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Diversamente sexuales / sexualmente diversos

¿A qué se llama Diversidad Sexual? ¿Cuáles son algunos de los subtemas derivados de tal concepto? ¿Por qué valorar esta noción tan actual? ¿En qué nos enriquece, a los seres humanos, aceptarnos diversos? Son algunos de los interrogantes que Alejandro Viedma planteara y le sirven de guía para desarrollar su primera columna en 3C.

Texto: Alejandro Viedma para Revista Tres Colectivos. Migración, género y diversidad, de Bahía Blanca. http://3crevista.blogspot.com.ar/


La diversidad sexual consiste en la variedad de tipos y expresiones sexuales que existen, tanto a nivel individual como en las relaciones con otros/as. Se trata de la abundancia de diferencias que manifestamos los humanos –y los animales— en las sexualidades, es como un mural construido de tipologías y preferencias sexuales que se presenta en nuestra sociedad, y por tanto no tomo la sexualidad como derivación de un orden natural. La diversidad sexual cuenta principalmente para su análisis y definición con la identidad sexual y con la orientación sexual.

La identidad corresponde a la visión que cada uno/a tiene de sí mismo/a o a la convicción interna de lo que es. Esta identidad es construida a partir de varios aspectos: el sexo (varón o mujer), las experiencias personales, el contexto en el que se desarrolla cada quien, los espacios de interacción social, las costumbres y reglas sociales, etc. Las personas no tienen una sola identidad, sino múltiples que se entrecruzan, tales como la identidad sexual o de género, la social, la cultural, la religiosa, la familiar, la institucional, la territorial o étnica, entre otras.

La Identidad de género es una experiencia individual del género de cada ser humano que puede o no corresponder al sexo biológico que le fue asignado al nacer, incluyendo la percepción del cuerpo y otras expresiones del género, tales como la vestimenta, la forma de hablar y los modales. La identidad de género de una persona puede ser femenina, masculina, transgénero o ambigua. La identidad de género está separada de la orientación sexual de la persona, es decir, el hecho de que una persona tenga una identidad de género femenina no implica que se sienta atraída afectiva y sexualmente por varones. A partir de su identidad de género, una persona puede considerarse varón, mujer o trans.

La orientación sexual refiere al objeto de los deseos sexo-afectivos de una persona, como una manifestación más dentro del universo de su sexualidad. Desde esta definición, una persona puede ser homosexual, bisexual o heterosexual. La orientación sexual es un concepto que hace alusión a la capacidad de cada ser humano de tener una profunda atracción física, emocional, afectiva, y el deseo sexual por otros individuos de sexo/ género diferente, del mismo sexo/género o por más de un sexo/género, así como de tener relaciones íntimas y sexuales con esas personas. Generalmente se reconocen tres orientaciones sexuales (por la dirección de las mismas): homosexual (por el mismo sexo/género), heterosexual (por el sexo/ género opuesto), o bisexual (por los dos sexos/géneros).

La diversidad sexual incluye también a todas las formas de identidad de género u orientación sexual que no entrasen en las clasificaciones anteriores, tanto si son definidas como indefinidas —según la Teoría Queer— o no normativas, las cuales resistirían contra las ideologías que homogeneízan. Es decir, se encuentran sexualidades que no se sitúan en rótulos cerrados e insuficientes, ya que la sexualidad humana, según teorías de la sexología como la Queer o la escala de Kinsey, se caracteriza por su complejidad, heterogeneidad y versatilidad.



Valoro el concepto de Diversidad pues el mismo alude a la pluralidad, a la multiplicidad que por estructura presentamos los habitantes de este planeta, y lo distingo del adjetivo calificativo “diferente” (como cuando ciertos individuos, refiriéndose a alguien por ej. gay o lesbiana dice: “Fulanito tiene una elección diferente”). Nadie elige desde la voluntad consciente ser lesbiana, gay, bisexual o trans, ni heterosexual. Siempre me he preguntado: “¿Diferente a qué? ¿A quién?”. Porque si se habla de diversidad es una cosa, y de diferencia otra… En lo diferente ya se hace una valoración personal, se cualifica y es un adjetivo, para mí, estigmatizante, ya que siempre se diferencia al otro desde la superioridad del intolerante, y ese otro “diferente” queda en una posición segunda, o incluso más abajo. Otra cosa sería escribir o decir: “El/ ella asumió una sexualidad diferente a la heterosexualidad hegemónica”, ya que es correcto aceptar que son distintas las sexualidades, pero subrayar al “diferente” es rotularlo negativamente, como hablar de “anormal” o “minoritario”… Entonces, no comparto que alguien sea diferente a secas, sí singular, en el cosmos de lo diverso. Y en este mundo diverso emergemos sujetos sexuados en general, y en particular cada uno/a asumirá su singular sexualidad. Es por ello que se utiliza, para hablar de diversidad sexual, la sigla LGTBIQ (lesbianas, gays, trans, bisexuales, intersexuales y queer).

Prefiero, además, no utilizar el término “minorías”, para hablar de diversidades sexuales, pues titular lo minoritario sería enfocarse en la excepción a la regla, a la norma-normalidad y por ende se deduciría: “Son anormales porque estadísticamente son los menos”.

Las personas LGTBIQ tienen derecho a vivir siendo íntegros y a sentir de manera distinta a lo que lo hace la mayoría supuesta e impuesta, y se sienten discriminadas y sufren cuando se burlan –por medio de chistes fáciles- de ellas, se las denigra, humilla o cercena.

Lo que suelo escuchar en cada biografía de una persona gay o lesbiana tiene que ver con un camino difícil con los vínculos en general. Básicamente porque, por ej., una persona homosexual desde el principio está en soledad con su sexualidad, algo que no lo puede compartir con nadie y, por ende, se va metiendo en el clóset, placard, armario o ropero, sobre todo si desde muy chica empieza a padecer el bullying, el acoso escolar.

Aún en la actualidad persiste la discriminación y el hostigamiento sistemático hacia las lesbianas, los gays, las y los bisexuales y las y los trans, sobre todo por parte de familiares directos, empleadores y compañeros laborales, instituciones religiosas, educativas, de salud, etc., lo cual deriva en que estas personas LGBT interioricen la homofobia social y se enfermen, es decir, sus cuerpos expresan el malestar que los prejuicios y los ataques recibidos provocan.

Entonces, es primordial reivindicar socialmente la aceptación de cualquier modo de ser, con equitativos derechos, obligaciones, libertades y oportunidades para todos y todas, dentro de un marco de respeto, garantía, protección y promoción de los Derechos Humanos. Y en esto es fundamental promover el respeto por el derecho a la diversidad sexual, entre otras cosas, para que cada sujeto pueda vivir libremente, con dignidad, con una buena autoestima y, de tal manera, todos y todas podamos ponderar la riqueza humana.


 

Siempre tendremos que tener en cuenta que todos los humanos somos seres sexuados, personas que podemos disfrutar de nuestro cuerpo, y nuestra sexualidad tendría que ser lo más libre, placentera y satisfactoria posible, porque todo eso también hace a una buena salud física y psíquica.

Cuando nos referimos a las sexualidades, a las diversas orientaciones sexuales o identidades de género existentes, estamos también y además hablando de AMOR, de personas que se enamoran de otras personas, de la manifestación de atracciones sexuales y románticas, de sentimientos y conductas que son variaciones de la sexualidad humana, independientemente de la orientación sexual o identidad de género de cada sujeto singular.

Uno de los principales efectos positivos de salir del placard, de asumirse lesbiana, gay, bisexual o trans es haber aprendido a tener la capacidad de resiliencia, de tornar en positivo y salir fortalecido de una situación traumática o negativa del pasado, y esto puede darse a partir de ser sincero/a, primero con uno/a mismo/a y luego con los demás.

En tal dirección, también ayuda y mucho el marco legal. Hay efectos positivos en los sujetos por no quedarse afuera de la ley y así gozar de los mismos derechos que todos. Hay consecuencias positivas de las conquistas igualitarias de los últimos años en nuestro país, de los avances que sobre todo logró el colectivo LGTBIQ argentino, pero ese es otro cantar, tal vez un tema para una próxima entrega…

Hoy, ya no permitamos más la discriminación, la homo-lesbo-bi-transfobia, para así poder reparar y seguir construyendo entre todos y todas una sociedad mejor, más sana, justa, igualitaria e inclusiva.

Para finalizar, comparto la conjetura de Jean Allouch (expuesta en una colaboración para la revista Imago Agenda Nº166, Dic. de 2012, pág. 54): “… es por no haber acogido lo diverso que hemos estado marcados por el hierro al rojo vivo, de la vergüenza. En esto es ejemplar el caso de la homosexualidad.”

Alejandro Viedma

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