Ver porno gay era una odisea

Les comparto un post de Boquitas pintadas l Blogs lanacion.com, con un testimonio real, en donde Pablo (quien dio el permiso para que se publicara) escribe: "...ese día en el video club descubrí algo que siempre estuvo ahí y nunca me había dado cuenta." Y agrega, respecto de su hallazgo: "Más tarde, ya sabiendo que mis viejos estaban próximos a regresar, escondo la película entre las cosas que están dentro de mi placard...".

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Pablo escribió este texto en uno de los ejercicios del grupo de reflexión para varones gay que coordina el lic. Alejandro Viedma en la Asociación Civil Puerta Abierta. La consigna había sido: “Compartir con los compañeros algo que nunca habías contado”. Pablo tiene 37 años y recordó cómo fue la primera vez en la que vio una película gay porno, hace más de 20 años, época pre cibernética, pre Internet. Imaginemos aquellos tiempos que parecen tan lejanos. Hoy casi cualquier persona tiene acceso a la web y eso ayuda a que, por ejemplo, los adolescentes gay puedan asumirse como tales investigando su deseo más sencilla y tempranamente. Incluso sin salir de sus casas. Pero en los 90, y antes menos todavía, no era nada fácil.
Les comparto este relato que Pablo envió para que leamos todos en Boquitas pintadas.
“Barbita”
Estaba en casa con mi familia, hace poco más de 20 años. El día estaba bastante feo, llovía y hacía mucho frío. Después de almorzar, decidimos ir al video club a alquilar algunas pelis.
Como siempre, ya en el local, mi mamá se instaló en la sección de películas románticas o de historias verídicas (aburridas para mí en ese momento), mi papá en la de acción o comedia (las películas de acción no me disgustaban tanto porque los actores casi siempre estaban buenos, y las comedias me gustan), mi hermana y hermano más chicos (como 10 años menores que yo) estaban eligiendo una de dibujos animados, y yo buscaba de suspenso y terror.
Pero ese día en el video club descubrí algo que siempre estuvo ahí y nunca me había dado cuenta. Entre zombies y vampiros, monstruos y hombres lobo, decidiendo con cuál de ellos pasar la noche, siento de pronto a lo lejos la risa de mi papá, esa risa pícara que lo deschavaba cuando se estaba mandando una de las suyas, y a mi vieja la noto sonrojada y escucho que le dice con una voz susurrante y vergonzosa que era un pelotudo. Y es ahí cuando descubro mi gran hallazgo, la fila de arriba de todo era la de las películas porno, que enriquecía mi vista deseosa de todo aquello que observaba, pero a la vez incómoda ya que tenía que mantener la vista hacia arriba, y esto hacía que las demás personas que estaban ahí se dieran cuenta de lo que estaba mirando.
Entre miraditas rápidas, que eran como flashes, porque los nervios y la vergüenza me invadían creándome el fantasma que los demás podían descubrir mis deseos ocultos, de pronto lo veo a él, increíblemente bello, con su pelo castaño, claro y brillante, una barba prolijamente cortada, sus ojos azules que te invitaban a mirarlo y sus dientes blancos que se asomaban a través de una sonrisa que vencía toda resistencia de no quererlo, de no desearlo. Y otra vez mi viejo interrumpiendo el momento, pero esta vez en forma directa preguntándome si ya había elegido una película; quería pagar y que nos fuéramos.
Ese día comencé a convencerme que tenía que ver esa película, en la que estaba ese hombre increíble que había poseído mi mente. El tema era que tenía muchas dificultades para hacerlo, como por ejemplo, que tenía que estar solo en mi casa, mis viejos no se tenían que enterar jamás, y lo más difícil era cómo iba a hacer para alquilar una película para adultos, teniendo 14 años.
Una semana después, mi mamá me dice que una de mis tías nos había invitado a comer a su casa el sábado, obviamente le dije que no iba a ir, no sólo por el hecho de aprovechar el momento, sino también porque las reuniones familiares no eran de mi agrado; mi mamá, sabiendo esto, no me insistió.
Fueron dos días de planear el encuentro con “barbita”, pensé de todo, todo malísimo y peligroso, como por ejemplo: falsificar una nota firmada por mi viejo dándome permiso para llevar esa película, o disfrazarme para parecer mayor, y hasta se me ocurrió sobornar al señor del video club pagándole el alquiler de la película a un valor mucho más elevado, pero por suerte rápidamente desistí de estas ideas.
Ya casi resignado a que no iba a poder hacer nada, de pronto se me ocurrió el plan “perfecto”, que era: aprovechar la promoción de 3 películas por $10 y poner el número de cualquier película de terror o suspenso (género que siempre llevaba) en la de “barbita” y que el número de “barbita” sea el de la película de terror o suspenso que supuestamente quería llevar y, si el señor del video club me decía que no podía alquilarme esa película porque era condicionada, le mencionaba las tres películas que quería ver y le mostraba de dónde había sacado ese número y todo pasaba a hacer un error de él.
Llegó el sábado y mis viejos con mis hermanitos se fueron. A la media hora de su partida yo voy hasta el video club. Por suerte cuando llego no había mucha gente y el señor del local estaba distraído hablando con alguien. Era el momento perfecto, me acerco hasta “barbita” y saco su número rápidamente, de la misma forma agarro el número de una película de terror y la pongo en el lugar del número de la película de “barbita”, me tomo mi tiempo para elegir las otras dos películas y también para desacelerar mi corazón que parecía que iba a explotar por los nervios que tenía. Ya más tranquilo y juntando valor, tomo aire y me acerco al mostrador y le doy al señor los tres números de las películas elegidas, el señor agarra los números y va hacia atrás a buscar las pelis; casi inmediatamente vuelve con las 3 cajas negras y las pone en una bolsa, le pago y anota en su hoja mi número de socio, los números de las películas y que las dejé pagas, nos saludamos y salgo rápidamente hacia mi casa.
Ya estando en casa, pongo la peli, la cual vi varias veces ese día, en ella había hombres bellos por todos lados que se tocaban, besaban, chupaban y demás cosas, pero lo mejor fue cuando apareció “barbita”… Verlo entero, con su cuerpo delgado y delicadamente marcado, tocándose, mirando y sonriendo provocativamente, en realidad, provocando a otro pero, para mí, en ese momento, me estaba provocando sólo a mí: me llamaba, me invitaba a pasar un momento maravilloso, y así fue.
Más tarde, ya sabiendo que mis viejos estaban próximos a regresar, escondo la película entre las cosas que están dentro de mi placard, dejando solamente las otras dos películas para ver.
El lunes temprano antes de ir a clases, voy a devolver las películas, llego al video club, se las entrego al señor que lo atiende, nos saludamos y me dirijo hacia la escuela.
Así finaliza la historia de cómo alquilé mi primera película porno gay.
El miércoles 9 de marzo de 2016 a las 20 se inicia la treceava temporada de este grupo de reflexión de varones gays en Puerta Abierta, en el barrio porteño de San Cristóbal. Para ingresar al grupo el lic. Viedma toma una entrevista previa, que podés concertar comunicándote al tel. 15-6165-4485.
Mail: alejandroviedmapsi@hotmail.com.ar 

Para conocer más sobre Alejandro Viedma:
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1 comentario:

axelG dijo...

Me encantó, Alejandro, en especial la entrevista. Toy agendando para recomendar tu grupo. Abrazo.
Axel Graciano.