Problemáticas de Género en Congreso de Salud Mental

Con presencia LGBT se llevó a cabo el VIII Congreso Internacional de Salud Mental y Derechos Humanos 2009, organizado por la Fundación Madres de Plaza de Mayo.
El pasado viernes 20 de noviembre, en el aula Mimi Langer (sede: carpas), tuvo lugar una Mesa Redonda de la Carrera Psicología Social/UPMPM que se llamó Problemáticas de Género y Trabajo Social.

Dicho título fue el puntapié inicial para que Alfredo Luciardo, moderador de la mesa, psicólogo social y docente, diera por comenzada la actividad.

Los disertantes fueron la lic. en Psicología Graciela Balestra, directora de Puerta Abierta, el lic. Alejandro Viedma, psicoanalista y coordinador de grupos, Aida, de la Asociación de mujeres argentinas por los derechos humanos (AMMAR capital) y Marlene Wayar, de Futuro Transgenérico y directora de “El Teje”, la primera revista latinoamericana de travestis y trans.

Balestra comentó, entre varios puntos, cómo nació Puerta Abierta, cuál es el objetivo de lucha y trabajo que sostiene el equipo de terapeutas que trabajan en la institución y qué problemáticas más salientes enfrenta en la actualidad.

Por su parte Viedma se explayó sobre algunos aspectos de experiencias en la diversidad que está recibiendo en los últimos años, lo escuchado repetidas veces en el consultorio –pero sin dejar de tener en cuenta el caso por caso-, y las cuestiones de género que internalizan los varones gay que asisten semanalmente a los grupos de reflexión que coordina.

Casi finalizando el encuentro, tanto ambos profesionales de la salud mental como los demás expositores de la mesa, respondieron las preguntas formuladas por una concurrida e interesada platea.





¿Cómo es tener dos mamás o dos papás?

Por Melina Arceiz, Leandro Maccarone y Victoria Franco, estudiantes de tercer año de la carrera de Periodismo en ETER. 26/10/2009

FAMILIAS DIVERSAS EN EL SIGLO XXI

Mientras se empieza a discutir si parejas del mismo sexo pueden adoptar hijos, como se aprobó recientemente en Uruguay, en la Argentina se forman cada vez más "familias homoparentales", con padres del mismo género. Nota completa en: http://www.eter.com.ar/notap50.html

Rosario, de 22 años, se enteró hace diez de que su padre Alejandro iba a separarse de su madre. Acaso lo más fuerte no era esa decisión sino el motivo que lo llevó a tomarla: estaba enamorado de Luis, con quien actualmente comparte el mismo hogar. La experiencia de Rosario seguramente no fue fácil. Pero ahora, no duda en afirmar que tener dos padres del mismo sexo le resulta "indiferente": "Todos, seamos como seamos, con nuestras diferencias, tenemos derecho a ser felices y si tener un hijo ayuda a serlo, que así sea", dice.

Claudia no tiene dos papás del mismo sexo. En su caso, comparte la crianza de su hijo Iván (12) con Fernanda, su pareja. Ella tuvo a su nene con un hombre que no reconoció la paternidad. Un hombre al que, según dice ahora, ella de algún modo "usó" para concretar el proyecto que planeaba con su pareja mujer de aquel entonces. Ese origen, cuenta Claudia, no afecta al niño: "Lo toma con naturalidad, simplemente no se cría con padres heterosexuales", explica.

Estos dos casos, junto a muchos otros, conforman un cada vez más numeroso grupo de personas que se anima a formar familias muy alejadas de la idea tipo de padre, madre e hijos. Si en los 80 la vuelta de tuerca la daban los divorciados que unían a hijos propios y ajenos bajo un mismo techo, hoy son las parejas homosexuales las que empiezan a crear grupos familiares "distintos" o novedosos. Y mientras aguardan un respaldo legal que se demora, sus hijos crecen en el seno de "familias homoparentales". Tanto que la sociedad empieza a permitirse, al menos, hacerse la pregunta: "¿Es posible que un hijo sea criado por dos varones o dos mujeres?".

Lo que a algunos horroriza, a otros empieza a resultarles viable. En Uruguay, por caso, acaban de legalizar la adopción por parte de parejas homosexuales. En la Argentina, una persona puede adoptar a un hijo en forma individual. Y en teoría no se le suele consultar sobre su identidad sexual. Pero el psicólogo Alejandro Viedma, que arma grupos de reflexión para homosexuales, advierte que "siempre aparecen muchos obstáculos ligados a la homosexualidad, sumados a jueces homofóbicos cuya ideología incide en su dictamen". Uno de los temores que suele aparecer en torno a la idea de una familia con padres del mismo sexo, es cómo afectará a los hijos crecer sin las figuras de un padre y una madre. Y si esto influirá "perniciosamente" en su sexualidad y otras elecciones futuras. Desde algunos ámbitos del psicoanálisis, tienden a descartarlo. La idea central es que más allá del sexo biológico de los que crían, los roles de madre y padre se irán diferenciando de hecho. "Las funciones se construyen, no tienen que ver con un dato biológico -afirma Viedma-. No es súper necesario que haya un padre o una madre. Y, además, todos los estudios que se han hecho muestran que no hay diferencia significativa entre hijos de padres homosexuales y heterosexuales, en cuanto a lo emocional o la inteligencia".

Rosario, que vive desde hace años en lo de su padre, puede ratificarlo desde su propia experiencia. Cuenta que en la adolescencia, a partir de la pareja homosexual de su papá, tuvo ciertas dudas sobre su propia sexualidad. "Pero enseguida tuve claro que me gustaban los chicos. No fue tan complicado", resume. Y explica ciertas diferencias en su relación con uno y otro: "Con Luis me llevo re-bien, papá dice que es mejor la relación que tengo con su pareja que con él y creo que es verdad porque hablamos de cosas que con mi viejo no. Mi papá tiende a minimizar los problemas, Luis me ofrece soluciones. Me da consejos, y me ayuda a sobrellevar cualquier conflicto", agrega la joven, que aunque mantiene contacto con su mamá, tiene con ella una "relación difícil".

Desde el otro lado, su papá recuerda cómo fue dar la noticia de su homosexualidad: "Al principio resultó bastante duro, porque yo pensé que ella estaba preparada para enterarse y no fue así. Cuando le conté, no hubo ninguna reacción visible de enojo, no lloró, no me gritó, ni me trató mal. Simplemente se fue encerrando y explotando en otras cosas tontas, que a la larga fueron produciendo un distanciamiento más espiritual que físico", cuenta.

Las amigas y el novio de Rosario tienen una relación amable con su papá y Luis. Y la gente suele aceptar la homosexualidad de su padre. Pero Rosario admite que cuando conoce a alguien, se toma un tiempo antes de contarle que vive con su padre y el novio. Y en algunos casos, nunca llega a revelarlo. El miedo al rechazo tiene mucho que ver con esa precaución. La discriminación es, en efecto, una cuestión siempre presente en torno a las familias homoparentales.

Claudia asegura que a Iván nunca lo discriminaron por tener dos mamás, sino más bien por otras cuestiones. "Iván es retraído y callado, pero muy querido por todos sus compañeros. Es incapaz de mandar al frente a algún chico", grafica emocionada. Cuenta que su pareja, Fernanda, tiene una presencia muy fuerte en el ámbito escolar, aunque allí no blanquean abiertamente que viven juntas porque, según dice, saben que en algunas escuelas "cuando los padres de los nenes se enteraron de que un compañero tenía padres homosexuales lo rechazaron y no lo invitaron más a sus casas". Iván, claro, estudia en un colegio laico, donde más allá de la situación familiar del nene, a su madre nunca le preguntaron por su condición sexual.

Para los especialistas, la discriminación a familias homoparentales, o a los homosexuales en general, no tiene mayores diferencias que las demás. Alicia Neer, integrante de Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), lo explica: "Los hijos de padres homosexuales podrían ser discriminados, es cierto. Pero la discriminación está presente en toda la sociedad. Y depende más del ámbito que de la condición de la persona. Les pasa a los negros entre los blancos, a los judíos entre cristianos y otras religiones, a los pobres en el medio de los ricos, y también a los ricos en el medio de los pobres".

Aceptados o no, estos nuevos grupos familiares empiezan a convivir con la sociedad de forma cada vez menos velada. Con el tiempo, acaso, las familias homoparentales logren lo que ya lograron las de padres separados: que a nadie se le ocurra cuestionarlas.