Chau 2015 y... ¡Feliz Año Nuevo!

Aquí me tienen, nuevamente, terminando otro año fuerte. Otro año muy bueno, intenso, en movimiento constante. 

Estamos finalizando un 2015 en el cual estuve muy vívido, activo, trabajando mucho, viajando por tierras hasta ese entonces desconocidas por mí, cerca de buenas personas que suman en este mundo y en mi vida profesional y/o personal, porque no todo en mí es el psicoanálisis y la militancia por los Derechos Humanos en general y los de las Diversidades Sexuales en materia de igualdad y libertad en particular; también me hago tiempo para mis hobbies, como por ejemplo lo son la fotografía, la escritura, la lectura, las caminatas, etc., Y el haber escrito lo necesario y tomado muchas fotos también ayudó a mantener este blog y mi Fan Page de Facebook https://www.facebook.com/Alejandro-Viedma-Psi-197298870290333/, sitios que nos permiten conectarnos. 
Estas líneas y los posts con ilustraciones y videos que he publicado durante este año, resumen muy escuetamente mi laburo con proyectos capitalizados y los intereses personales que erigen una pulsión de vida a flor de piel, enriqueciéndome con lo más diverso dentro de la diversidad misma... Así que, me despido por unos días como para cerrar los posts del 2015 que se extingue para concluir otro ciclo que relanzará otro y abrirá otro más y así… De modo que la rueda circular de apertura, desarrollo y cierre no pare de girar. 

Gracias, mi linda gente, por acompañarme codo con codo o a la distancia. Gracias cosmos por tanto! Universo que me encuentra pleno para recibir otro gran año. 

Gracias también a los que forman parte de medios de comunicación, estudiantes y periodistas independientes que me contactan para conocer y difundir mi tarea.
Agrego un especial agradecimiento a mis pacientes. Les agradezco el hecho de que me elijan para ayudarlos, y lo hago acompañándolxs en sus vidas desde la confianza, el aprendizaje mutuo y esa mágica instancia que es la transferencia (positiva!). Me hace muy bien que esta profesión/vocación me haya convocado hace casi una década y media para co-pensar y trabajar conjuntamente en pos del bienestar personal de cada persona que me consulta. Lo mismo aplica para los que asisten al grupo de reflexión de varones de Puerta Abierta, que ha cumplido 12 años consecutivos! 
Muchas gracias a todos y todas por sus devoluciones cariñosas, sinceras, constructivas y por sus regalitos personalizados.
Les deseo un desafiante y entusiasta año nuevo, construido con salud, trabajo, amistad, deseos, placeres, objetivos renovados, proyectos a concretar, armonía, paz y por supuesto AMOR!
Por todo ello y más: bienvenido 2016, felicidades y pásenlo lindo, sin pirotecnia por favor!! ♥ + ;)

A. V.
Cel: 15-6165-4485

¿Volver a equivocarse?


"El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra", de Thomas Hobbes, y "Locura es hacer lo mismo una vez tras otra y esperar resultados diferentes", de Albert Einstein, son dos citas que explican lo reincidente en los humanos, repetición resultante, en tantísimas situaciones, de desaciertos obtusos. 



(Visiten mi Fan Page en Facebook: https://www.facebook.com/Alejandro-Viedma-Psi-197298870290333/?ref=hl y sumen su Me Gusta. Muchas gracias!)


Quizás, dichas oraciones, refieran a algo más: a la instancia de la responsabilidad, punto elemental para auto interrogarse, ya que el hombre a menudo no discierne teniendo en cuenta la razón, por ende no aprende de lo vivido y se equivoca nuevamente en situaciones parecidas, lo que hace que culpabilice a otros. 


Además, considero que nada es casual, así que uno es responsable en lo no azaroso; es decir, de no existir azar, alguna responsabilidad el sujeto tendría que tener... ¿No es así?

En síntesis: ¿Qué harás la próxima vez? Para mí hay dos opciones: permanecer en tu zona de confort, esperando y/o repitiendo pasivamente, o probar algo distinto, incluso incomodándote, pero tal vez sorprendiéndote positivamente... 

¿Qué opinan?

Muy feliz fin de año para todos y todas, y a repetir menos en el 2016!!

Estrés en diciembre

Amigos, les comparto extractos de una entrevista que me realizaron estudiantes avanzados de la carrera de Comunicación: 



Un mes atrás estuvimos hablando sobre el estrés por el tráfico urbano (especialmente en horas pico) y de cómo tratar de sortear esa situación, dando un ejemplo de mi casuística. Además, menciono otros condimentos que se suman, como los tiempos actuales que nos encuentran llegando a fin de año, y habiendo transcurrido las elecciones presidenciales. 

MUY FELICES FIESTAS PARA TODOS Y TODAS!

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https://www.youtube.com/watch?v=bvUFtKYaUAk

¿Por qué y cuándo NO preguntamos?

Qué peculiar es el hecho que, de adultos, muchas veces seguimos funcionando como los niños: preguntamos cuando estamos preparados para recibir la respuesta, y eso sucede cuando ya NO negamos. 
Quien no quiere o no puede saber, no interroga. 

Por tal motivo, los que trabajamos desde el psicoanálisis decimos que si los chicos preguntan, es porque ya quieren y pueden soportar conocer eso, esa “verdad” y, por lo tanto, debemos responderles (lo que pregunten, ni más ni menos, y teniendo en cuenta la edad y la psiquis de ese/a niñx en particular). 

Así que, estimado adulto, sería interesante que revisaras qué es lo que NO quieres preguntar(te) para trabajar tus fantasías subyacentes a los supuestos/posibles impactos subjetivos que recibirían, en ti y en los demás, esas contestaciones... y nuevas interpelaciones. La terapia es un buen lugar para empezar a ejercitar eso…

Además, evitando preguntar, con el silencio uno se pierde la posibilidad de que el otro –con su respuesta o sus preguntas nuevas- lo sorprenda gratamente.


¿Qué opinan?

A. V.

Autovalorarse vía terapia

La falta de autoestima conduce a las personas a sendas negativas y riesgosas. 

Si en el sujeto existe una baja autoestima, existirá tierra fértil para, entre otras cosas, sentir culpa, lo cual incide en el soma = uno puede enfermarse. 

Para revisar esos aspectos y para que los posibles cambios y mejoras sean efectivos, es decir, positivos y duraderos, el terapeuta maniobra con la transferencia, el amor al saber, el saber que los pacientes le suponen a su analista como para estar dispuestos a conocer su inconsciente, yendo a veces a tiempos remotos y estructurantes. 

Por eso algunos de los profesionales de la Salud Mental nos apoyamos en el psicoanálisis y nos posicionamos desde allí en nuestra escucha: creemos en la existencia del inconsciente, intentamos ser permeables a sus formaciones (actos fallidos como lapsus, olvidos, chistes, sueños, etc.) y, por otro lado y si el analizante está dispuesto, rastreamos y buceamos en escenas de la infancia, intentando trabajar las represiones en juego, y así habitualmente emergen recuerdos que se iluminan en plena sesión, que posibilitan co-pensar. 


¿Cómo consideran que está su autoestima?
¿Qué hacen para mejorar su valoración personal?

Cómo erradicar los estigmas asociados al VIH


El 1 de diciembre se conmemora el Día Internacional de la Respuesta al VIH/Sida, por lo cual escribí una columna para lanacion.com.ar.

Las fotos ilustrativas son con lxs chicxs de la Red Argentina de Jóvenes y Adolescentes Positivos, a quienes conocí hace unos meses, cuando la periodista Verónica Dema le realizara la entrevista que linkeo abajo de mi texto.


Por Lic. Alejandro Viedma


Es de gran importancia cómo utilizamos las palabras cuando hablamos de VIH, especialmente para poder erradicar los estigmas asociados a este virus. A veces continuamos reproduciendo hábitos incorrectos en nuestro discurso cotidiano y cometemos errores comunes, como por ejemplo, decir: "tal es portador de Sida", en lugar de expresar adecuadamente: "es una persona que vive con VIH".
Auto nominarse como "positivos", como lo hacen los jóvenes de la Red de Jóvenes y Adolescentes Positivos (Rajap), y aludir a ellos de forma afirmativa, es una buena manera de fomentar la dignidad, el respeto y la no discriminación hacia quienes conviven con el virus.
Otro tanto sucede con el silencio, el tabú, el secreto, que pueden llegar a enfermar y hasta -en casos más graves- llevar a la muerte a un ser humano. Y se guarda algo en el placard por algo, y ese algo siempre es negativo porque se lo vive con vergüenza, miedo, grandes dudas y por eso se lo esconde; tal vez porque ser seropositivo se sigue asociando con lo sexual, con la intimidad de alguien y eso continúa generando morbo en gran parte de la sociedad. Aunque cuando uno siente que puede romper con eso que no quiere ocultar más y finalmente puede hablar es liberador, es una experiencia que da un viraje a la sanación. Porque hay un gasto psíquico muy elevado al tratar de mantener lo secreto: las personas ponen mucha energía allí, por eso habitualmente viven cansadas, angustiadas, ansiosas. Los estresores no son sin costos: se produce un empobrecimiento del yo, que además está escindido, es como si en un mismo ser conviviesen dos personas, el sujeto que es, el que siente y el que no puede mostrarse así.
En mi casuística con pacientes que viven con VIH lo común es escuchar preguntas, sobre todo, al conocer a alguien con quien podrían empezar una relación: "¿Cómo y cuándo le digo que tengo VIH?", "¿tengo que decirlo?". Los temores y los sentires que rodean a esos auto interrogantes al unísono dirigidos al terapeuta, es lo subyacente a revisar. Mi trabajo consiste en tratar de mitigar la angustia del paciente abordando un concepto de salud biopsicosocial y, en esa línea, siempre me aparto de la rigidez de la moral, priorizando el campo de la palabra.

Verónica Dema, Roberto, Alejandro y Daniel Gauna.
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Muchas gracias por leer y saludos!!

Salir del closet a los 60, el cambio para liberarse del agobio de una doble vida

Mi opinión sobre el tema en el diario Clarín del 7 de junio pasado: "Los que en la actualidad son adultos mayores, han nacido y crecido en tiempos en donde todo lo que no entraba dentro de la heterosexualidad y la construcción de una familia tradicional era rechazado. Los discursos del derecho, las religiones, la ciencia, la educación y la prensa eran condenatorios. Entonces, hasta los propios gays incorporaban mandatos sobre qué estaba prohibido". No obstante, "Salir del closet suele producir alivio, no importa la edad".


Sexualidad.El ex medalla de oro Bruce Jenner apareció en una revista como una diva. Más casos en el país y en el mundo.

El lunes, la tapa de la revista estadounidense Vanity Fair sorprendió. A los 65 años, Bruce Jenner, ex medalla de oro en atletismo de EE.UU., le dijo al mundo que de ahora en más vivirá como mujer. Figura de TV, con tres divorcios encima y padre de seis hijos -adoptivo, además, de las hermanas Kardashian-, apareció lookeado como una diva. "Llámenme Caitlyn", pidió en el título de tapa. Confesó un proceso de cambio hacia un género que sintió siempre, pero que no se animó a encarar hasta meses atrás: "Bruce siempre tenía que mentir (...). Caitlyn no tiene ningún secreto". Esa realidad está en ebullición en Argentina. En una cultura que empezó a dejar atrás la discriminación (recordar leyes como la de Matrimonio Igualitario), cada vez más personas salen del closet después de los 60. "Hay una cuestión generacional. Mucha gente que está llegando a la vejez, tuvo que vivir una doble vida", explica el presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), César Cigliutti. Y lo pone en contexto: "Los derechos costaron años. Antes, te echaban de tu casa y del trabajo". Pero esos cambios culturales no tienen un punto fijo en el mapa. Aunque no había atravesado una doble vida, el año pasado, el máximo responsable de la empresa de tecnología Apple, Tim Cook (54), decidió dar a conocer su homosexualidad. En México, a los 74, el compositor y cantante Felipe Gil, que escribió temas de telenovelas famosas, se declaró transgénero y mostró su nueva imagen de mujer. En mayo, Netflix estrenó "Grace & Frankie", una comedia en formato de serie que comienza cuando dos jubilados asumen su homosexualidad y dejan a sus parejas. Norma Castillo, directora del primer centro para jubilados gays que funciona en la Ciudad y fue el primero del país, dice: "Llegan personas de la tercera edad que recién están empezando a reconocer su verdadera sexualidad". El psicólogo Alejandro Viedma, especializado en diversidad sexual, analiza: "Los que en la actualidad son adultos mayores, han nacido y crecido en tiempos en donde todo lo que no entraba dentro de la heterosexualidad y la construcción de una familia tradicional era rechazado. Los discursos del derecho, las religiones, la ciencia, la educación y la prensa eran condenatorios. Entonces, hasta los propios gays incorporaban mandatos sobre qué estaba prohibido". Con el paso de los años, "el contexto se volvió mucho más receptivo". Pero el blanqueo es un proceso complicado. ¿Cómo hablar con la familia? "Quien asume su sexualidad al jubilarse, al menos ya no tiene que sufrir las fricciones en un lugar de trabajo", dice el psicólogo. "Salir del closet suele producir alivio, no importa la edad", apunta. Recuerda a Zulema, una paciente que siempre sintió atracción por las mujeres, pero vivió una vida heterosexual. Hace dos años, pasó a ser César. Tuvo charlas duras con su familia. Días atrás recibió un mensaje en el contestador de un nieto: "Siempre te vamos a amar y admirar. Sos como Alejandro de Gran Hermano, ¿no?"
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“A los 3 años me encantaba escuchar Chiquitita, de Abba”

Publicado el 
Libertad, la primera palabra del título elegido por Ed, bien podría considerarse una abstracción y al mismo tiempo un objetivo real para su vida, meta casi del todo lograda gracias a su recorrido personal, ya que implica la idea de que no hay retorno, que la libertad es un camino de ida…
Ed hoy tiene 39 años y nos envía un texto que escribió para que lo compartamos con los lectores de Boquitas pintadas. Desde el año pasado integra el grupo de reflexión para varones gay que coordina el lic. Alejandro Viedma en la Asociación Civil Puerta Abierta. Desde entonces, tiene deseos de contar su experiencia de vida.
Este hombre escribe con sinceridad, desde el corazón, como suele decirse.
Arma este racconto de su vida describiendo la re-presión = mucha presión = muchaS presioneS que tuvo que sortear, y contextualiza sus represiones en paralelo con recortes histórico-político-económicos de la Argentina, ilustrando dichas sombras con el acompañamiento de determinadas canciones y ciertos juegos que dieron luz a despertares, esos que animaron a un deseo que hoy intenta plasmarse en una real y completa (auto)aceptación, en el placer, la salud, el orgullo, el compañerismo y el amor.

“Libertad: mi largo y sinuoso camino”
Por Ed
Represión a la vuelta de tu casa, decía aquel tema de Los Violadores de principios de los ochenta. Represión que imperaba por estas tierras desde principios de 1976. Apenas unos días antes del inicio del caos, se me dio por llegar al mundo. Quizás la situación de extrema oscuridad de ese momento haya influido de alguna manera en cómo, poco a poco, empecé a percibir la realidad. La nacional y la propia.
A lo largo de mi vida me resultó muy duro poder encontrarme cómodo con mi sexualidad. Por mucho tiempo hice oídos sordos a los pequeños indicios que iba notando respecto de mí y a la impresión de ser distinto de la mayoría de los mortales. Hice lo que pude a cada momento. Fue un duro y largo proceso el que tomó desandar el camino.
De pequeño solía escuchar música en soledad, algo que no ha cambiado demasiado. La dictadura censuró a grandes artistas. Durante años, por represión interna, yo también elaboré mi propia “lista negra” de melodías favoritas de mi primera infancia. A los demás, a mí mismo, solía decir que el primer disco que había escuchado era “Off the wall”, de Michael Jackson. Sin embargo, la verdad es que mis acercamientos iniciales a la música vinieron de la mano del disco simple de Abba, “Chiquitita”, que pasaba una y otra vez en el combinado de mi abuela cuando tenía 3 años. O las pegadizas canciones de Raffaella Carrá, que me hacían bailar cuando volvía del jardín de infantes. Son momentos de los cuales sentí vergüenza por mucho tiempo. Ahora, por fin, puedo reconocerlos con una mirada más amable.
Con mis amigos jugaba a “policías y ladrones”,y era malo para los deportes. En casa, tenía un muñeco de la pantera rosa. Me costaba entender por qué, siendo macho, tenía ese color. Algo inconsciente me provocaba la tentación de travestirlo, pero ahí estaban mi madre y mi abuela para sugerirme que mejor no, que era un “pantero”, y estos no usaban pelo largo ni vestido. Ellas cubrieron el rol de mi padre, desaparecido por propia gana, y se encargaron de transmitirme lo que se podía y lo que no se podía hacer. Lo que estaba bien y lo que estaba mal. Lo que correspondía a un varón y a una mujer. Y yo me lo tomé en serio, muy en serio.
La Argentina vivía una guerra absurda que dolía en el sur, y yo empezaba primer grado. Ese nuevo ámbito, sumado a la fuerte influencia que por ese entonces tenía a través de la fe católica, y el hecho de ser producto de la crianza en una ciudad del interior bajo la atenta mirada de quienes condenaban a las madres solteras, paulatinamente me fueron dejando una impronta muy fuerte respecto del deber de cumplir con las expectativas que los demás tenían puestas en mí, como ser el mejor alumno, hacer lo que se debía y no lo que realmente quería. Represión de la que empezaba a ser consciente.
A fines de 1983 se empezaban a respirar aires más libres en el país. Sin embargo, tanto para Argentina como para mí, la verdadera liberación no llegaría de un día para el otro. Por esa época descubrí a Sandra Mihanovich. Su voz aterciopelada e irreverente fue determinante en mi vida. Sin saber muy bien por qué, escucharla me hizo sentir feliz, liberado. Al oír sus temas, sentía que podía hacer (y ser) cualquier cosa que me propusiera, aunque sea por 3 minutos.
Video de Sandra Liberock
“La represión no se banca/ Por eso yo la quiero combatir/ Si vas dejando que te anulen/ Terminarás dejando de existir/ Libertad, libertad, yo te busco/ Donde quieras que estás.”
En 1984, pude ver en mi televisor Philco blanco y negro el videoclip del tema “Smalltown boy” de Bronski Beat. La canción cuenta la historia de un joven oriundo de un pueblo inglés, quien debe irse de su casa al no ser aceptado por su familia a causa de ser “diferente”. Alguien me dijo que el cantante y protagonista del videoclip, Jimmy Somerville, era “gay”, término que jamás había escuchado. Le pregunté a mi madre qué significaba esa palabra. Me dijo que era muy chico para preguntar esas cosas. Yo tenía 8 años,y decidí hacerle caso. Reprimí la curiosa sensación de empatía que me provocaba el video.
El temor y la represión empezaban a adueñarse de mis actos. Preferí hacer lo que correspondía: mirar el comercial de Hitachi con Adriana Brodsky en tanga.
A los 11, mientras Alfonsín lidiaba con rebeliones militares, yo estaba secretamente enamorado de mi amiga Ce. Un día, llegué a su casa y me atendió su padre, en slip. Recuerdo perfectamente la incómoda sensación que experimenté. Fue mi primera erección, algo que me dio mucha vergüenza, un leve dejo de gozo, y la certeza de que eso que sentía estaba mal, muy mal.
Ese mismo año hubo un hecho que marcó mi vida: en la escuela, la maestra me acusó injustamente de haber tirado un borrador, pero fue tan enfática en su reprimenda que me hizo llorar. Me sentí muy humillado por mostrarme de esa manera delante de ella y del resto de mis compañeros, que empezaron a llamarme “maricón”. Enjugué mis lágrimas, y me prometí solemnemente que jamás en la vida volvería a llorar. Recién hace poco tiempo he podido reconectarme con la aliviadora sensación de llorar.
Tenía 13 años, en tiempos de hiperinflación, cuando decidí que iba a reprimir todo aquello que me impidiera ser como los demás. Empecé a escuchar rock, a mirar chicas, a acercarme e incluso a salir o tener alguna forma de experiencia sexual con alguna. Sin embargo, percibía que algo no terminaba de satisfacerme. Tuve una fantasía recurrente: en ella iba a estudiar a la casa de Jota, mi compañero de segundo año, pero terminábamos masturbándonos y besándonos. Algo que nunca se concretó. Había indicios de que él sentía algo, que quería experimentar, pero jamás me permití avanzar.
Tanto empeño en ser “normal” tuvo sus consecuencias. Lentamente, me fui volviendo agorafóbico.
A los 17 años empecé mi primera y fallida experiencia en terapia. No estaba listo para aceptarme tal como era.

En 1996 vine a vivir a Buenos Aires, cuando aún existía la escenografía de cartón pintado de la convertibilidad, que lentamente comenzaba a descascararse. Empecé a estudiar en un taller de teatro. Hice algunos amigos. Poco a poco me di cuenta que sentía una enorme atracción por el ayudante del profesor de actuación. Fue la primera vez que tuve conciencia de sentir algo parecido al amor, junto a la atracción sexual, hacia alguien de mi propio género. Eso me angustió mucho. Recuerdo una noche estar desvelado, pensando en él. En la radio sonaba el tema “Don’t bring me down” de E.L.O., y aún me acuerdo de cómo, de modo muy claro, casi revelador, en mi cabeza apareció un pensamiento directo, sin filtros que decía: “Sos gay”. No pude soportarlo. Fue la primera vez que tuve un ataque de pánico.
Por esa época, empecé una nueva terapia. Cuando llegamos al punto donde yo sentía la barrera a superar, esa imposibilidad de poder vencer mi represión, mis miedos e inseguridades, y poder aceptar aquello que en ese momento era inadmisible, dejé la terapia. Cuán importante hubiese sido poder atravesar esa pared en ese momento, pero entiendo que realmente no estaba listo, todavía tenía que encontrarme con mi esencia, aceptarme, y eso tomaría un poco más de tiempo.
Me sentía muy triste, me costaba estar con chicas y, a la vez, sentía que estaba mal descubrirme atraído hacia otros hombres. Por esas cosas de la vida, consciente o inconscientemente, tal vez para estirar mi confusión, me enamoré perdidamente de Ve, una chica luminosa, la cual no sentía lo mismo por mí. Me rompió el corazón. Pero el sufrimiento por la no concreción fue suficiente para tranquilizarme y hacerme sentir que yo aún tenía “solución”, que no estaba perdido, condenado a ser un infeliz fuera de la norma.
A los 28 años, mientras Kirchner llevaba apenas unos pocos meses al frente de la primera magistratura, yo enfrentaba como podía mis desafíos, y la represión devino en severos ataques de pánico. Tan fuerte fue la sensación y el miedo a perder el control, que incluso pasé por una muy breve internación. Ahí pude hablar de mi sexualidad por primera vez con profesionales. Tuve una suerte de “epifanía”: sentí que era bisexual, y esa etiqueta me ayudó mucho a, muy lentamente y con muchas dificultades, ir aceptándome como podía. Existen bisexuales, claro está. Es sólo que yo no era uno de ellos… De todos modos, hasta ese momento, no había tenido ningún tipo de acercamiento concreto y real con un hombre.
A los 30, empecé una nueva terapia, que continúa hasta el día de hoy. A diferencia de las anteriores, en este espacio pude hacer un gran trabajo de autoconocimiento y autoaceptación, hecho que ha resultado muy fructífero y revelador. Pasé de sentir que la posibilidad de estar física o emocionalmente con otro varón era sencillamente inconcebible, a animarme a lo inimaginable. Eran tiempos de la primera mujer elegida por votación popular al frente del gobierno nacional, la crisis del campo, y la flamante Ley de medios. Y eran también tiempos de chat. Chat que ayudó mucho a ir animándome a hablar con otros hombres hasta que, por fin a los 33 años, estuve por primera vez frente a frente con otro varón. Todo sucedía en el ámbito de lo privado, yo no hablaba con nadie sobre esas experiencias, excepto con mi psicólogo. Era como si no pasaran. Si no lo verbalizaba ni exteriorizaba, eso no sucedía. Pero sí sucedía. Ya no tenía contacto de ningún tipo con mujeres, aunque sentirme bisexual me alivianaba la carga que en ese entonces sentía. Y la culpa.
La Argentina estaba a la vanguardia de las naciones que otorgaban legítimos derechos antes impensados, como el matrimonio igualitario, en tanto que yo, por entonces, no era capaz de siquiera pronunciar la palabra “gay” y, mucho menos, de asumirme como tal. Las consecuencias de tanto tiempo de represión habían dejado su rastro.
Todo cambió a mis 38, cuando conocí a Efe. Sin proponérmelo, de pronto me encontré enamorado. El era masculino, pero a la vez algo afeminado y con perfil muy alto. Muy diferente al tipo de hombres que hasta ese entonces me habían atraído. Pero me voló la cabeza. Besarlo era como sentir que estaba en casa. Siempre que fuera en la intimidad. Él quería que pudiéramos hacernos demostraciones de amor en público, que le presentara a mis afectos, que lo hiciera parte de mi vida.
De poco valió que yo fuera sincero con él, que le contara que no estaba listo para abrirme. No estoy orgulloso de cómo me comporté con él, pero hoy puedo ver que realmente no me acompañó ni comprendió en el duro proceso de aceptación que estaba experimentando. Poco a poco nuestra relación se fue llenando de discusiones e intolerancia mutua, y fue la excusa perfecta para que yo decidiera terminar la relación. Por él pude, por fin, recuperar mi capacidad de llorar a moco tendido. Sólo con el paso del tiempo pude asumir que lo amé como nunca antes amé a nadie. Que me cambió la vida. Que significó mi primera relación de pareja en serio. Y eso aceleró en mí un proceso de aceptación cabal de mi persona. Pude entender, finalmente, que no soy heterosexual ni bisexual, sino que soy gay, y que eso no tiene nada de malo, por el contrario. Poco a poco pude abrirme con buena parte de mi entorno, y entender que mis temores previos respecto de no ser aceptado, de ser dejado de lado si sabían lo que sentía, eran completamente infundados. Al día de hoy, nadie que me quiera me ha rechazado.
Aceptar mi sexualidad me llevó a repensar muchas cosas. Me di cuenta de que no tenía amigos gays, que no tenía una red de contención para hablar de ciertos tema que, por muy buena predisposición que tuvieran, mis afectos heterosexuales no entendían a fondo lo que yo sentía, y siento.
Fue ahí que, afortunadamente, apareció en mi vida el Grupo de Reflexión de Varones Gays que coordina el Lic. Alejandro Viedma. Alejandro no sólo escucha, contiene y orienta con toda la experiencia y la sabiduría de años de trabajo y especialización en temática LGBT, sino que, esencialmente, es una gran persona, con inquietudes artísticas y talentos varios. Este grupo es un ámbito donde podemos hablar con pares de temas que nos involucran, donde la red de contención grupal permite sentirse valioso, ávido de vivir la vida con ganas, de comprender, de ser abierto y compasivo con uno mismo y con los demás. Espero cada miércoles con enormes ansias para ir a nuestra reunión.
Parafraseando a un compañero del grupo, yo todavía sigo saliendo del clóset, luchando contra los resquicios de mi propia homofobia internalizada, viendo que en ciertos ámbitos aún me es difícil mostrarme tal como soy, como por ejemplo, a nivel laboral. No obstante, no quiero forzar nada, sé que poco a poco se irá naturalizando, como lo he logrado en otros espacios.
A los treinta y nueve, por fin, me decidí a vivir realmente mi vida lo mejor que pueda. He sentido que el tema de la “avanzada” edad en que finalmente asumí que me gustan los hombres y que empecé a vivenciarlo en la práctica, en general me ha dejado la impresión de sentirme “el peor de todos”. Sin embargo, a través de la experiencia y el paso del tiempo, he conocido a hombres que han asumido su condición sexual a edades más tardías y en contextos mucho más arduos que en mi caso. Es increíble cómo uno es capaz de ampliar su visión del mundo, relajarse, dejar el látigo a un lado, a medida que conoce más historias de vida ricas.
Quisiera que Efe hubiese podido darme la oportunidad de demostrarle que ahora estoy en condiciones de amar libremente a otro hombre. No pudo ser con él, pero no pierdo las esperanzas de encontrar a alguien con quien podamos construir una relación de pareja duradera y feliz. Me lo debo.
Los años duros de la represión por fin van dando paso a tiempos de mayor libertad. Tengo mucho por hacer. No quiero perderme ni un minuto de todo aquello que la vida (me) traiga. Sandra tenía razón: Soy lo que soy, mi creación y mi destino. Y a mucha honra!
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http://blogs.lanacion.com.ar/boquitas-pintadas/discriminacion-y-homofobia/recuerdo-que-a-los-3-anos-me-encantaba-escuchar-chiquitita-de-abba/

A 5 años de la ley de matrimonio igualitario, casi 10.000 parejas se casaron: ¿Qué cambió en la familia argentina?

El impacto de estos casamientos en la vida familiar, según la mirada de psicoanalistas
Por   | LA NACION Miércoles 15 de julio de 2015


Víctor llegó al consultorio del licenciado Alejandro Viedma hace seis años, cuando tenía 58. Llevaba 35 de matrimonio con Nora. Habían tenido tres hijos varones, cada uno de los cuales tuvo dos hijas, por lo cual Víctor tiene 6 nietas. A partir de sus 55 años, Víctor empezó a interesarse por y a contactarse vía chat con otros hombres. Lo que más le costaba era imaginarse cómo lo hablaría, en un futuro para él lejano, con sus nietas. Lo pudo hacer con su hijo mayor, que le dijo: "No se lo digas nunca a las nenas", cuestión que lo angustió mucho. Paulatinamente fue haciendo cambios. El creyó necesario hablar con su esposa y sus otros hijos cuando se enamorase de otro varón. Y así fue. Al principio no lo tomaron bien -enfrentó, incluso, un divorcio controversial-. El estado emocional de Víctor deambulaba por un torbellino de culpa, ansiedad, temores. En aquella madrugada en la que se aprobó la Ley de matrimonio igualitario, Víctor se emocionó viendo la votación en vivo. Al día siguiente, en su sesión de terapia dijo: "Ver eso me dio fuerza, alegría y esperanza. Tal vez mi vida dé un giro, ojalá empiece a proyectar lo que siempre me negué". Hoy Víctor cumple 3 años de matrimonio con Juan: uno de los hijos de Víctor y la hija de Juan, también de un matrimonio anterior, fueron testigos del casamiento.
El 15 de julio de 2010, hace cinco años, fue un día histórico para Víctor y Juan (ambos nombres fueron cambiados para proteger la identidad de los expacientes); también lo fue para las 9423 parejas que, como ellos, se casaron en este tiempo, según cifras oficiales de las organizaciones que integran la Federación Argentina LGBT. Sólo en la provincia de Buenos Aires, 2998; en la Ciudad, 2778. También ese día fue trascendental para toda la sociedad, que empezó a discutir un tema hasta entonces tabú. En esta nota cabe este interrogante: ¿Qué impacto tuvo en las familias argentinas este avance legal?

LAS FAMILIAS NO FUERON LAS MISMAS

La licenciada en Psicología Andrea Aghazarian considera que el impacto de la ley fue muy positivo porque "invitó a los padres a poner en cuestión ideas previas sobre su verdad como única forma de pensar a las personas, a las relaciones y al amor". Y agrega: "Validó los argumentos de quienes en soledad ante sus seres queridos luchaban por la igualdad de derechos dentro de las familias, de su visibilidad, de su condición de igualdad, posibilitando una forma de amor sin autoritarismos, con mayor tolerancia y comprensión".

La especialista se explaya: "La ley invita a replantearse las condiciones de amor en los vínculos familiares. Las familias que rechazaban a las parejas homosexuales de su familia se vieron interpeladas por una sociedad que los recibe e incorpora, igualando derechos, que es un modo de validar ese amor". Espera -sostiene Aghazarian- que, a partir de entonces, las familias en cualquier parte del mundo empiecen a pensar que la discriminación sufrida por la identidad de género y la orientación sexual son la causa de depresiones, aislamientos, y suicidios.
Las familias que rechazaban a las parejas homosexuales de su familia se vieron interpeladas por una sociedad que los recibe e incorpora, igualando derechos, que es un modo de validar ese amor, sostiene Aghazarian
La psicóloga Graciela Balestra, directora de la ONG por la diversidad Puerta Abierta, señala que según refieren los pacientes en sus sesiones el debate por la ley de matrimonio igualitario y estos años transcurridos desde entonces sirvieron para instalar la conversación en las familias. "La homosexualidad dejó de ser un tema tabú del que no se hablaba para pasar a ser algo que había que conocer, que sacaba a la luz los miedos, la falta de o mala información que se tenía y que ponía a las familias frente a serias dicotomías, como por ejemplo: "¿Cómo voy a discriminar a estas personas si mi religión me indica amar a todos como a mí mismo?", o: "¿Por qué hay personas con menos derechos que otras?", o: "¿Quién puede decidir el valor de una pareja?". En síntesis: "¿Qué es el amor?".
La homosexualidad dejó de ser un tema tabú del que no se hablaba para pasar a ser algo que había que conocer, que sacaba a la luz los miedos, la falta de o mala información que se tenía, dice Balestra
Según revela: "Muchos pacientes me decían: '¡Cada vez que prendo la TV siento que están hablando de mí! Es imposible seguir en el clóset así, no puedo seguir haciéndome el tonto'. Y de alguna manera eso los impulsó a empezar a hablar. Y a sus familias, a tener que escuchar lo que quizás siempre habían negado. Y a comenzar a trabajar con esto porque cuando un gay o una lesbiana salen del clóset, la familia entra en otro clóset. De hecho, las reacciones más frecuentes son: "¿Quién más lo sabe? ¡No se lo vas a decir a la abuela! ¿Qué le digo ahora a mis amigos?". Comienza para la familia una etapa en la que tiene que empezar a buscar información, quizás ayuda de un terapeuta, para entender una realidad que no cabía en la educación que habían recibido, pero que existe, que ya no se puede negar, porque seguir invisibilizándola sólo causa el sufrimiento de millones de personas. Un sufrimiento inútil, que jamás debería haber existido y que gracias a esta ley está disminuyendo".
Para Viedma lo que ocurrió fue que al existir un marco legal que ampara, lo que muta es el flanco de ataques. Por ejemplo, los homosexuales o las personas trans que antes eran violentados en la actualidad deben ser respetados, al igual que las familias homoparentales, y se debe repudiar a los discriminadores. "Ahora al problema lo tienen los que desestiman las leyes, o sea que ya hay un cambio de paradigma", opina.
"Los jóvenes se encuentran en un presente en el que lo que está en alza es la autenticidad, la sinceridad, por ende seguramente les costaría entender cómo alguien tuvo o tiene una doble vida. A veces uno se preocupa por los que más abiertos y comprensivos son", dice Viedma, cuando insta a la sinceridad frente a los hijos
Agrega que aún hay personas que no se animan a asumir su verdadera identidad porque piensan en cómo lo tomarán los demás, sobre todo los más cercanos, la familia o en el trabajo. Para ellos enuncia una buena noticia en función de su experiencia: "Los jóvenes se encuentran en un presente en el que lo que está en alza es la autenticidad, la sinceridad, por ende seguramente les costaría entender cómo alguien tuvo o tiene una doble vida. A veces uno se preocupa por los que más abiertos y comprensivos son".
El psicólogo Roberto Viñas también hace hincapié en el hecho de que varias formas de familia quedan legitimadas a partir de la ley, una de las razones que posibilita la reflexión y la percepción de lo permanente y lo variable cuando se habla de familia. "Es posible que se pueda comprender con más claridad que el eje familiar es el vínculo de amor y compromiso entre sus miembros y no la orientación sexual de ellos. Este es un mensaje también para las parejas heterosexuales: no son determinadas formas las que sustentan la pareja y la familia, sino sus vínculos".
Es posible que se pueda comprender con más claridad que el eje familiar es el vínculo de amor y compromiso entre sus miembros y no la orientación sexual de ellos, opina Viñas
En este sentido, la ley significa un fuerte impacto en la educación en todo nivel. Hoy ya es erróneo conceptualizar a la pareja como la unión de un hombre y una mujer, ya no se puede seguir pensando en las imágenes clásicas del siglo pasado si se espera incluir a todos. La dinámica no es sencilla, porque se están removiendo estructuras culturales que marcaron el pensamiento, las conversaciones y los intercambios en nuestra sociedad, pero se está transitando ese camino.
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