Adiós 2013, con un texto sobre el AMOR

Otra vez cerrando un año fuerte. Un año intenso, muy bueno, en movimiento. Se está yendo un 2013 en donde estuve muy activo, muy vívido, trabajando mucho, viajando por destinos hasta entonces desconocidos por mí, cerca de buenas personas que suman en este mundo y en mi vida profesional y/o personal, porque no todo en mí es el psicoanálisis y la militancia por los derechos humanos en general y los de la igualdad en materia de diversidad sexual en particular; también me doy tiempo para mis hobbies, como lo son por ej. la escritura, la lectura, la fotografía… Y esos intereses personales son también los que hacen que pueda mantener este espacio, mi blog, que ya ha cumplido 6 años y que ha sido visitado por más de 74.000 almas!

Les dejo un escrito de mi autoría que elegí publicar hoy como para cerrar los post de este año que se extingue para terminar otro ciclo que relanzará otro y abrirá otro más y así… Como para que la rueda no pare. A ver qué les parece…
Gracias gente linda por acompañarme codo con codo o a la distancia comentando, interactuando, leyendo, SIENDO Y ESTANDO. Gracias cosmos por tanto! Y aquí me encuentran pleno para recibir otro gran año nuevo que nos encontrará también conectados. Love. A. V.


Votar al amor botando 
Por Alejandro Viedma

Propongo una asamblea. Escuchémonos. Votemos y botemos.

Todos somos potenciales líderes de la palabra amorosa, del discurso respetuoso.

Tomemos las armas de azúcares y sales.

Que levante la mano quien se enamoró más de una vez en su vida.

Que se ponga de pie el que amó loca, perdidamente a una sola persona hasta hoy. ¿Cómo es ese ser a quien le has destinado la exclusividad del amor? ¿Qué cosas te llevaron a que lo idealices tanto como para que pierdas tu centro?

A vos que estás en el fondo: ¿a quién rechazaste sin conocerlo? ¿Y a quién conociéndolo tanto que te desencantó?

¿Hay alguien que pudo transcurrir su vida sin haber pasado por la experiencia afectivo-sexual? ¿Cómo hizo? ¿Cómo sobrelleva esto?

¿Cómo hicieron los que tuvieron que duelar al amor de su vida?

¿Quién botó (mandó a freír churros) a quien más lo hizo sufrir? Y, ¿quién se aferró tanto a ese malestar sufriente que lo único que operó como tope fue el hecho de que el otro lo haya botado primero?

¿Quién votaría por un candidato que en su plataforma/campaña propusiese amar sin trueques?

Y que en su gabinete asistiera un doctor que indique recomendaciones para duelos no-patológicos… Es que cuando uno corta una relación –o lo cortan- queda como estaqueado y estancado, pues pierde esa posición de ser querido y deseado. Herida narcisista, le dicen. El terror de la soledad inminente se apodera de uno, y así la autoestima se va al bombo.

Hasta que… again!! se cuela otro rayito de amor, de ilusión de completud, de VIDA, de Eros, del entrelazamiento amor-sexo, de poder combinar esa dupla lujuriosamente fatal y nutritiva… Y así se retoma la confianza y la seguridad en uno mismo y en el prójimo, menguando la incertitud.

La apuesta se redobla intentando botar lo negativo y reflexionando acerca de por qué cosas nuevas estaremos dispuestos a votar.

Mi voto al odio y al sufrimiento de balde (¡como dicen en Paraguay!) es NO positivo. Voto por una sequía de violencias y un volver a la fuente del interés por el otro, un Otro diverso.

Tampoco habría que votar al millón de dólares, tal como decía Batato Barea, sino priorizar el AMOR AL AMOR, como alguna vez se expresó. De lo contrario, quedate sentado y cómodo donde estés.

Y si se aviva el avispero cuando algo hace desencajar la estructura convencional, ¡que quede prohibido inmiscuirse en propiedades privadas! Que se cumpla la ley (de no emboscar al amor a secas), y nadie se sentirá humillado.

¿Cómo y por quién votarás tú a partir de ahora?

¿Ya me has botado?
 
 
 
 

Decisiones


Hola amigos y amigas, estamos promediando el último mes del año, inicia una etapa de balances y decisiones, así que va este textito de mi autoría alusivo al tiempo actual y a lo que se viene: despedidas, cierres de 2013, brindis, recuerdos, fiestas, encuentros y desencuentros en donde uno aprende también a dejar soltar…

 


Tema del mes: “Yo decido, tú decides…”, una breve reflexión
 
¿Qué diferencias existen entre una decisión propia y una ajena?


La decisión personal alivia, sobre todo si es tomada luego de un proceso, de un tiempo subjetivo y reflexivo. Aliviana porque en esa determinación el sujeto acciona, se posiciona en un lugar activo en donde toma el control de la situación, por ende su Yo se reafirma, la autoestima sube. ¿O es porque uno tiene una autoestima alta que puede decidir? El huevo o la gallina… La cuestión es que muchas veces una decisión permite cerrar algo, poner un corte o límite y eso destraba para abrir otro ciclo. Una determinación propia libera porque uno en ese tomar las riendas a la vez suelta, se saca un peso –llámese conflicto- de encima, lo cual tranquiliza, hace que uno descanse y ello tiene un impacto interno y además en el entorno que circunda. Por lo anteriormente esbozado, las decisiones personales generan un alivio incluso jugándosela, apostando porque previamente uno necesita cambiar lo que le hace ruido por algo que supone será mejor, algo que lo hará valorarse más. Entonces, a hacerse cargo de lo que se elige para dejar afuera otra cosa, resignándola o para tener que atravesar un duelo.
Del otro lado de una columna imaginaria podemos decir que una decisión externa a uno, principalmente si es sorpresiva, por decreto, ocasiona un malestar, que puede manifestarse en dolor o bronca. El control lo tiene el otro, control que irrumpe, lo cual hace que en ese caso uno quede en un lugar sumiso por sentirse desalojado y eso haga que en un momento posterior el cuerpo pueda producir síntomas. Así por momentos el Yo se desestructura, la persona queda con una baja autoestima por habérsele abierto una herida, la cual supura tristeza o malhumor.
Aunque, ahora que lo pienso, me cuestiono lo redactado más arriba pues los humanos muchas veces esperamos que sea el otro quien decida (por ejemplo, que nos echen de un trabajo o que sea nuestra pareja la que decida el fin de la relación), nos ponemos en una posición pasiva y cuando la otra persona toma la determinación ansiada, también nos aliviamos, por corrernos del estrés; lo mismo sucede al revés: a veces los demás esperan que uno decida (que renunciemos o cortemos, por ej.) para no ser ellos quienes tomen la determinación… Paradójico, no?
A.   V.
¿Qué opinan sobre estas puntualizaciones?