Resiliendo post salida del placard

Publicado el por  en su blog Boquitas pintadas, de lanacion online.


Hoy celebramos: hace dos años que nació Boquitas pintadas. La ley de matrimonio igualitario fue el punto de partida para empezar a hablar, a narrar historias, a pensar en temas en los que muchos (me incluyo) nunca nos habíamos detenido. Miro hacia atrás y me encuentro con que conocimos juntos más de doscientas historias …de quienes se animaron a decir qué desean, de los que están en camino, de los padres que transitan nuevos momentos con sus hijos, del arte que muestra cada vez más historias diversas, de las nuevas familias y sus nuevos y merecidos y postergados derechos, de….
 
En estos dos años también vivimos juntos momentos de intolerancia, de falta de respeto, de incomprensión manifiesta en numerosos comentarios vertidos en este blog y en otros sitios que se ocupan de visibilizar historias que incluyen la diversidad sexual.
 
Por estos dos años, por las conquistas y el reconocimiento: ¡Felicidades!
 
Para celebrar este segundo aniversario, qué mejor que compartir un texto que habla de que se puede, de que vale la pena intentar ser feliz. Sobre esto reflexiona el Licenciado en Psicología (UBA), Psicoanalista y Supervisor de terapeutas, sostén de este blog, Alejandro Viedma.
 
Resiliendo post salida del placard
 
 
Según un avance de la vigésima tercera edición del Diccionario de la Real Academia Española, la resiliencia es, para la Psicología, la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas.
 
Escribió Nietzsche: Lo que no me mata, me fortalece”. Y hoy me encuentro reflexionando sobre el coraje que implica superar los temores y demonios morales e ir en busca de la felicidad siendo sincero con uno mismo y con los demás, a pesar de las presiones ajenas y propias.
 
Cuando uno se radica en las sombras, en la oscuridad, es muy difícil sentirse fuerte, es casi imposible ver un halo de luz al final del sendero pero, cuanto más se avanza erguido dentro de ese túnel, más se engrandece la luminosa salida. Sería como hallar la desembocadura del laberinto, o aproximarse a quedar en libertad de aquella cárcel donde se estuvo.
 
Los primeros pasos fuera de la celda heteronormativa constituyen una transición, una libertad condicional.
 
Ahora bien, ¿cómo se hace para salir?, ¿qué ayudará a no claudicar en el recorrido de ese ser que está pidiendo seguir viviendo a pesar de su morada clandestina?
 
Existen herramientas múltiples -sólo es preciso visualizarlas, escogerlas y utilizarlas- tales como: recurrir al sentido del humor, enamorarse de un semejante, valerse de la sublimación vía arte o algún deporte, o retomar proyectos personales que habían sido dejados de lado.
 
Tomo al proceso del coming out (salir del armario: asumir y expresar la propia orientación sexual o identidad de género) como una carrera de obstáculos, con postas, o más bien de embolsados, en donde uno está limitado en el avance, en un camino muchas veces largo, arduo y lento, con tropiezos y ¿retrocesos?
 
Cuesta volver a levantarse sin ayuda…Positivo es solicitar asistencia para estar acompañado, contenido, “empatizado”, y tener paciencia.
 
Por momentos podrás volverte un tanto irascible y tener pesadillas. Pero al segundo de atravesar el cartel de llegada (que se dio porque antes se pasó el de “largada” y se dirigió hacia algo nuevo), de final, no habrá marcha atrás, ya no será como volver a fojas cero. Tu caligrafía próximamente será legible, clara y tu insomnio se irá cortando para comenzar un soñar despierto.
 
La fortaleza se logró porque la persona no se rindió, no se dejó vencer por los que se pararon/paran en la vereda de la adversidad. El sujeto que atravesó exitosamente el proceso de la salida del placard ya no se arrodillará ante nadie ni para pedir perdón –porque la culpa ya aflojó- ni para pedir permiso –porque fue uno quien ya se autorizó de sí mismo para vivir su sexualidad acorde con su deseo, para no parecer y efectivamente ser.
 
Gracias a ello también con el tiempo se notará una merma, una disminución de síntomas presentes por la tensión permanente, y de la ansiedad por no estar tan pendiente de la mirada del otro, como sucedía residiendo en el clóset. Es decir, uno ya no es tan permeable a la opinión externa porque se va exponiendo de forma distinta. Cuando el mueble no es más un necesario escudo, se puede responder menos dubitativamente, estar más plantado, mejor posicionado para no continuar a la defensiva con lo que el otro pueda pensar o vociferar acerca de la “gaycidad”. Así y en lo sucesivo uno ya no se sentirá tan impotente, desconsolado, doblado de dolor vertebral por cargar tanto peso, o con pánico; se podrá respirar hondamente sin fobias o afecciones psicosomáticas, o sea que lo saludable y aliviador empezará a tener característica de durabilidad.
 
En esta dirección, puedo incorporar algunas palabras de un ex paciente al que llamaré Julio, y quien en una de sus sesiones ha referido: “El día que salí del armario creo que fui yo mismo por primera vez, y me sentí seguro, libre y tranquilo…”.
 
Habrá algo no perfecto aunque sí compacto: ni de acero (porque hasta este material se oxida) ni endeble (que desinfla a la vulnerabilidad más sensible), algo que anteriormente podía resquebrajar el alma, el corazón y el cuerpo entero.
 
De utilidad, será entonces, un nuevo escudo llamado resiliencia, una especie de resistencia forjada por la fortaleza adquirida al salir de aquél sórdido espacio, protección con la cual ahora es posible atravesar esas situaciones a las cuales se temía, y poder estar más allá de cualquier excusa que la verdad interior de ser uno mismo.
 
Sostengo que uno sólo puede amar y ser amado realmente desde el sentirse y mostrarse tal cual es, y no desde un personaje o de algo montado dependiendo de la ocasión. Por consiguiente, los personajes en su lugar: para las novelas, las ficciones, las tablas, los filmes pues preferible es no ser galardonado como “mejor actor/actriz”. Aquí no es en vano diferenciar lo que sería una interpretación para un determinado rol, de ser el protagonista principal de tu existencia.
 
Nunca es sin un Otro que se entra en un clóset y nunca es sin un Otro que se sale del mismo, armando lazos para ello ya que somos seres vinculares, y es ése el punto temporal exacto en que uno puede elegir quiénes son esos Otros, en adelante menos amenazantes y menos devoradores.
 
En cualquier salida del placard –y trátese del tema que se toque- hay dudas, pavor por lastimar a los que más uno quiere y asusta que a uno lo dejen aquellos que necesita, pero la misma energía que asiste para iniciar y sostener el proceso va creciendo cada vez que detrás de cada puerta que abres aparece una mano amiga, una oportunidad nueva, la compañía de alguien (llámese pariente, amigo, compañero de trabajo, vecino), la esperanza de un amor… Algunos podrán alejarse, pero muchos se acercan, te valoran, te admiran, colaboran en esa reconstrucción/resignificación que irás haciendo de vos mismo y por añadidura también de los demás.
 
Por ende, estimado/a mío/a, yo te digo que el reloj no se detiene, por lo cual pregúntote: ¿Cuánto tiempo más de tu vida vas a regalar? ¿Por qué y para qué seguirías donando poder y fortaleza al Otro para que maneje a su piaccere tu individualidad, tu subsistencia irrepetible y única? ¿Seguirás permitiendo que el Otro se arrogue el derecho de coartar tu libertad para que (no) vivas plenamente?
 
Y te sugiero festejes, celebres, te armes una ceremonia, un ritual para conmemorar el día en el cual te recibiste de sujeto. Porque la verdadera trans-gresión tiene que ver con vivir bien, sin tanta autoexigencia devenida en autoflagelo, siendo hoy lo más feliz y digno posible, desde la verdad, el respeto y la estima por sí mismo y por los demás.
 
Salir del armario es un proceso, decía… En el mismo viajan las lágrimas que se van secando, cristalizando al bajar por las mejillas del rostro que va recomponiéndose, para posarse sobre los dientes en pos de iluminar una bonita sonrisa.
 
En síntesis, cuando alguien salió del claustro hablando, asumiendo en voz alta lo que es y cómo es, ya puso a prueba y en acción su capacidad de resistencia elástica, su resiliencia, pues no sólo ha soportado varios choques sino que salió recuperado de esos golpes extremos tomando mejor forma, cual ave fénix. A partir de allí y sin un Yo ensombrecido se podrán enfrentar otras experiencias adversas y sobreponerse a ellas para pisar más sólida y firmemente sobre un suelo óptimo, ya desde lugares reparadores y afianzados.
 
Porque como dicen por allí, las crisis podrían tomarse como oportunidades de cambio, también de aprendizajes, compromisos, crecimiento y, porque como ha escrito y canta Teresa Parodi: “Nos han robado hasta la primavera pero no pueden con nuestra canción, parece frágil pero no se entrega, sigue cantando como vos y yo. Ella resiste porque es la memoria, ella resiste como vos y yo”.

¡Salud! Y tiempo al tiempo.

¡Pero a no perderlo tanto!

Norma y Cachita en su casamiento, símbolo de resistencia/resiliencia.

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