La Leyenda del Lago Aluminé

Cuentan los viejos más viejos que un día Nguenechen decidió que Antu (dios del Sol) y Cuyen (diosa de la Luna) se convirtieron en marido y mujer. Además les encomendó que -en el nombre de él- reinaran sobre la tierra. Así se los podía ver juntos marchar por el espacio. Pero, pasado un tiempo, Antu se cansó de Cuyen. Ésta le reprochó su injusta actitud. Antu reaccionó indignado y le propinó una trompada en la cara. Desde ese momento, él se convirtió en el único astro del día y dueño absoluto del universo, mientras que Cuyen recorre sola su senda nocturna mostrando las cicatrices de su rostro.

Un día Cuyen, ansiando una reconciliación, decidió acelerar su viaje para alcanzar a su amado Antu antes de que éste se ocultara. Pero la diosa de la Luna se encontró con una sorpresa. Antu se estaba besando con el lucero de la tarde, de quien se había enamorado. El dolor le provocó un llanto tan copioso, que las lágrimas formaron el lago Aluminé. Desde ese día, el lago tiene la pureza y la dulzura de Cuyen.

Fuente: Diccionario Mapuche, Editorial Guadal, 2003, Pág. 269.
Foto: Alejandro Viedma.

¿Alguna data interesante para aportar sobre diversidad sexual en pueblos originarios?

2 comentarios:

vero dijo...

me encanta!! gracias!!! un abrazo
t quiero mucho, vero

Alberto dijo...

Ale de mi corazon

Te quiero y te extraño
Alberto