Cómo contarle a mi hijo: "Soy gay"

Por | LA NACION -


Luis, su pareja y su hijo Dani, en el documental familias por igual. Foto: Facebook Familias por Igual Documental

Las parejas homosexuales casadas están amparadas legalmente en la Argentina desde 2010 por la ley de matrimonio igualitario; ya son casi 9500 los matrimonios entre personas del mismo sexo. Ese acontecimiento y la ley de identidad de género, sancionada en 2012, podría suponer que en la actualidad y en el futuro cercano sea habitual que lesbianas, gays y trans sean los padres y las madres que diariamente se visibilicen, incluso los que antes de asumirse como tales habían construido familias "tradicionales" o "heterosexuales" y habían tenido hijos.
 
Las familias homoparentales o diversas son las que no entran en el núcleo de una mamá mujer, un papá varón e hijos; son las conformadas por dos mamás, o dos papás, o una persona trans. Situaciones que siempre han existido, aunque permanecían invisibles.
 
Esta realidad no es desconocida ni siquiera por la Iglesia. En un discurso histórico, el papa Francisco dijo sobre las familias homoparentales: "La existencia de hijos que conviven con parejas homosexuales, suponen un desafío educativo nuevo para la Iglesia Católica, sobre todo a la hora de anunciar el Evangelio". Y agregó: "El porcentaje de chicos que estudia en los colegios y que tiene a sus padres separados es muy elevado. Las situaciones que vivimos hoy plantean nuevos desafíos que para nosotros, a veces, son incluso difíciles de comprender".


Cuando se difundió esta declaración, el presidente de la Federación Argentina LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y trans), Esteban Paulón, dijo: "Esto muestra el enorme desprecio de Bergoglio hacia las familias de la diversidad sexual y hacia el creciente número de estados en el mundo por reconocer las relaciones afectivas y familiares de lesbianas, gays, bisexuales y trans".
 
Pero están quienes consideran que las palabras del Papa son, al menos, un reconocimiento de parte de la Iglesia de que estas familias existen. Esto es histórico. Sin embargo, una vez que se dio el primer paso en ese camino, los activistas trabajan por la integración real de estas familias.
 
"El marco legal ayuda mucho y hay efectos positivos en las personas porque ya no se quedan fuera de la ley y tienen los mismos derechos que todos", opinó el psicoanalista y coordinador de grupos de reflexión Alejandro Viedma. Agregó que, sin embargo, los miedos y los prejuicios sobreviven.
 
"Cuando es el padre quien se asume gay, el miedo y la conmoción es mayor porque es menos esperado, más impensable aún a que lo diga un hijo. Más inesperada porque ese padre supuestamente ha transcurrido toda una vida heterosexual, con todo lo que eso implica. La situación es más sencilla cuando "desde el vamos" el bebe primero y luego el niño crece en una familia homoparental", comentó.

"Hijo mío, soy gay"

No es casual que en su consultorio las preguntas más comunes de padres homosexuales sean cómo le digo a mi hijo que soy gay o lesbiana. "Nunca existe un momento o situación ideal en el cuándo, qué y cómo. Pero sí se sabe que no hay que escaparse del tema cuando aparecen las preguntas. Cuando el interrogante emerge quiere decir que el chico ya está preparado para escuchar esa respuesta, esa verdad. Y hay que responder lo que pregunta, dando la información que necesita, teniendo en cuenta su edad", consideró Viedma.
 
Entonces acerca, a modo de ejemplo, la vivencia de un expaciente al que llamará Fabio para proteger su identidad. Con 44 años al momento de la consulta le decía que le producía mucho miedo de que, al saber su hijo varón púber acerca de su homosexualidad, decayera su lugar de masculinidad, de autoridad. "Mi hipótesis con él era: como si el ser gay implicara feminizarse, perder ese rol masculino de referente o guía que también necesariamente pone límites", comentó Viedma. Por debajo de los temores de Fabio se habían instalado estereotipos, creencias erróneas; una de ellas era que la autoridad o masculinidad sólo podía ser portada y transmitida desde un padre heterosexual.
 
En palabras que el actor Pepe Cibrián Campoy expresó en el Congreso en medio de los debates sobre matrimonio igualitario, él contó que su papá un día le dijo: 'Se es hombre en la vida y no en la cama". "Es decir, la hombría no la perdería si yo estuviera en pareja con otro hombre y no dejaría de ser un buen papá por eso", conscientizó en una de sus sesiones Fabio.


Lo llamativo -contó el psicoanalista- era que Fabio también tenía dos hijas más, gemelas de 8 años, pero no le afloraban miedos sobre las niñas. Dos años después de estar en terapia logró hablar con su hijo, ya de 13 años.
 
Su paciente se quebró con su hijo pero logró decirle que estaba enamorado de otro varón, aunque amó mucho a su mamá. La respuesta de su hijo fue: "Papi, yo pensé que tenías un problema grave, porque hace mucho no te veía bien. ¿Era eso? Si alguien dice algo malo de vos te voy a defender. ¿Me abrazás fuerte como cuando era chiquito?". Ahí terminó la charla.

Qué no hacer

El psicólogo y profesor de psicología Diego Samara consideró que "para promover la no discriminación, instituciones como la iglesia, hacen muy poco o lo contrario, poco y nada para apostar por la diversidad y la inclusión con respecto a las orientaciones sexuales o identidades de género no normativas". Y agregó: "Transmitir desde la concepción del pecado o la culpa, como históricamente se hizo, con consecuencias nefastas".
 
Pero ¿cómo le digo a mi hijo que soy gay o lesbiana? "Es necesario ser claro y conciso, siempre hablar desde el amor y la igualdad, como y con cualquier persona que desea amar y ser amado. No se trata de recetas, de lo que se trata es de ser auténtico, conectarse con uno mismo para expresarse con palabras de su cotidianeidad, que tengan que ver con la personalidad de ese padre o de esa madre, y también con la de ese hijo. Lo que implica ningún eufemismo que reemplace palabras tabú.
 
Samara explicó que el enojo de parte de un hijo es una posibilidad. "Este suceso está relacionado con las etapas necesarias de un duelo. Pero aclaró que es importante tener en cuenta que el enojo de un hijo es sólo parte del proceso, que no es determinante. Siempre es preferible y saludable enfrentar la verdad que, como verdad no, tiene nada de malo", dijo. "Lo malo son los fantasmas negativos que uno imagina sobre eso".

La psicoterapeuta Graciela Balestra, coordinadora de la ONG Puerta Abierta, comentó que habitualmente reciben pacientes con la siguiente consulta: son gays o lesbianas y no saben cómo decírselo a sus hijos. Se preguntan si será nocivo para ellos saberlo o si los rechazarán por esto.
 
"Mi posición es que siempre una verdad es mejor que la mentira. Que decirles la verdad a los hijos es darles la posibilidad de que puedan resolver los conflictos que tengan al respecto. Negando el tema nunca podrán crecer", dijo.
 
"En la mayoría de los casos los niños no suelen tener problemas para entender la diversidad sexual. Somos los adultos los que estamos más contaminados por los prejuicios y los miedos. De todos modos, hay que hablarles de manera responsable, o sea, no ¨tirar la noticia y arreglate¨ sino brindarles todos los recursos necesarios para que ellos puedan también afrontar la discriminación. Y ello implica responder a todos sus interrogantes, hablar sobre nuestros sentimientos, mostrarles que la orientación sexual no es una elección sino simplemente una forma más de sentir, inevitable, y que tenemos derecho a vivir como cualquier otra persona".
 
Los terapeutas coincidieron en señalar que lo más importante a tener en cuenta es que los adultos son los responsables de trabajar la propia homofobia para no transmitírsela a sus hijos. Para eso es importante buscar ayuda profesional, informarse, participar en grupos de reflexión con pares, es decir, no quedarse solos con esto.

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“Papá, ya sabíamos que eras gay”

Publicado el por  para Boquitas Pintadas, blog de lanacion.com

Juan González tiene 42 años. “Siempre me gustaron los chicos”, reconoce. Y eso le costó que desde pequeño le dijeran mariquita, maricón, entre algunos otros (des)calificativos. Hoy sabe que padeció de un bullying extremo, algo que antes se tomaba como algo propio de los chicos y adolescentes. A los 22 se enamoró de la mujer que fue su esposa y con quien tuvo tres hijos. “Supo toda mi historia, me amó y yo la amé. Juntos formamos una hermosa familia”, dice. “Pero uno es lo que es…”, agrega.
 
En ese “ser lo que uno es” lo llevó a separarse de su mujer y a vivir su homosexualidad. El recorrido no fue fácil. Pero la experiencia que comparte con Boquitas pintadas es una historia de amor y comprensión. Cuando les contó a sus hijos que era gay, ellos les dijeron que ya lo sabían. Pidieron tiempo. “Te amamos, te respetamos, pero no es fácil, muchos cambios en poco tiempo”, dijeron.
 
Hoy Juan tiene su pareja y, a la vez, una hermosa relación con sus hijos. Se dispuso a contar su historia porque cuenta que gracias a Boquitas Pintadas conoció virtualmente al Lic. Alejandro Viedma, que es “un gran obrero de su profesión”, como lo describe. “Y, en estos tiempos, gente buena onda y HUMANA es lo mejor”.
 
El cuenta que vive lejos de Buenos Aires -prefiere decir sólo el interior. “Me imagino contando mi historia de vida en el grupo de reflexión para varones gay que Alejandro coordina en la ONG Puerta Abierta. Como decía antes, no estoy en Buenos Aires y elijo contar mi testimonio en este blog. Veo que muchos lectores tienen en cuenta historias verdaderas y la mía puede aportar algo para que todos podamos seguir evolucionando”.
 
Esta es la primera de varias entregas en las cuales con distintos especialistas abordaremos la temática de las homoparentalidades y cómo hablarla con los niños, niñas y adolescentes.
 
Una postal del documental Familias por igual; Foto Facebook
 
“Soy Juan, gay y papá de tres hermosos hijos”
Por Juan Alberto González
 
Me llamo Juan, soy del interior del país y, como aquí no existe un grupo como el que modera Alejandro en Buenos Aires, que ayuda a que la gente se acepte y sea lo que sea, quisiera compartir parte de mi verdadera historia con ustedes.
 
Tengo 42 años, tuve una historia de vida muy dura. ¡Cómo a muchos nos toca vivir seguramente! Se sumó a todos los conflictos y situaciones traumáticas el tema de mi sexualidad. Siempre me gustaron los chicos, esto me pasó desde el jardín y corrobora lo que muchos hombres gay sostienen.
 
Crecí en mi entorno social y familiar con el mote y temores de: “MARIQUITA”, “MARICON” y otros más duros aún.
 
Tuve mis primeras experiencias homosexuales un tanto traumáticas y desagradables.
 
Me enamoré a los 22 de una mujer que supo toda mi historia, me amó y yo la amé. Juntos formamos una hermosa familia, pero uno es lo que es…
 
Sé que el amor es incondicional y muchas veces a esa paz y a esa felicidad uno las puede encontrar en una persona sin distinción de sexos, le puede pasar a cualquier hombre o mujer y en estos tiempos se ve mucho.
 
Tengo tres hermosos y maravillosos hijos, hoy ya adolescentes.
 
Estoy viviendo y asumiendo mi sexualidad, mi identidad desde lo más profundo de mi ser, preparándome física y emocionalmente.
Documental Familias por igual; Facebook
Documental Familias por igual; Facebook

Con mis hijos a lo largo de su vida fui marcando mi postura frente a temas como la homosexualidad, el travestismo, lo “diferente”, la discriminación y el sufrimiento de estas personas dentro de las cuales yo estaba también, puesto que padecí un bullying extremo, se podría decir que en mi adolescencia conocí lo que es el flagelo del bullying en mi propio cuerpo y en mi propia mente.
 
Un día, la pregunta llegó en medio de una crisis matrimonial de esas continuadas antes de mi separación: “¿Papá, sos bisexual, gay?”. Eso me dijo uno de mis hijos. Yo estaba en pleno tratamiento psicoanalítico y la respuesta fue sincera: “Sí, me gustan los hombres”. Fue como se dice en terapia: “Poner en palabras lo que circulaba en el aire”. Y eso que circula enferma, contamina las relaciones, provoca malestares a cada integrante de la familia.
 
Luego fue hablar con mis otros hijos. Les aclaré que nadie engañó a nadie, que eran fruto de una hermosa historia de amor. Su respuesta fue: “Papá, ya sabíamos que eras gay”.
 
Desde mi separación conocí hombres gays de doble vida, tapados, que me dijeron: “Sos loco, ¿cómo les vas a decir a tus hijos que sos gay?, yo nunca se los contaré a mis hijos ni a mi mujer”.
 
A mí mi cuerpo me dijo: BASTA, no podés seguir así, cada uno con su vida. Mi ser entero me pidió coherencia entre discurso y vida y así actué, nada fácil pero con la fortaleza y convicción de que todos nos merecemos vivir bien y gozar de salud física y mental; y creyéndome eso para mí también lo estoy logrando.
 
Hubo llantos. Uno de mis chicos me dijo: “Danos tiempo…te amamos, te respetamos, pero no es fácil, muchos cambios en poco tiempo…”.
 
Pasará por la cabeza y el corazón de cada uno procesar estas historias. Hoy puedo decirles a mis tres hijos que los amo y ellos me siguen respondiendo: “Nosotros también”.
 
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