A 5 años de la ley de matrimonio igualitario en la Argentina, 9423 parejas se casaron en el país. En la provincia de Buenos Aires, 2998; en la Ciudad, 2278; le siguen en importancia Córdoba, con 970; Santa Fe, con 895; Mendoza, donde se casaron 415 parejas. En todas las provincias argentinas se registraron bodas. Estas son cifras fueron brindadas por Esteban Paulón, presidente de la Federación Argentina LGBT, y se elaboró en función de los datos de las organizaciones que integran esta federación, ya que no todas las provincias llevan estadísticas desde que se puso en vigencia la ley, en julio de 2010.
Nos preguntamos, ¿qué revisiones planteó en los psicólogos, estos profesionales nodales en la salud de la población, la aplicación de esta ley que ya concretó casi 10.000 uniones antes ignoradas o minimizadas? ¿Revisó el psicoanálisis sus encuadres y posiciones? ¿Qué aprendizajes se incorporaron en el mundo académico y de la clínica?
La licenciada en Psicología Andrea Aghazarian considera que la implementación de esta ley puso en cuestión modelos que están caducos, de aquellas minorías profesionales agentes de salud que ajustaban su trabajo clínico con pacientes con métodos correctivos, que sólo llevaban a cambios momentáneos y, luego, a profundos estados depresivos, angustias desbordantes o la construcción de una vida paralela, en matrimonios forzados y prácticas sexuales contrarias a la verdad de cada sujeto.
“Nuestro trabajo intenta mantener al sujeto lo más cercano que se pueda a la salud, a la pulsión de vida, alejándolo así de la enfermedad, con su pulsión mortífera, que en sus extremos lleva a la muerte. En particular a los psicoanalistas nos facilitó el trabajo: en estos 5 años las familias llegan al consultorio con conceptos elaborados por la sociedad, a propósito de la ley, hay una parte del camino que hacíamos nosotros, que lo hizo la sociedad en su conjunto”.
- ¿Qué aprendizajes se incorporaron en el mundo académico y de la clínica?
- En el mundo académico está la percepción que hemos socializado el conocimiento con el resto de la sociedad, que nuestro saber también ordena la sociedad y que debemos trabajar explicando, enseñando y construyendo una sociedad más justa. Esperemos que se transforme en un área específica de nuestro trabajo y consigamos desde las distintas instituciones que nos representan y agrupan, emparejar derechos.
El licenciado y profesor en Psicología Diego Samara cree que el psicoanálisis se debe reformular según la subjetividad de la época -como sostenía Jacques Lacan- y que se expresa en términos de síntomas actuales y la dirección de la cura. “A mi parecer, el psicoanálisis es poco permeable a los fenómenos normativos y sociales, más bien se focaliza en la singularidad de cada sujeto y sus condiciones de goce, o sea, modos de desear, vincularse, amar o sufrir pero, como toda teoría, tiene sus limitaciones, como por ejemplo con respecto a las teorías de género y diversidad sexual. Me parece importante estar advertido en este punto para poder ir más allá de Freud, de Lacan y de la psicoterapia clásica, para así poder ser más permeable a otras teorías; creo que es fundamental como profesional en salud mental el entrecruzamiento entre disciplinas, sobre todo entre el Psicoanálisis, la Filosofía y la Sociología, como por ejemplo el punto en el cual la corriente sociológica sobre diversidad sexual distingue la orientación sexual de la identidad de género, a diferencia de lo que no hacen muchos psicólogos. Por otro lado, es necesario señalar cuando un analista o psicoterapeuta tiene una concepción prejuiciosa, homofóbica, patologizante, lo cual significa una cuestión grave”.
Y agrega: “Sumo una pregunta quizá molesta pero creo que debemos hacernos todos los psicólogos, terapeutas o psicoanalistas: ¿Permitimos al paciente desear, amar y vivir o, de lo contrario, restringimos o coartamos sus condiciones de vida, de goce? A mi criterio, con respecto a la diversidad sexual, la única dirección de la cura en este sentido es la primera opción y va acorde con la posición ética del psicoanalista”.
La psicóloga Graciela Balestra, directora de la ONG Puerta Abierta, al ser consultada sobre el tema dice: “Hasta no hace mucho en algunas facultades de psicología se seguía enseñando que la homosexualidad era una enfermedad. Y muchos psicólogos seguían intentando curarla. Hoy podemos afirmar que eso es iatrogenia. En Puerta Abierta recibimos muchos pacientes que vienen de transitar numerosas terapias que solo acentuaban su sufrimiento. Y hace años brindamos en las supervisiones a los profesionales de la salud una capacitación sobre diversidad sexual porque ese tema no se ve en las universidades”.
“El hecho de instalar el tema y de la aprobación de la Ley obliga a re pensar muchos conceptos erróneos aprendidos y a deconstruir todo un sistema de creencias donde se instalaba la homofobia. Los profesionales de Puerta Abierta observamos que aún falta mucho camino por recorrer, a lo largo y ancho del país. De hecho estamos haciendo hace tres años capacitaciones en todas las provincias sobre diversidad sexual. Y lo que encontramos es una enorme necesidad de información”.
El licenciado Alejandro Viedma, también miembro de Puerta Abierta, se refiere al tema y menciona que nota más apertura, interés y respeto de parte de sus colegas de lo que percibía hace años. “He transitado por varios lugares de transmisión del psicoanálisis como posgrados, supervisiones, jornadas, etc. y fui escuchando opiniones de profesionales que expresaban sin prurito, por ejemplo, cosas del estilo: “Estoy de acuerdo con que los homosexuales se casen y tengan los mismos derechos, pero no con que adopten chicos”, es decir, que opiniones de legos en la materia también se repetían en algunos terapeutas, lo cual me inquietaba bastante. En las instituciones y espacios Psi que acudo hoy ya no hallo esa tensión, esa incomodidad cuando por ejemplo superviso un caso en donde dos mujeres lesbianas se casaron el año pasado, cada una tiene un hijo de un matrimonio heterosexual anterior, y en la actualidad planean tener un bebe mediante inseminación”.
Y agrega que, de todos modos, hay trabajo por hacer. “Tenemos que seguir cuestionando esas fantasías que perpetúan la idea de familia única entendida como papá, mamá e hijos. Hay aún muchos supuestos que se sostienen a modificar y allí jugaríamos, los profesionales de la salud mental, un rol necesario, importante y responsable, yo diría ético. Porque a pesar de que los pacientes, más allá de su orientación sexual o identidad de género, según mi prática/casuística en la clínica de adultos, siguen demandando un tratamiento terapéutico por problemas de AMOR y de sexualidad, también se escucha habitualmente: “¿Dos mamás?, ¿dos papás?, ¿cómo va a salir ese pibe?”.
La licenciada en Psicología Adriana Sonis expresa: “Como psicoanalista la promulgación de la Ley de Matrimonio igualitario me llevó a pensarla en relación a la neutralidad, a la renuncia por parte del analista de imponer sus deseos, pensamientos, prejuicios, moral, a sostener la incertidumbre por sobre las certezas, a habilitar la apertura de nuevos interrogantes por sobre lo inmutable de preguntas viejas”.
- ¿Sólo la neutralidad del analista o se revisa el posicionamiento del profesional en relación a su quehacer diario?
- Esta ley inevitablemente se relaciona con la temática de adopción, entonces, me pregunto si ¿los efectos que provocan aquellos profesionales, tanto en la clínica como en lo jurídico, en ausencia de neutralidad, con posiciones apegadas a un pensamiento binario: hombre-mujer, salud-enfermedad, madre mujer- padre varón, respetan los Derechos del Niño a tener una familia? Mi respuesta es un categórico no. Y quisiera resaltar que la capacidad de ahijar no se relaciona con la genitalidad de los padres o de las madres.
Para el licenciado en Psicología Roberto Viñas esta ley planteó revisiones de las posiciones de los propios psicólogos. En algunos casos más notables, se trata de un cambio de posiciones frente a la clínica. “En algunos casos, ya estaba superado aquello de que la homosexualidad era un trastorno, pero no se alcanzaba a visualizar cómo era posible una integración plena como ciudadano, si ciertos derechos eran vulnerados sistemáticamente. En otros, la modificación ha sido en el plano de las posiciones oficiales, ya no es posible hablar del desarrollo de la sexualidad como se lo planteaba antes como la plenitud alcanzada en la complementariedad de ambos sexos. El desarrollo pasa por otro lugar. Probablemente, aún no alcancemos a vislumbrar las revisiones teóricas a las cuales asistiremos”.
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