El ejercicio de la homoparentalidad desde la adopción

Entrevista con el lic. Alejandro Viedma
Publicado por agmagazine.info el 6 de febrero de 2011

Libertad Ramos Montes acaba de recibirse de psicóloga y para su trabajo final de la carrera en la UADE entrevistó al lic. Viedma. He aquí –con el permiso otorgado por la entrevistadora- las preguntas y respuestas que recorren las temáticas de la aprobación de la Ley de Matrimonio Igualitario en la Argentina, las familias homoparentales, la adopción de niños por parte de parejas del mismo sexo, entre otras cuestiones.

1- ¿Qué reflexión podría hacer sobre la aprobación de la ley de matrimonio homosexual?

A. V.: Considero que fue un gran avance para toda la sociedad argentina (y latinoamericana) la aprobación del Matrimonio Igualitario. En nuestro país, la carrera hasta la promulgación de la Ley hizo que las miles de personas que conforman el colectivo de lesbianas, gays, bisexuales y trans (LGBT) que en el pasado han tenido que duelar la posibilidad de su parentalidad, son las que en los últimos meses –o hace años, en muchos casos- empezaron a soñarla y a llevarla adelante porque hay una Ley que las ampara y una población que pudo por fin entender que lo principal para criar niños es el amor y no la orientación sexual o la identidad de género de los padres. Hay un antes y un después a partir del 15 de julio de 2010 en la Argentina porque lo jurídico ha producido una legalidad a aquello que por su ritmo sociocultural ha arribado en una norma, que es una lectura generalizada de un acontecimiento en crecimiento.

2- ¿Qué piensa en relación a la adopción en familias homoparentales, como posibilidad que se abre con la modificación de la legislación?

A. V.: Que estoy de acuerdo, ya que no existen condicionamientos psicológicos para que una pareja del mismo sexo pueda adoptar y criar niños. Fue vital que no se haya modificado en la Ley de Matrimonio el punto de la adopción, punto en carne viva, urticante, el que más pasiones despertó en el debate en torno a la modificación de la Ley, algo capital, pues la adopción concierne a la filiación, a llevar un apellido y formar a alguien amándolo, hablándole, mirándolo, actos amorosos que no tienen que ver con quién lo hace sino desde dónde, cómo se sitúa el sujeto que lo hace. De esa manera se logró la igualdad, “los mismos derechos con los mismos nombres” (como desde el principio pregonó la Federación Argentina LGBT). En este sentido, nada en la actualidad proscribe a las lesbianas o a los gays argentinos de ser madres o padres en forma conjunta y además todos los miembros de esas familias homoparentales estarán protegidos legalmente, lo cual es fundamental.

3- ¿Cómo podría pensarse el hecho de que en estas familias falten las figuras madre-mujer y padre-hombre?

A. V.: Lo que hace falta es que se quiera, se desee, por ejemplo, al bebé a adoptar. Lo esencial es que el amor habite en estas familias, el amor como núcleo central y las ganas reales de tener un hijo. Las funciones materna y paterna no son exclusivas de una determinada anatomía, los roles no tienen carácter de fijeza; las funciones implicarán modos de relación y encuentro con el hijo. Las familias diversas introducen en el psicoanálisis la necesariedad de revisión de la teoría, como por ejemplo de la noción freudiana de complejo de Edipo. Desde la complejidad de esta temática de las familias homoparentales, es necesario el aporte de distintas definiciones porque el concepto de familia no es unívoco, por lo cual yo le doy la bienvenida a las contribuciones multidisciplinarias como las de la sociología, la antropología, los estudios de género, la teoría queer, el derecho, la medicina, etc. Entonces, retomando lo que decía anteriormente, creo que la diferencia sexual anatómica ya no es un dato excluyente en la parentalidad. Las funciones (materna) de sostén emocional (acompañamiento y protección) y (paterna) de terceridad (el que pone la ley, el corte, el que separa) son las que no tendrían que faltar en una familia, más allá del sexo biológico, de la genitalidad de los que ejerzan la parentalidad.

4- ¿Podría considerarse idóneos a los hombres homosexuales en el desempeño de las labores de crianza?

A. V.: Sí, por lo que vengo diciendo. El buen desempeño paterno no tiene que ver con la orientación sexual y sí con la manera en la cual se ejerza el cuidado, el cariño, el respeto por la psiquis y el cuerpo del niño/a criado/a.

5- ¿Cree que los padres homosexuales desempeñarían el rol parental de la misma manera que los padres heterosexuales? ¿En qué aspectos piensa que podrían aparecer las diferencias, y en cuáles las similitudes?

A. V.: En cuanto a mi experiencia clínica, no encontré diferencias significativas respecto a las parentalidades llevadas a cabo por homosexuales y heterosexuales. Hay excelentes padres gay tanto como heterosexuales y también hay padres hetero que no cumplen su función, como seguramente habrá padres gay que no se hacen cargo de su responsabilidad; cualquier diferencia o similitud se presentará según la singularidad de cada caso, pero no tendrá que ver con las “elecciones de objeto” de esos padres, por ende, tampoco hay garantías de que se cumplan las funciones de sostén y terceridad en la heterosexualidad. La función del analista, en el caso de atender a padres o futuros padres gay o madres lesbianas, será la de interrogar a qué lugar advendrá un hijo en esa pareja, no obstante, dicha interrogación será pertinente también en una pareja de personas de diferentes sexos.

6- ¿Qué consecuencias positivas, significativas para los niños, podría tener el hecho de ser criados en el seno de una familia homoparental?

A. V.: Que los niños tendrán un mayor aprecio y aceptación por la diversidad, una cierta libertad en su capacidad de elecciones, un abanico mayor de posibilidades de transitar la vida por captar la variedad de modelos y modos humanos, contar con esos padres y el sostén jurídico si llegaran a sufrir algún hostigamiento o discriminación; tener el poder de cortar con la cadena de clósets -de mentir o silenciar la homosexualidad- y así vivir y hablar con naturalidad el hecho de tener dos papás o dos mamás.

7- Y, ¿qué consecuencias negativas cree que podría traer aparejada esta situación?

A. V.: Lidiar con personas homofóbicas, con cierto contexto social que aún discrimina a las orientaciones sexuales e identidades de género contranormativas y, a partir de allí, agudiza su mirada para controlar a estas familias homoparentales. A algunos niños les podría surgir el miedo a que los demás se enteren de que sus padres son del mismo sexo, miedo al rechazo, por lo cual reproducirán el clóset, el ocultamiento.

8- En relación al discurso de ciertos sectores de la opinión pública que suponen que puedan surgir problemas de identidad en los niños, ¿qué podría decirnos respecto del tema?

A. V.: Que las lesbianas, los gays, las y los bisexuales y las y los trans fueron criados, hasta ahora y en su inmensa mayoría, por personas heterosexuales. Y si por “problemas de identidad” se refieren a no ser heterosexuales ya hay un prejuicio, porque desmienten el concepto de diversidad humana en general y sexual en particular.

9- ¿Podría pensarse en el surgimiento de problemáticas acerca de la inserción social del niño?

A. V.: Tal vez, pero ese niño tendrá, como mencioné, el apoyo, el acompañamiento, el aval y la palabra de sus padres y las leyes que defenderán al mismo, por ejemplo, en su escuela/colegio.

10- ¿Cree que la discriminación será una limitación significativa en cuanto al desarrollo y las relaciones sociales del niño?

A. V.: Dependerá de cada caso y de cada región geográfica de nuestro país, pero tengo el anhelo y la ilusión de que en el futuro, con una mayor confirmación de la existencia de estas familias diversas, dejando así de ser “novedosas” para la mayoría, la discriminación sea cada vez menor. Sobre todo durante el año pasado hubo un giro inmenso en la sociedad argentina, que adquirió formas para sortear las resistencias a hablar de estos temas y se logró un cambio epistemológico anteriormente impensado por muchos. Ese cambio está instalando la despatologización de las homosexualidades y la idea de que cualquier orientación sexual no es del orden de la elección –al menos consciente- y sí de la imposición, algo que se da “naturalmente”.

11- Dentro de la institución a la que pertenece, ¿pudo ver casos de adopción en familias homoparentales? ¿Qué podría contarnos de esto?

A. V.: Atiendo a parejas de homosexuales que, a partir de la aprobación de la Ley de Matrimonio Igualitario, inician los trámites para la adopción de niños. Pero he atendido a varias familias diversas: parejas de personas del mismo sexo en las cuales una de ellas anteriormente fue padre o madre dentro de un matrimonio heterosexual y, en la actualidad, con su compañero/a homosexual siguen criando a ese/a niño/a o adolescente, o parejas de mujeres lesbianas que, apuntando a la co-maternidad, han recurrido a la fertilización asistida/inseminación artificial mucho antes de 2010, o de varones solteros gay que asistieron a los grupos de reflexión que coordino en Puerta Abierta y que hace algunos años adoptaron de manera individual y nunca en el proceso de adopción de esos chicos les han preguntado sobre su orientación sexual. En los casos de parejas de lesbianas y/o gays que están pensando en adoptar, justamente me parece que meditar sobre este proyecto es algo positivo y fundamental, es primordial que el deseo esté en medio de todo esto y que el acto de adoptar sea una elección producto de un proceso de tiempo, de reflexión, de búsqueda y que un hijo no arribe “por un descuido” o “por accidente”, o que sea “algo que sucede y punto”, como les pasa a miles de padres heterosexuales. Es por todo esto que tal vez lo que angustie a determinada parte de la sociedad es que en la actualidad lo que se cuestione es la heteroparentalidad, que la familia “tradicional” ya no sea obligatoria ni el único modelo a alcanzar, el ideal exclusivo.

Foto del Senado de la Nación Argentina, aprobación de la ley de matrimonio igualitario el 15-07-2010

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¿Cuánto prejuicio tiene tu terapeuta?

Por Verónica Dema

Traigo una frase de un psicólogo que trabaja temas de diversidad sexual para conversarla con ustedes. Me dice que la mayoría de gays y lesbianas que hace terapia no tiene intenciones de cambiar su orientación sexual, no está conflictuado por su sexualidad (más allá de lo que le pasa a cualquier ser humano)… Sí, en cambio, se acerca por el sufrimiento que padece cuando sale del clóset, cuando decide hablar sobre su orientación sexual con sus allegados.

Con esto que cuento me pasan varias cosas. Lo primero: es bastante obvio que no está bueno cargar de sufrimiento a nadie porque no nos guste cómo es, cómo luce, o lo que elige o porque no cumple con nuestras expectativas. Por ahora, como esto sucede, hay una necesidad de muchas personas gays, lesbianas o trans por psicoanalizarse para poder procesar (“trabajar” como dicen los terapeutas) esta devolución condenatoria de la sociedad. Quizá en algún momento puedan dejar terapia o sigan, pero para tratar otros temas y no el padecimiento de no ser heterosexual.

Por otro lado, ya haciendo foco en el terapeuta, como no son personas alojadas en una burbuja sino que viven hoy en esta sociedad, se me ocurre señalar que quizá implique un tiempo de búsqueda dar con un profesional desprejuiciado, que se disponga a una escucha plena tratando de dejar de lado sus apreciaciones personales sobre algunos temas con los que disienta…

Como escribió en su blog Alejandro, uno de mis psicólogos amigos: “Entre las formas sugestivas, menos directas, más solapadas existen modos de inducción al cambio por parte de supuestos profesionales de la salud mental, por la homofobia del terapeuta, por lo cual ciertos pacientes no se sienten oídos, entendidos por sus analistas, ¡encima que cuesta tanto enunciar en voz alta la homo o la bisexualidad! En lugar de historizar a esos sujetos, escucharlos, aportarles dignidad, metas que también deberían constituirse en responsabilidad de los terapeutas, se los sigue destinando al sufrimiento”.

¿Es tu terapeuta neutral? (Por Alejandro Viedma, psicólogo)

Muchos pacientes gays y lesbianas buscan a alguien esperando que los entienda y les devuelva algo. No es imprescindible que el profesional sea abiertamente gay, pero sí saber que no es homofóbico, conocer cuál es su posición respecto al tema de la orientación sexual del paciente, ya que varios de los analizantes gays y lesbianas hacen del consultorio el único ámbito donde su sexualidad es decible o el primer lugar donde su homosexualidad se empieza a desplegar vía palabra.

Entonces, hay una responsabilidad del terapeuta de testimoniar, de alojar a estos sujetos, para que estos pacientes estén acompañados en sus próximas declaraciones, tal vez con las personas con las que más les cuesta (por ej., padres) hablar, por algo las dejan para lo último.

Más de una vez la homofobia social e institucional también se internaliza en los terapeutas.

A continuación, algunos testimonios de ex pacientes. ¿Y el tuyo? ¿Tu experiencia se asemeja o diferencia de los siguientes discursos?

Nuria (31 años) dice: “No me sentí cómoda con el psicólogo que me atendió antes, él se quedaba mudo o me cambiaba de tema cuando le hablaba de mi homosexualidad”.
Sabrina (32) comenta: “Fui a una sola entrevista, parecía que estaba todo bien hasta que le conté al terapeuta que estaba saliendo con una mujer; hasta ese momento me venía tuteando, luego de eso empezó a tratarme de usted”.
Enzo (23) expresa: “Creo que a mi ex terapeuta no le gustaba que yo fuera gay. Fui a mi primera entrevista cuando tenía 17 años; en esos momentos de dudas con tu sexualidad, de crisis por la adolescencia, para mí fue peor contarle que me estaban pasando cosas con otro chico, me respondió: “¿no querés probar con una chica?”. En ese momento uno está muy vulnerable y deposita la confianza en el profesional, así que es peligroso si el terapeuta tiene prejuicios. Después de un tiempo obviamente no quería ir, se lo decía, y me explicaba que era por mis resistencias. Al tiempo dejé, se lo comuniqué por teléfono y se enojó”.

*Todos los nombres de pila y los datos que figuran en las viñetas fueron modificados para preservar el anonimato de los ex analizantes.
Link: http://blogs.lanacion.com.ar/boquitas-pintadas/el-closet/cuanto-prejuicio-tiene-tu-terapeuta/