Hola amigos y
amigas, estamos promediando el último mes del año, inicia una etapa de balances
y decisiones, así que va este textito de mi autoría alusivo al tiempo actual y a lo
que se viene: despedidas, cierres de 2013, brindis, recuerdos, fiestas, encuentros y desencuentros en donde uno aprende también a dejar soltar…
Tema del mes: “Yo
decido, tú decides…”, una breve reflexión
¿Qué diferencias
existen entre una decisión propia y una ajena?
La
decisión personal alivia, sobre todo si es tomada luego de un proceso, de un
tiempo subjetivo y reflexivo. Aliviana porque en esa determinación el sujeto
acciona, se posiciona en un lugar activo en donde toma el control de la
situación, por ende su Yo se reafirma, la autoestima sube. ¿O es porque uno
tiene una autoestima alta que puede decidir? El huevo o la gallina… La cuestión
es que muchas veces una decisión permite cerrar algo, poner un corte o límite y
eso destraba para abrir otro ciclo. Una determinación propia libera porque uno
en ese tomar las riendas a la vez suelta, se saca un peso –llámese conflicto- de
encima, lo cual tranquiliza, hace que uno descanse y ello tiene un impacto
interno y además en el entorno que circunda. Por lo anteriormente esbozado, las
decisiones personales generan un alivio incluso jugándosela, apostando porque
previamente uno necesita cambiar lo que le hace ruido por algo que supone será
mejor, algo que lo hará valorarse más. Entonces, a hacerse cargo de lo que se
elige para dejar afuera otra cosa, resignándola o para tener que atravesar un
duelo.
Del otro lado de
una columna imaginaria podemos decir que una decisión externa a uno,
principalmente si es sorpresiva, por decreto, ocasiona un malestar, que
puede manifestarse en dolor o bronca. El control lo tiene el otro, control que
irrumpe, lo cual hace que en ese caso uno quede en un lugar sumiso por sentirse
desalojado y eso haga que en un momento posterior el cuerpo pueda producir
síntomas. Así por momentos el Yo se desestructura, la persona queda con una
baja autoestima por habérsele abierto una herida, la cual supura tristeza o
malhumor.
Aunque, ahora
que lo pienso, me cuestiono lo redactado más arriba pues los humanos muchas
veces esperamos que sea el otro quien decida (por ejemplo, que nos echen de un
trabajo o que sea nuestra pareja la que decida el fin de la relación), nos
ponemos en una posición pasiva y cuando la otra persona toma la determinación
ansiada, también nos aliviamos, por corrernos del estrés; lo mismo sucede al
revés: a veces los demás esperan que uno decida (que renunciemos o cortemos,
por ej.) para no ser ellos quienes tomen la determinación… Paradójico, no?
A.
V.
¿Qué opinan
sobre estas puntualizaciones?
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2 comentarios:
Querido Ale, tu Informe está espectacular. ¡Me encantó! Muy en serio.
Fuerte abrazo,
Carlos.
Genial, Ale!!
Qué lindos conceptos!! Gracias!!!
Beso grande!!!
Vero
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