La amistad en LO gay

En plenos festejos por el Día del Amigo en la Argentina, les comparto un reportaje que me hicieron hace dos años en LNRadio; hablé de todo un poco acerca de mi trabajo, sobre todo en lo grupal... Y me referí a la amistad en “lo” gay.

Saludos y a celebrar con sus amigos y amigas!

Películas de diversidad sexual que ayudan a construir la identidad

Publicado el por  en Boquitas Pintadas, de lanacion.com





Este es un post de Martín Dutelli, un colaborador de Boquitas pintadas, que ayuda a pensar la relevancia de ciertas películas en construcción de la identidad sexual. Dice Martín: “La realidad que refleja el cine de temática gay puede ser hablada, puede verbalizarse, y a partir de ahí es desde donde se construye la salud. Cuando se sabe y se comprende lo que pasa, y el valor de los protagonistas acompaña, el vacío se transforma en contención, ya que esas imágenes son cómplices de lo que uno siente y desea”.
 
Un repaso íntimo de películas como Fama, El beso de la mujer araña, Maurice, Mi vida en rosa en este texto inspirado en el amor.
 
Otro modo (cinematográfico)
 
Cuando era adolescente, casi sin darme cuenta, estuve construyendo mi identidad sexual.

Como dijo un compañero en el grupo de reflexión para varones gay al cual asisto en Puerta Abierta hace varios años y que coordina el Lic. Alejandro Viedma: “A mí el cine me educó, me habilitó”. Las películas nos educan y es ciertamente así, como los libros también nos abren el panorama.
 
Recuerdo que uno de los primeros libros que leí “con orientación homosexual” fue La brasa en la mano, de Oscar Hermes Villordo. Me lo tragué en silencio, sin decir palabra, a escondidas. Guardaba el libro debajo de mi colchón, esperando que no fuese encontrado.
 
Ahora haciendo un flash back, rememoro que cuando era casi un púber descubrí en la película Fama el personaje gay, como un pobre chico que la sociedad apuntaba con el dedo acusador, y me sentí identificado. Yo me fui convocado al silencio: la marcha iba por dentro, cada vez que había alguna pauta, alguna imagen que tuviera que ver con lo que todavía estaba dentro del clóset, se me prendía una alarma roja en la cabeza, haciendo ruidos desaforados.
 
Recuerdo también en mi temprana adolescencia cuando fui a ver la película El beso de la mujer araña con mi madre, con “imágenes escandalosas”, puro deleite para el ojo gay. Escenas en las que Raúl Julia y William Hurt tienen una especie de coito, empezando por un beso apasionado entre dos varones. Uno de ellos gay y el otro heterosexual, pero que sucumbió a los brazos del sexo en una oscura cárcel, permitiéndose el afecto del otro ser.
 
La procesión seguía por dentro. Pronto ví películas como Maurice (miles de veces); era un placer observar cómo dos hombres se tocaban, se besaban y acariciaban. Iban descubriendo su sexualidad y, a través del tiempo, fueron formando cada uno una manera de amar diferente. No obstante, siempre lo mismo: afloraba en mí una pulsión de ir a ver Maurice y al unísono seguía mintiendo en mi casa, que iba a ver otra película.
 
En este momento me pregunto: ¿Cómo nos fueron marcando las épocas? Creo que el cine se convierte en un espejo de lo que está sucediendo en la sociedad, es decir, el cine refleja, como un espejo, lo que la sociedad va viviendo, elaborando; es como si la sociedad entera fuera al consultorio de un psicólogo y le dijera: “Nos pasa esto, esto y esto, ¿qué podemos hacer?”.
 
Y el mismo analista, que también es parte de la misma cultura, nos contestara que frente a eso, sólo podemos transitarlo, elaborarlo, actuarlo, salir de la jaula de las locas, afrontar la ley del deseo, tener sexo como el sexo de los ángeles, amar extrañamente, saber todo sobre mi madre, ser gente como uno, intentar la mejor manera de caminar, conocer otro amor y más, mucho más… Luego abrir los ojos, y ver que todo esto no es más que otro modo. Pero que también tenemos permiso para vivirlo. Hacerlo carne, concretar.
 
Cambios en la sociedad
 
En algún momento, antes, después o durante, aparecieron (a mediados de los 80) las películas argentinas Adiós Roberto y Otra historia de amor. La primera trataba el tema con un poco de culpa del lado del protagonista. En aquellos años vemos cómo la sociedad fue cambiando, porque en la segunda, los protagonistas se permiten el encuentro.
 
Y ni hablar de los espectaculares avances de los últimos años, concretados en la igualdad de derechos, principalmente con la ley de Matrimonio Igualitario y la ley de Identidad de género. Estos avances recientes me conectan con que semanas atrás ví Mi vida en rosa. La película es franco-belga-británica, del año 1997. Nos plantea la vida de un niño, Ludovic, que se siente niña y en cada ocasión que puede, se viste de mujer.
 
Con vestidos de su hermana. Él o ella, entabla una relación con el hijo del jefe de su padre. Que es también compañerito de colegio, Jerôme. Ludovic le asegura todo el tiempo a su familia que Jerôme y ella se van a casar. Lo que pasó después fue que los descubrieron jugando al casamiento y ahí empezó la guerra entre familias. La poca tolerancia a lo diferente. Empezamos a ver cómo maltrataban a ese/a niño/niña que sólo quería ser ella.
 
Tanto su familia como el resto de la sociedad, sobre todo en el colegio, le armaron escándalos, echándole la culpa a la niña simplemente por querer ser ella. Es una hermosa película que trata la discriminación, la homo o transfobia, la ignorancia, pero también en algún momento se entabla la aceptación, porque mientras se anide el amor, se podrá triunfar en lo que se ES y ya no sólo soñar con lo que unx podría ser.
 
“Y así seguimos andando
curtidos de soledad,
y en nosotros nuestros muertos
pa’ que naide quede atrás”
 
- Extracto de Los hermanos, de Atahualpa Yupanqui -
Considero que somos la esperanza de nuestros antepasados, y las películas son como el documento digno de lealtad frente a lo que acontece.
 
En cuanto a la identidad sexual, es de destacarse que esta realidad que refleja el cine LGBT puede ser hablada, puede verbalizarse, y a partir de ahí es desde donde se construye la salud. Cuando se sabe y se comprende lo que pasa, y el valor de los protagonistas acompaña, el vacío se transforma en contención, ya que esas imágenes son cómplices de lo que uno siente y desea.
 
Concluyo, siguiendo estos lineamientos, que hoy ya es momento de abrir la puerta, para que quede la Puerta Abierta y podamos salir del clóset, con o sin celuloide.
 
Pero enteros.
 
(*) Escribí el presente artículo y lo hice con mucho amor para Alejando Viedma. Me inspiré desde de que nos comentara que en este mes de junio viajaba a Israel a dar un par de charlas e iba a disertar en la Primera Conferencia Internacional LGBT del Festival de Cine de Tel Aviv.
 
Link permanente: http://blogs.lanacion.com.ar/boquitas-pintadas/arte-y-cultura/peliculas-gays-que-ayudan-a-construir-la-identidad-sexual/


Another way (cinematographic)*, by Martín Dutelli

During  my adolescence, without realizing, I was building my sexual identity.

"I was educated by the movies, they helped me along the way", said one of my friends in a support group I have attended for several years.  The group is for gay men and is moderated by Lic. Alejandro Viedma. The movies indeed educate us, even as books also expand our horizons.

One of the first books I read “with a homosexual orientation” was  “La brasa en la mano”, by Oscar Hermes Villordo. I ate it up, read it in silence, without uttering a word to anyone, in hiding.  When I went out, I kept the book under my mattress, hoping no one would find it.

 
I just had a flashback, recalling that when I was entering puberty, I saw the movie Fame, which featured a young gay man.  He was portrayed as a poor kid to whom society pointed an accusing finger. I identified with him. I chose silence, the road I was taking was inside me, and each time I saw an image, any hint of what was still inside the closet, a red alarm would go off inside my head, with an accompanying deafening noise.

 
I also recall that in my adolescence I went to see The Kiss of the Spider Woman with my mom, with its “scandalous scenes”, a total delight for gay eyes.  Scenes in which Raul Julia and William Hurt have a kind of sexual encounter, beginning with a passionate kiss between two men.  One of them is gay but not the other, who nonetheless who fell into the arms of sex in a dark prison cell, allowing himself the affection of another being.

 
The procession continued inside of me. I soon saw movies like Maurice (thousands of times); it was a pleasure to watch two men touching, kissing, caressing each other.  They slowly discovered their sexuality, and after some time they each found a unique way to demonstrate their love. But for me, it was still the same story: a desire to go see Maurice time and time again, while lying at home about seeing a different movie.

 
Today I ask myself: How do different periods in our lives influence us? In this sense, I think the movies are a mirror of what takes place in our society at the time, that is to say, movies reflect, like a mirror, what our society is living, going through; it is as though the whole of society was going to a psychologist and saying: "We are gong through this and that, what shall we do?". And the analyst, who belongs to the same culture, responds that it is up to us to work it out, get through it, get out of the "cage aux folles", face the law of desire, have sex like the angels, love strangely, know everything there is to know about our  moms,  about  ourselves, try the best way to walk, know another love, and much much more... Then, we open our eyes and see that this is nothing more than another way. But that we have permission to live it. To  make it real.

 
At some point in time, before, during or after, in the mid 80's, came the argentine movies “Adiós Roberto” and  “Otra historia de Amor”. The first one approached the subject with some guilt on the part of the main character.  We can see how our society was changing during those years, because in the second instance, the characters allow themselves an encounter.



The progress we have made in the last few years has been spectacular, especially with the passage of equal rights laws, as the Gay Marriage and Gender Equality measures. These recent events bring to mind a movie I recently saw, Mi Vida en Rosa (Ma vie en rose). It is a French/Belgian/British production, filmed in 1997. It is about the life of a child, Ludovic, who feels like a woman, and dresses like one every chance he gets, wearing his sister's dresses. He, or she strikes up a friendship with a little boy from school, Jerôme, who also happens to be his father's boss' son. Ludovic assures his family that he/she and Jerôme will get married. One day, they are caught playing "marriage" and that's when the war between the two families begins, the absence of tolerance for that which was different. As the movie progresses, we begin to see how this boy/girl is mistreated, just for wanting to be a girl. At school, at home and in the rest of society, he is maligned for wanting to be, simply, a girl. It is a beautiful movie which deals with discrimination, homophobia, transphobia and plain ignorance. At the same time, it deals with acceptance, as we experience the transformation that love brings, leading to the realization that a person can be who he is, rather than just dream about who he could be.

 

“Y así  seguimos andando

curtidos de soledad,

y en nosotros nuestros muertos

pa' que naide quede atrás**”

 

"And so we keep rolling along

Weathered by our loneliness

And within us our dead ancestors

So that no one's left behind**"

 

I believe that each one of us constitutes the hope of our ancestors, and that the movies faithfully record the events and developments in our society as they occur.

Regarding our sexual identity, realities featured in LGBT cinema can lead us to open and free discussions, and from there, to our healing. When we know and understand a plot, presented by great actors, the emptiness is transformed into something palpable, since those images are mere accomplices to what we feel and wish for.

 
With the help of these films as guideposts, I say then, today is the day to throw the doors wide open, so that they remain “Puerta Abierta”, "Open Door".  So that we can come out of the closet, with or  without celluloid. With or without paper.

 
But as complete beings.

 

*I wrote this article with love and admiration for Alejandro. I was inspired by his announcement that he would be traveling to Israel in this June to speak and participate in The First TLVFest International Conference for LGBT Cinema in Tel Aviv. 

**Extract from Los hermanos (or Yo tengo tantos hermanos), de Atahualpa Yupanqui.



¿Viejos, putos, tristes y solos?

Publicado el por  en Boquitas Pintadas, de lanacion.com

Roberto envió esta historia como una especie de homenaje a un hombre que fue su primer amor, hace 35 años. Esa porción de tiempo no es un dato menor: él menciona el contexto para recordar que en aquella época lo gay era lo prohibido, lo innombrable, lo inmoral.
 
Roberto rememora un momento que no puede borrar de su memoria: cuando su prima le preguntó quién era Carlos, ese chico que estaba siempre con él, lo presentó como un amigo, no pudo decir que era su pareja. “Eran tiempos en los que tenía incorporados varios mandatos sociales negativos, en donde a los homosexuales nos pronosticaban terminar nuestra vida siendo viejos, putos, tristes y solos”, dice ahora. Carlos se enojó en ese momento. Luego la historia tuvo sus vueltas.
 
En este relato hay dolor, amor, placares, humor, política. Te invito a conocerla.
 
Homenaje a una historia de amor que sucedió hace 35 años
Por Roberto
 
Asisto al Grupo de reflexión de Puerta Abierta desde hace seis años. Es un espacio que me da la oportunidad de pensar y compartir sobre situaciones de nuestra vida. Nuestro coordinador, el Lic. Alejandro Viedma, nos incentiva -entre varias otras cosas positivas y saludables – a escribir sobre estas vivencias. Si pienso que aproximadamente hay 52 miércoles por año, menos 2 miércoles de vacaciones que se toma el moderador, calculando que tendré 3 faltas por año, serían 272 miércoles de mi vida que vengo contando y escuchando muchas cosas. A veces me pregunto: ¿qué me quedará para contar?
 
Pero siempre surge algo…
 
Luego de varios años, me reencuentro con mi primera pareja a la que yo siempre cuento que es mi primer amor. Con él no tuve más remedio que salir del clóset, honestamente yo pensaba que con estar a su lado no tenía opción, yo tenía en ese entonces 19 años, no tenía amigos porque había venido de Uruguay y él tenía 30 años. No tenía forma de justificar ante los ojos de mi familia cómo lo había conocido, ya que además en ese entonces trabajaba en la empresa familiar, no estudiaba y toda mi vida social giraba en torno a la familia.
 
Sin embargo, nunca dudé en integrarlo a mi vida, por lo cual lo presenté sin ningún problema de mi parte: era la persona que amaba y no encontraba ningún motivo para excluirlo. A pesar de eso, me acuerdo de algo que no me enorgullece. Una vez mi prima me preguntó por nuestra situación y yo le dije: “El sí es gay, yo no”, cuestión que a mi pareja le molestó mucho por un lado el outing (lo deschavé) que le había propinado y por otro lado el que yo hubiese negado lo mío y por ende nuestra relación. Eran tiempos en los cuales tenía incorporados varios mandatos sociales negativos, en donde a los homosexuales nos pronosticaban terminar nuestra vida siendo: “Viejos, putos, tristes y solos”.
 
Para octubre pasado lo llamé por su cumpleaños, le mandé un mensaje a él a Carlos, y, como estaba de viaje, a su regreso me llamó a casa. Para mí fue una alegría tremenda.
 
Hoy nosotros ya tenemos nuestros largos años y él no cambió para nada en su forma de ser, sigue yendo a bailar los sábados como lo ha hecho toda su vida, de hecho me lo encontré hace dos meses en Contramano.
 
En la charla telefónica de aquella vez me contó sobre su vida, su madre, etc. Continuó tratándome de la misma manera de siempre, es decir, me cagó a pedos como si siguiéramos siendo una pareja y ahí arrancamos a conversar sobre nosotros en aquellos días de nuestra juventud.
 
Carlos siempre se destacó por su memoria. Me empezó a decir cosas nuestras que yo tenía (digamos) olvidadas; por ahí me expresa que yo soy su gran amor, que fui el primer hombre que él amó (¿hombre?, yo tenía 19 años), y en eso me dice: “Nosotros nos conocimos el 28 de marzo de 1978 en avenida Santa Fe y Rodríguez Peña a las 21.45”. Y yo le acoté: “Sí, en la puerta de un negocio que tenía productos importados que era el único en Buenos Aires que traía perfumes, remeras Lacoste”. Y le seguí diciendo: “Yo venía caminando detrás tuyo y vos movías el culo como ninguno” (en esos años la avenida Santa Fe era como Bunker, una pasarela pública en donde se levantaba y conocía mucha gente), a lo que él me dijo: “Ahhh, mirá vos… ¿Vos te acordás cómo venías vestido?”. “No, ni en pedo”. “Tenías un jardinero de jean sin nada debajo, zuecos de madera y movías el culo más que nadie de avenida Santa Fe”.
 
Me terminó de decir eso y mi propia imagen se me representó automáticamente.
 
Cuando corté, me puse a pensar y me pregunté: ¿Realmente lo necesité a él para salir del placard con mi familia?
 
A esta altura parece que me basté solito, era un putito hecho y derecho…O mejor: hecho y zurdo.