with a homosexual orientation” was “La
brasa en la mano”, by Oscar Hermes Villordo.
I ate it up, read it in silence, without uttering a word to
anyone, in hiding. When I went out, I
kept the book under my mattress, hoping no one would find it.
The
progress we have made in the last few years has been spectacular, especially
with the passage of equal rights laws, as the Gay Marriage and Gender Equality
measures. These recent events bring to mind a movie I recently saw, Mi Vida en
Rosa (Ma vie en rose). It is
a French/Belgian/British production, filmed in 1997. It is about the life of a child,
Ludovic, who feels like a woman, and dresses like one every chance he gets,
wearing his sister's dresses. He, or she strikes up a friendship with a little
boy from school, Jerôme, who also happens to be his father's boss' son. Ludovic
assures his family that he/she and Jerôme will get married. One day, they are
caught playing "marriage" and that's when the war between the two
families begins, the absence of tolerance for that which was different. As the
movie progresses, we begin to see how this boy/girl is mistreated, just for
wanting to be a girl. At school, at home and in the rest of society, he is
maligned for wanting to be, simply, a girl. It is a beautiful movie which deals
with discrimination, homophobia, transphobia and plain ignorance. At the same
time, it deals with acceptance, as we experience the transformation that love
brings, leading to the realization that a person can be who he is, rather than
just dream about who he could be.
“Y así
seguimos andando
curtidos de soledad,
y en nosotros nuestros muertos
pa' que naide quede atrás**”
"And
so we keep rolling along
Weathered
by our loneliness
And
within us our dead ancestors
So that
no one's left behind**"
I believe that each one of us
constitutes the hope of our ancestors, and that the movies faithfully record
the events and developments in our society as they occur.
Regarding
our sexual identity, realities featured in LGBT cinema can lead us to open and
free discussions, and from there, to our healing. When we know and understand a
plot, presented by great actors, the emptiness is transformed into something
palpable, since those images are mere accomplices to what we feel and wish for.
*I wrote this article with love
and admiration for Alejandro. I was inspired by his announcement that he would
be traveling to Israel in this June to speak and participate in The First TLVFest International Conference for LGBT
Cinema in Tel Aviv.
**Extract from Los
hermanos (or Yo tengo tantos hermanos), de Atahualpa Yupanqui.
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