Entrevista con el lic. Alejandro Viedma


Por Marcelo Marquetz
El encuentro se realizó un miércoles de 2008 en AGRadio, donde tiene lugar de 20 a 22 hs el programa “Espacio Nexo”. Marcelo es miembro de la FALGBT y más que un reportaje provocó y logró que se diera una charla distendida y cordial.
Marcelo M.: Alejandro, ¿cuál es tu trabajo específico?
Alejandro Viedma: Soy licenciado en Psicología y trabajo en forma privada como psicoanalista, dentro de la línea Freud-Lacan, para la comunidad en general y también atiendo demandas que tienen que ver con las particularidades de la identidad sexual, la orientación sexual, el género, la diversidad sexual; trabajo en equipo, con algunos colegas que pueden tener otra formación y también interdisciplinariamente, para ser coherentes con lo que bregamos acerca de la diversidad. Por otro lado, coordino grupos de reflexión para varones gay, lo cual significa otro encuadre, institucional, donde más que nada modero los tiempos de participación de los integrantes y propongo una dinámica específica para cada encuentro pero no por ello debe necesariamente ser fija. Este espacio es más relajado para todos, más a modo de charlas-debates en torno a cuestiones del ser gay.
M. M.: Respecto a la terapia, veo que a veces es difícil porque no todos los terapeutas tienen clara la cuestión de la diversidad sexual en términos de acompañamiento profesional a una persona que va con esta problemática; algunos terapeutas a partir de una demanda así tienen que hacer una elaboración propia de qué significa la diversidad sexual…
A. V.: Sí, básicamente porque ninguna persona, siendo terapeuta o no, se salva de los prejuicios y de la homofobia. Entonces, en principio lo que debemos hacer es informarnos sobre este tema y sobre varios más que son tabú para nuestra sociedad. Recién ahora se está abriendo la temática de las "minorías sexuales", no obstante aún existen diferencias significativas entre lo que es capital federal y el resto de la Argentina y eso se nota en lo legal: la ley de unión civil fue aprobada solamente en CABA, Río Negro y Carlos Paz, y lo grave es que todavía en el 2008 existen edictos policiales en muchas provincias, donde pueden seguir deteniendo a las travestis, lo cual demuestra que continúa la discriminación y todo eso provoca trascendentes efectos negativos en la salud de los sujetos, sobre todo para los que aún no pueden salir del clóset. Más grave aún resulta el hecho de que esa discriminación basada en la ignorancia muchas veces atraviesa y se instala en los consultorios, en los terapeutas.
M. M.: Además, dentro de los grupos discriminados socialmente pareciera como que se está durmiendo con el enemigo, porque para gays y lesbianas el lugar más duro suele ser el privado, el íntimo, el familiar, cosa que no pasa por ejemplo con los judíos o los negros, donde en sus casas hay contención, por eso para los gays cuesta y se tarda más contarlo en la familia que decirlo en ámbitos más sociales…
A. V.: Sucede lo que no pasa en otras minorías porque los primeros espacios transitados por cualquier persona, como la familia y la escuela, para lesbianas, gays y trans son expulsores, se propinan hostigamientos. Luego suele haber una reiteración de la historia en el trabajo, donde “no se habla” del tema o se lo rodea de manera peyorativa o con el chiste fácil que camufla al heterosexismo, por lo cual algunos individuos no pueden declarar que son gays o lesbianas ni en sus casas ni en sus laburos por miedo a las consecuencias que pudieran sufrir.
M. M.: Se establece una especie de código de silencio, a pesar de que hay cosas que son evidentes, pero no se las quiere hablar…
A. V.: Claro. Lo que observo y escucho mucho en la clínica, en el consultorio, y también en los grupos de reflexión que coordino, es esto de “supongo que lo saben, pero no por mí” o “en mi casa lo sospechan pero nunca me preguntaron nada”, y por otra parte es común que cuando lo dicen reciben como respuesta un silencio muy incómodo, o la frase “no se lo cuentes a nadie”. De esta manera, sigue operando el mandato que se destine todo eso a lo privado, “tenés que guardártelo” y encima se homologa privado a malo. Es en este sentido que considero de gran ayuda el dispositivo grupal, donde asoma una contención, se da una habilitación de lo que se dificulta hablar en otros lugares, estos espacios funcionan entonces como socializadores porque empieza a circular la palabra en un contexto de cercanía con el otro donde se mira a los ojos. El fin no es la formación de un gueto, pero creo que primero es necesario que comience a ponerse en funcionamiento el pensamiento y el discurso intragrupalmente, intra-colectivo para luego ampliar, abrir las fronteras, o sea, primeramente hay que “trabajar” ciertas cuestiones personales, particulares, grupales y comenzar a conscientizarlas, a verbalizarlas, a charlarlas para después poder estar más tranquilo y preparado, con un soporte y una red para el “afuera”. Siempre para esto lo grupal presenta un plus, porque emerge algo “mágico”, que se ve en los efectos positivos subjetivos, y si bien por lo menos lo que yo propongo no son grupos terapéuticos, ya hablar y que tus pares te escuchen -y viceversa- es terapéutico en sí mismo; además está todo lo previo: buscar, averiguar data, movilizarse, llegar al lugar, encontrarse semanalmente con el otro, es decir, hacerse activo en todo este proceso para establecer vínculos, hacerse amigos, armar salidas, tejer una red afectiva y eso sí que no es mágico, uno tiene que tener las ganas, la buena predisposición, la continuidad y el compromiso para poder lograrlo.
Pregunta de un oyente: “Le quisiera preguntar al licenciado Viedma cuáles son las consecuencias de seguir en el clóset”.
A. V.: Desde mi experiencia, puedo afirmar que el silencio o la construcción de la mentira provocan un desgaste psíquico importante para los sujetos que permanecen en el placard porque no hablar de su sexualidad conlleva que construyan una especie de mascarada por los inventos que fabrican, por las farsas que son generadoras de una bola que puede hacerse gigante, lo que en un momento posterior torna complejo el frenarla, el deshacerla. A veces se empieza por cambiar de nombre al partenaire, porque lo que se transforma es su género.
M. M.: Sí, es como decís vos, es como una bola de nieve o como las cáscaras de la cebolla, una tras otra, una tras otra…
A. V.: Todo eso produce un agotamiento porque el sujeto tapado se pregunta a sí mismo ¿qué le conté a fulano?, o ¿a qué boliche le dije a aquel que iba a bailar?, o ¿al otro le comenté que estaba saliendo con una tal Mariana o Silvina?, lo cual requiere de un esfuerzo mental permanente, ya que puede armársele un “mejunje” y muchas veces esto tiene un coste alto manifestado en lo corporal, porque lo que no está tramitado, digerido vía discursiva, se instala en el cuerpo, se somatiza, por ejemplo se aloja en algún órgano, como la piel. También podría manifestarse un estrés notable que origine una depresión, lo que amerita un tratamiento psiquiátrico, medicación, puesto que el aparentar ser otra cosa de lo que se es, lleva al sujeto a esforzarse el doble por quedar bien con los demás en distintos espacios, de tal manera, es común ver a lesbianas y a gays que son muy exitosos en sus puestos laborales o en sus carreras terciarias o universitarias, donde poseen promedios brillantes porque están muy metidos en eso, depositan casi toda su libido allí y justamente estos sujetos se permiten poco para el disfrute, para el placer, para el ocio, ya que no se relajan, están constantemente autoexigidos, tapando otras cuestiones y eso trae aparejado algunas de las consecuencias que te mencioné anteriormente.
M. M.: Yo digo que la vida es una, las posibilidades de realización se van acortando y en realidad la posibilidad de vivir es una y en la medida en que uno pueda ser lo más auténtico posible, acercar más el deseo y la realidad, será menor el sentimiento de frustración.
A. V.: Por eso hay que laburar estas cuestiones en terapia, el por qué se llegó a ese estado, cuál y cómo fue el proceso y el contenido, hacer una elaboración personal y ser paciente en ambos sentidos: recorrer un camino como analizante siendo permeable al inconsciente y tener paciencia, bancarse la falta puesto que a veces precisamente estas cuestiones están latentes y lleva tiempo y no es agradable sacarlas a la luz por el dolor que ocasionan, pero considero que este es el sendero más sano y con cambios efectivos que perdurarán.
M. M.: Eso lo vemos mucho en Nexo, donde trabajamos con personas viviendo con VIH, y lo decimos permanentemente: es directamente proporcional que cuanto más te costó asumir tu homosexualidad más te cuesta asumir el VIH, incluso creemos que en muchos casos como consecuencia de una no asunción seria, profunda, adulta, madura de la propia identidad sexual se tiene descuidos, se busca la infección como autocastigo.
A. V.: Bueno, justamente esa es una manera de situarlo en el cuerpo, y lo que sucede a veces en estos casos es la construcción de un doble clóset, de una doble (auto) estigmatización, y por ello es prioritario conscientizarlo, quizás uno está muy pendiente de la culpa, de los atravesamientos religiosos y familiares, porque “no soy ese que vos querés que sea” y repite cosas.
M. M.: Exacto, esto de los vínculos muy primarios, pero hay un punto en el cual para poder emerger como persona uno necesita romperlos.
A. V.: Totalmente, ser sujeto de deseo, con la instancia de responsabilidad, de responder por lo que uno siente y elige, por empezar a hacer circular lo simbólico en pos de mover ciertas cuestiones históricas de uno; tal vez por eso yo me dedico a trabajar con adultos. No obstante, como decía recién, a menudo son procesos inconscientes, no es que uno a propósito busque hacerse el mal, entonces es importante rastrear y visualizar cuáles son los mandatos que operan con tanta fuerza detrás de las acciones, de lo fenomenológico, mandatos que han sido transmitidos por nuestros antecesores familiares, sociales y los que emanan de nuestra cultura, cuáles son los tabú que siguen desparramándose para que, paradójicamente, no se desparramen para no mover ciertas bases culturales fuertes. De este modo, hallamos una carga negativa en las cosas que nos trasmitieron: la negación, el señalamiento, el destierro, la vergüenza, el silencio, el esconderse, la culpa, el pecado, la enfermedad, la idea de futura soledad, de muerte. Todos estos son elementos que nos enseñaron, que aprendimos y hemos incorporado y también hemos pasado la posta a otros, por consiguiente, todo carbura como un círculo vicioso, no obstante lo positivo es que podemos deconstruirlos, des-aprehenderlos en ese proceso de hacerlos consciente, y a partir de allí elegir modificar nuestras conductas, nuestras formas de manejarnos, producto de nuestras estructuras rígidas de pensamiento. Más tarde, un paso más consistirá en educar al otro, informar a nuestros padres, a nuestros alumnos, a nuestros pares, etc., para que puedan entender y no solo pasarles la pelota contándoles que una es lesbiana o uno es gay.
M. M.: Claro, porque tal vez nosotros desde la militancia manejamos un lenguaje común, con códigos, comprendemos las cosas de una manera, incluso la gente de la comunidad gay por relacionarse en el ámbito con amigos y amigas lesbianas, gays, trans creemos que todos hablan el mismo lenguaje, pero por ahí papá y mamá no, sino que ellos hablan el lenguaje cotidiano que habla el heterosexismo a través de los medios, de la familia, de los valores tradicionalistas, de lo que quisieran o desearían para nosotros, y de repente un anuncio de este tipo es muy fuerte, por algo no se lo había hablado antes. Tal vez el primer impacto sea violento, agresivo, y debemos darle un tiempo a papá y a mamá para que ellos hagan su elaboración, porque, como vos decías, “la pelota se la pasamos a ellos”.
A. V.: En la primera etapa para ellos es como que se les viniera el mundo abajo y, como a veces todo es muy “de golpe”, se precisará ejercitar la capacidad de empatía, esa acción de ponerse en el lugar de ellos, porque generalmente cuando la lesbiana o el gay ya traspasó, ya superó el sufrimiento o los altibajos y pudo asumirse primero ella o él mismo y luego ante los demás, cae en una clase de vicio por no captar por qué al otro le cuesta tanto asumir la situación presentada, se olvida fácilmente del proceso que tuvo que recorrer.
M. M.: Que fue lento, que fue temeroso al principio.
A. V.: Pero luego de todo esto, creo que el amor triunfará. Desde la posición del analista es importante escuchar lo que trae el paciente, darle un lugar a ese discurso, alojarlo, abrir y no obturar ese padecimiento subjetivo que muchas veces se arrastra desde hace tiempo, por eso ya es de utilidad el hecho de la decisión de empezar un tratamiento terapéutico y a partir de allí el profesional le brindará su ayuda al paciente, lo acompañará, lo contenerá. El terapeuta tiene que entender que existen tantas sexualidades como seres humanos y en ese lineamiento podemos decir que hay diversas homosexualidades y no sólo un tipo.
M. M.: La verdad, está muy bueno el programa, yo lo estoy disfrutando mucho y te agradezco por compartir esta noche, es un placer. ¡Qué bárbaro cómo se va el tiempo!
Mensaje de otro oyente: Felicito a Alejandro por su laburo diario, que ayuda a mucha gente a sentirse plena con su sexualidad y a entender mejor las relaciones sociales más allá de la sexualidad que expresamos. Un abrazo.
M. M.: ¿Por qué conjugar el psicoanálisis con la militancia? ¿Dónde hallás la riqueza o el punto de encuentro?
A. V.: Uh… ¡Eso ya sería tema para otro programa! Me parece que el punto ahí es la dignificación del sujeto, cuando siempre el “homosexual” –y lo digo entre comillas porque a mí no me gusta ese término porque viene de la psiquiatría y se lo asociaba a la patología- fue tratado como objeto de estudio, psicopatologizado, objeto de marginación, objeto al fin, uno desde el psicoanálisis también intenta subjetivizar a las personas, y en los grupos, que aquellos que los integren puedan reconocerse en otras historias de pares, para que no sigan sintiéndose solos o enfermos y esto que decías, “¡cómo se va el tiempo!”, cómo pasa la hora, los años, y yo digo: muchachas y muchachos, no dejen pasar la vida, prepárense para asumirse, infórmense porque todo empieza por uno, reúnanse porque no vivimos en una isla desierta, somos seres sociales, hablen con sus amigos y con sus padres con respeto, sean protagonistas y no miren todo esto desde afuera, desde enfrente.
M. M.: Para terminar, un mini ping-pong: ¿un sueño por realizar en la causa gay?
A. V.: Yo creo que vamos bien, no debemos dejar de lado las conquistas, los logros y continuar por este camino, creo que con eso tiene que ver el éxito, con no claudicar en el trayecto.
M. M.: ¿Qué es para vos la terapia, el psicoanálisis?
A. V.: Una herramienta de vida, un instrumento para conocerse más a uno, para aceptarse en todo sentido, desde la incompletud que también motoriza, porque el deseo sigue en movimiento, y para brindarse al otro.

Marcelo Marquetz y Alejandro Viedma.

Foto del espacio de la diversidad sexual en Montevideo, Uruguay.